La Patagonia argentina se incendió otra vez. Los primeros focos empezaron en la vegetación en la provincia de Río Negro el 7 de marzo y luego hubo focos en Chubut y en Neuquén. Se afectó a la vegetación y a los animales. Más de 200 familias perdieron viviendas por el fuego, y murieron dos personas. Los brigadistas corren y dejan todo en el terreno y arriesgan sus vidas. Pero estas tragedias se repiten cada año y se podrían evitar. El investigador del Conicet Guillermo Defossé lleva más de 30 años estudiando por qué y cómo se producen los incendios forestales, y es un referente mundial. “El problema es que se trata al fuego como un enemigo y no se hace prevención con la gente”, dijo el doctor Defossé, quien mantuvo una entrevista exclusiva con Infobae.
Defossé es director del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (CIEMEP), que depende del Conicet y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, y profesor titular de Ecología en la Universidad de la Patagonia. La ciencia de los incendios forestales están señalando en la Argentina y en el mundo que la mirada tiene que cambiar de una vez y para siempre si se quiere reducir los riesgos que implican los incendios. No basta con tener brigadistas y camiones para apagar el fuego. Está demostrado en trabajos científicos que si el Estado alienta que la comunidad se involucre más en la prevención de los incendios, habrá menos dramas.
-¿Por qué se han producido los incendios en Patagonia?
Hubo un mes y medio de sequía con temperaturas altas desde finales de enero. Eso hizo que la vegetación se vaya secando paulatinamente. En la noche, durante el último mes, no hubo descensos marcados de la temperatura como para compensar la sequía. Esto hizo también que los arbustos y pastos se secaran más que lo habitual. Esas condiciones condujeron a que los combustibles vegetales secos, estén más propensos al fuego en caso de ocurrencia de alguna ignición y una vez encendido se propague rápidamente.
-¿Ese fue el único factor de los incendios?
No. Hubo un frente frío, que es una entrada de aire del Océano Pacífico. El área técnica del Servicio de Manejo de Fuego había advertido con alertas que existía peligrosidad por la entrada de ese frente. Es casi “de manual” que cuando se acerca un frente de este tipo, y la región ha tenido altas temperaturas durante mucho tiempo se produzcan grandes incendios si aparece una fuente de ignición. Es decir, si hay una situación final que puede ser un rayo o alguien que deja un fuego mal apagado, ya había condiciones que facilitaban que todo se convirtiera rápidamente en un incendio de comportamiento extremo.
-¿Hay que echarle solo la culpa a los que provocan los incendios?
Es verdad solo en algunos casos. Porque son muchos los factores que ayudan al inicio de un incendio, como las líneas eléctricas cuando son tocadas por una rama, rayos, descuidos, entre otras razones. En realidad, hay que tener más cuenta cuáles son los factores que contribuyen a aumentar el riesgo de que una simple ignición se transforme en un gran incendio de vegetación. En el caso actual de Chubut y Río Negro, estaban las condiciones meteorológicas y de vegetación ideales para que una vez iniciado un fuego, se propagara más rápido.
-¿Qué más podría incidir?
Otro factor a tener en cuenta es que en los días de mucho calor los transformadores de energía se sobrecargan, pueden estallar y provocar inicios de incendios. O cuando a las condiciones de alta temperatura se le agregan ráfagas de viento muy altas, las ramas de los árboles pueden tocar. Son diferentes factores que llevan a los grandes incendios en los que hay una rápida propagación que puede incluir torbellinos de fuego. Pueden generar su propia circulación del viento y producir “pavesas”, que son como cañitas voladoras que llegan hasta más de dos kilómetros del lugar desde que salieron expulsadas. Así se producen focos secundarios del fuego, que pueden aparecer bien lejos del frente de fuego principal.
-Viento, temperaturas altas, cables. ¿Y dónde está el factor humano?
Ya se sabe que la Patagonia es una región de riesgos de incendios. Hay gente que se va a vivir a la Patagonia como una perspectiva idílica: vivir dentro del bosque. Pero debe tener en cuenta que implica riesgo de sufrir incendios.
-¿Por qué?
Diferentes estudios muestran que a nivel global los incendios forestales han disminuido. Pero se han concentrado fundamentalmente en las áreas que están entre las ciudades y los bosques. Técnicamente, las llamamos “interfaz urbano-rural”. Son las áreas donde las viviendas y las actividades humanas se entremezclan o limitan con áreas con vegetación natural. Esta definición le cabe perfectamente entonces al área donde ocurrieron estos incendios en la zona de Epuyén, El Hoyo, Lago Puelo y Cholila en los alrededores de El Bolsón. Por ese motivo, estas áreas son a las que tenemos que prestar mayor atención porque la mayoría de los incendios de vegetación se producen allí.
-¿Usted estudió esa zona?
Sí. Antes de la pandemia, con mi equipo habíamos analizado 400.000 hectáreas entre el noroeste de Chubut y suroeste de Río Negro. En esa área, en el 6% de la superficie donde están las urbanizaciones en esta interfaz ocurren el 77% de los incendios. Todos los focos de marzo de 2021 ocurrieron en la zona de interfaz analizada en este estudio. En otros lugares del mundo, también se están produciendo más incendios forestales en zonas que están entre las ciudades y la ruralidad.
-¿Cuál es la fórmula para que no ocurran?
El fuego no es el enemigo. Está desde antes que los seres humanos aparecieran en la Tierra. Tenemos que aprender a convivir con el fuego, mitigar sus efectos adversos y trabajar en su prevención con todas las herramientas científicas y tecnológicas que tengamos. El tema es que se expanden las urbanizaciones hacia zonas rurales, y se aumenta el riesgo de incendio. La vegetación crece y crece año a año. Tenemos que ser capaces de disminuir la acumulación de esa biomasa a límites que sean compatibles para que, cuando haya un incendio, lo podamos apagar rápidamente. Si queremos vivir en ese tipo de lugares, tenemos que saber primero los riesgos que implican habitarlos, y en segundo lugar, conocer todas las maneras de poder prevenir, minimizar, y mitigar los efectos del fuego cuando por distintas circunstancias pueda ocurrir.
-¿Qué se puede hacer concretamente?
Hay una batería de medidas probadas y eficaces para reducir el riesgo de incendio que deberíamos conocer. Los códigos de planeamiento deberían también prever y tener en cuenta como se construya una comunidad segura. La ley federal de manejo del fuego Número 26815 es muy buena. Pero casi no se implementa en su totalidad. Si se hubiera trabajado fuertemente en tareas de prevención durante el otoño, invierno y comienzos de primavera, estos incendios actuales de la Patagonia no hubiesen ocurrido. O si hubiesen ocurrido, se hubieran podido apagar mucho más fácilmente. Algunas tareas son tan simples como podar los árboles cercanos a las líneas de alta tensión para evitar que las ramas o copas de los árboles toquen los cables de alta tensión.
-¿Por qué no se hacen acciones de prevención ?
La prevención es una tarea que involucra a toda la sociedad y no sólo al Estado, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal. A veces somos extremadamente solidarios cuando ocurre un incendio. Pero la misma solidaridad se necesitaría durante las estaciones en las que no hay incendios, en la forma de colaborar para que cada casa, terreno o barrio llegue a la época de verano con la tarea hecha de haber reducido la biomasa vegetal alrededor de las casas y veredas. De esta manera, cuando llegue la temporada de verano con más riesgo de incendios, el lugar estará lo más protegido posible. De nada vale que yo haga esas tareas si mi vecino no las hace, y es aquí donde deberíamos demostrar nuestra solidaridad como sociedad.
-¿Qué otras tareas se pueden hacer?
Se construye en lugares extremadamente peligrosos que no solo representa un riesgo para su propietario sino que también pone en riesgo la integridad de las casas de los vecinos. A veces esas construcciones hacen que los bomberos deban arriesgarse más por un capricho. Otro aspecto que hay que considerar es la readecuación de los códigos urbanos de planeamiento para esas áreas de interfaz.
-¿En algún lugar del mundo se ha logrado mejorar la participación de la gente en relación a los incendios?
Sí, un caso interesante del involucramiento de la sociedad lo da un estudio realizado años atrás en los Estados Unidos. Cuando se involucraron sólo las instituciones del Estado (como los bomberos, o las direcciones de ambiente), la efectividad del tratamiento en prevención redujo los incendios en el 20%. Cuando además de esas instituciones se involucraron los vecinos organizados, esa efectividad subió a casi el 90%. Eso indica que el éxito en abordar el tema de los incendios de vegetación en áreas de interfaz es una cuestión que tiene grandes posibilidades de éxito cuando se involucran y comprometen todos.
-¿Qué opina de los incendios intencionales?
Muchos se preguntan si un incendio fue o no intencional. Pero no es la pregunta correcta. La pregunta es otra: ¿Qué podemos hacer para convivir mejor y prevenir el incendio? Así como la pandemia no se soluciona solo con las vacunas, los incendios forestales requieren un enfoquen integral. Debe incluir las quemas prescritas, que están contempladas en la Ley Federal de manejo del fuego. En algunas provincias estas quemas fueron prohibidas por muchos años. El resultado final fue que el día que algo se quemó, la acumulación de biomasa era tan grande que dificultó muchísimo la sofocación de esos incendios. Es lo que pasó con el incendio de Yellowstone en los Estados Unidos en 1988. Después de casi 100 años de éxitos en su supresión, la acumulación de biomasa fue tal que cuando se dieron las condiciones favorables, se quemó todo el parque, que estuvo ardiendo durante casi tres meses.
-¿Por qué lo recuerda?
Para algunos que aún creen que el aumento de recursos humanos y sobre todo materiales pueden contra fuegos de esa magnitud, les comento que en este incendio participaron 21 mil combatientes. Tenían todas las aeronaves y helicópteros que un país como los Estados Unidos pudieron proveer, y se gastaron 150 millones de dólares en recursos y logística. Sin embargo, este incendio sólo se pudo apagar con la llegada de las primeras nevadas en el otoño siguiente. El haber sido exitosos en la lucha contra el fuego durante tantos años fue “cobrado” por la naturaleza en un solo evento que se llevó todo. A pesar de eso, la vegetación de Yellowstone demostró ser resiliente al fuego, y años después se recuperó totalmente. Es que muchas veces los deseos e intenciones de una sociedad cada vez más urbana pretenden que la naturaleza funcione de una determinada manera. Aún no se comprende que la naturaleza tiene reglas y leyes propias que muchas veces se contraponen con las que parece imponerles la sociedad. Y en la dinámica de muchos ecosistemas, el fuego hace que algunas de sus partes mueran y sean reemplazadas para que todo siga vivo.
-¿Pero usted está proponiendo quemar algo del bosque como parte de la receta?
Sí. Las quemas prescriptas muchas veces son vistas como algo dañino por las personas que viven fundamentalmente en grandes ciudades. Pero son prácticas necesarias para renovar cierto tipo de vegetación y sobre todo reducir el riesgo de incendios catastróficos. Tenemos derecho a vivir en un ambiente sano, pero qué es el ambiente sano. Si no se permiten las quemas prescriptas, cualquier día un incendio se lleva todo.
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