La segunda ola de COVID 19 está próxima en Argentina y, al igual que en 2020, tenemos la oportunidad de observar su desarrollo en Europa antes de que llegue a nuestro territorio. Los países más previsores de la región se están ocupando de comprar y aplicar vacunas. Si bien subsisten problemas de producción y entrega, se están solucionando a pasos acelerados.
Argentina albergó cinco ensayos clínicos, y tres de ellos fueron con las vacunas que más aceptación están teniendo en el mundo: Pfizer, Astra Zeneca (AZ) y Janssen. Pfizer ha confirmado los resultados promisorios de los estudios interinos y ya se observan los efectos de la reducción de hospitalizaciones y muertes en países como Israel y Estados Unidos. La vacuna AZ, a pesar de los problemas que tiene en Europa, ha demostrado ser segura. La de Janssen ya ha sido autorizada en varios países y promete ser una de las mas sencillas para aplicar, por ser unidosis y no requerir temperaturas extremas.
Para la autorización de la vacuna de Pfizer, Argentina colaboró con uno de los ensayos clínicos de mayor magnitud en el mundo, con la participación de 6000 voluntarios. Ser voluntario en un ensayo clínico implica un alto grado de altruismo y solidaridad. El voluntario puede recibir la vacuna experimental o el placebo. Esto significa 50% de posibilidades (si la proporción es 1:1) de estar recibiendo placebo, y por lo tanto, seguir expuesto al contagio y sus peligros. Pero el otro 50% que recibe la vacuna experimental también esta expuesta a que no tenga suficiente eficacia o a que aparezca un evento adverso inesperado que lo pueda afectar.
Tal fue la magnitud del compromiso de los 6000 voluntarios en el ensayo de Pfizer, y de los muchos otros en las otras vacunas ensayadas. Lo resultados que obtuvo Pfizer en Argentina, y en otros centros en el mundo, le permitió solicitar y obtener una autorización de emergencia de los organismos regulatorios más estrictos del mundo.
Si bien los datos presentados para estas autorizaciones fueron mucho mas amplios y exhaustivos de los que se publican en un paper, es significativo que el paper publicado en The New England Journal of Medicine haya tenido como primer autor al Doctor Fernando Polak, el director del estudio en Argentina. Esa autoría refiere a la importancia de su trabajo en Argentina, pero también es un enorme reconocimiento a los 6000 voluntarios que participaron de este acto altruista que benefició a la humanidad. Todos los países sedes de ensayos clínicos para la vacuna de Pfizer han tenido prioridad en las negociaciones de compra. Todos, salvo Argentina aparentemente.
El porqué de esta situación sigue siendo una incógnita. Es una paradoja trágica que no se esté aplicando una de las vacunas de mayor eficacia en el país que quizá más contribuyó a su autorización en el mundo. En su lugar, se optó por una vacuna, la Sputnik V, cuyos avales científicos siguen siendo débiles. En cuanto a la vacuna de AZ, las demoras en la producción para América Latina fueron imprevistas, pero se podría estar consiguiendo temporariamente desde otros laboratorios. De hecho, la que se ha aplicado en Argentina proviene del Serum Institute de la India, uno de los laboratorios más importantes en producción y provisión de vacunas mundialmente.
¿Qué pasa con la compra por parte de las distintas provincias y los privados? En realidad, aún con autorizaciones de emergencia las vacunas pueden ser adquiridas por privados. La diferencia con respecto a una vacuna aprobada normalmente es que el Estado se hace cargo de posibles litigios que puedan surgir por su uso temprano. En el caso de la pandemia por COVID 19, los Estados centrales han coincidido en concentrar la comprar para realizar un reparto más equitativo y que llegue a toda la población, especialmente a los grupos de riesgo. En los países federales, muchas veces se ha centralizado la compra, como es el caso de Estados Unidos, pero en otros países, como Brasil, se ha permitido que las provincias y municipios compren por su cuenta. En Estados Unidos se está analizando un acuerdo con cadenas privadas de farmacias para que estas puedan comprar y aplicar, acelerando así el proceso.
Las políticas centralizadoras son virtuosas en la medida que sean igualitarias, y funcionan muy bien en países donde los gobiernos no toman a las provincias de rehenes, castigando a las réprobas y premiando alas propias. Lo que estamos viviendo en Argentina está teñido de una discrecionalidad inmoral que posibilitó todas las anomalías observadas. El caso más notorio fue el de los vacunatorios VIP, donde se subvirtió el principio igualitario y se dejó al descubierto a los verdaderos privilegiados actuales: cierta casta política de todo género y edad.
¿Por qué no romper con el servilismo impuesto y permitir que las provincias y CABA compren sus vacunas? ¿Será que ganar elecciones está por encima de la salud de la población? ¿Será que en el afán de ganar elecciones se pierde de vista el avasallamiento de instituciones, como la ANMAT, y la destrucción de vidas? ¿Existe algo más abyecto que colocar el interés individual de una casta política por encima de la salud pública?
Un plan de vacunación mal implementado, con privilegios para semi-monarcas y controlado por un Estado central que ha demostrado su total inoperancia, solo se va a traducir en mas muertos, pero no solo por COVID. Todavía se puede evitar. Todavía podemos volver a ser un país libre y federal.
Sandra Pitta, es doctora en Biotecnología, egresada de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora adjunta del Conicet
SEGUIR LEYENDO: