La paciente C nunca pensó que su caso iba a provocar una conmoción mundial. Y menos que iba a ser objeto de estudio de reconocidos científicos internacionales, y se convertiría en un caso extraordinario. C. desde muy joven trabajó dedicadamente como modista hasta que en 1997 se enfermó –sin saber de qué– y a partir de allí su vida cambió para siempre.
La historia científica del caso C –a la que Infobae tuvo acceso– primero instala la idea de que además de la pandemia global por SARS-CoV-2 existen “otras pandemias” que nunca cesaron. Y segundo, amplifica las mejores noticias para los casi 40 millones de personas en el globo con VIH/sida, para quienes el único camino hacia la cura son las terapias antirretrovirales –las mismas que tomó C. durante años– y que le dieron a la enfermedad un feliz estadio de cronicidad, separándola de la muerte, y que ahora abren otro estadio, el de la remisión duradera.
La paciente C. contrajo el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en 1997 y fue tratada con la enfermedad muy avanzada, desde sus inicios, por dos científicas argentinas: las médicas infectólogas Isabel Cassetti y Analía Urueña. C. recibió tratamiento con terapias antirretrovirales combinadas (cART) por unos años, que luego suspendió y se mantuvo con virus indetectable en sangre por 12 años sin ningún tratamiento.
Lo más llamativo es que, entre los astutos recorridos que el virus realiza para sobrevivir en el organismo del huésped, figura la “idea de agazaparse” en los reservorios celulares. En la paciente argentina C, luego de 12 años sin medicación, se encontraron reservorios de virus muy bajos. Por eso se trata de un caso único en el mundo.
Es la primera vez que se documenta con evidencia científica la posible eliminación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). El flamante estudio fue publicado el pasado 4 de febrero en la revista especializada de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA). Un trabajo realizado por un equipo de trabajo multidisciplinario que incluye a dos profesionales de Helios Salud de Argentina y a una decena de centros de los Estados Unidos, agrupados en el Servicio Nacional de Salud (en inglés, National Health Service, NHS) y en el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID). Allí se describe un caso único de una mujer VIH positiva, con terapia antirretroviral combinada (cART) con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) previo y avanzado que no ha experimentado un rebote viral durante más de 12 años desde que interrumpió el cART.
Las doctoras Isabel Cassetti y Analía Urueña, calificadas investigadoras de jerarquía internacional sobre VIH-sida, fueron las expertas que llevaron adelante a la paciente C. desde 1997, en el Instituto Helios. En diálogo con Infobae, Cassetti explicó: “Si bien no está claro aún de qué forma esta paciente logró controlar el virus, este caso abre la puerta para futuras investigaciones que nos llevarán a encontrar los mecanismos del control del virus y diseñar las estrategias que lleven a una cura definitiva del VIH. Las excepciones como el caso de la paciente C. nos dejan aprendizajes”.
“Con la doctora Urueña teníamos el convencimiento interno de que esta paciente era diferente; y hasta hoy sigue sin el ‘rebote’ de su carga viral. Fue en un Congreso Internacional de HIV/sida en el 2014, en Australia, cuando decidimos presentar el caso. Allí se nos acercó Clifford Lane, destacado investigador y número 2 de Antony Fauci en el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID), y nos dijo: ‘¡Queremos documentar este caso que parece extraordinario. Queremos estudiar a la paciente C!’”.
En el peregrinaje científico del caso de la paciente C., Cassetti destacó junto a Urueña, el trabajo de la doctora Andrea Mangano, jefa de laboratorio y virología del Hospital Garrahan; y al doctor Roberto Arduino, profesor de Enfermedades Infecciosas de Mc Govern Medical School, Houston, Texas.
Urueña precisó a Infobae: “Cuando el caso de la paciente C. comenzó a ser estudiado por los equipos multidisciplinares en Estados Unidos y confirmaron que no se encontró virus detectable en sus reservorios celulares, fue tal la sorpresa que desde los centros en Bethesda, Washington DC, del NIH, nos pidieron los estudios originales de la paciente para corroborar que no hubiera estado mal diagnosticada en sus comienzos. Por supuesto se los acercamos y certificaron que la paciente C. estaba perfectamente diagnosticada y que se trataba de una reversión”.
Cassetti, directora médica de Helios Salud y miembro de la Sociedad Argentina de Infectologia (SADI), aclaró a Infobae: “En casos como este preferimos hablar de reversión y no de cura. Hasta ahora lo único probado para tratar el VIH consiste en una combinación de drogas antirretrovirales combinadas (cóctel). El objetivo del tratamiento es mejorar la sobrevida, disminuir las complicaciones asociadas y no asociadas al VIH y mejorar la calidad de vida. Esto se logra, disminuyendo la carga viral en sangre (que es la cantidad de virus VIH) a niveles no detectables y por largo tiempo, como también por el aumento de los linfocitos CD4/mm³ que corresponde a una importante fracción del sistema inmune”.
“En los años recientes se ha demostrado que el tratamiento antirretroviral disminuye la transmisión del VIH, por lo tanto, sostener la carga viral indetectable con el tratamiento antirretroviral (TAR) no sólo es clave para la persona infectada, sino para prevenir la transmisión en la comunidad. La gran mayoría de las personas que viven con VIH actualmente tienen una carga viral suprimida o no detectable y un recuento de linfocitos CD4 adecuados”, dijo Cassetti.
Hacia la cura
La principal barrera para lograr la cura del VIH es que el virus permanece en los reservorios celulares: ganglios linfáticos, células de la sangre periféricas, en el intestino, entre otros, aunque la carga viral sea no detectable. Es decir, son lugares donde se puede alojar el virus y permanecer ahí y las drogas no llegan a eliminarlo.
Cuando se suspende el tratamiento antirretroviral, la carga viral sube rápidamente –aproximadamente a los 15 días– y esto puede causar deterioro clínico. Hoy no está recomendado suspender el tratamiento. Por el contrario, más personas deben ser testeadas, diagnosticadas y tratadas; de esta forma se tendrá un beneficio para el propio paciente y para la comunidad también.
La historia de la paciente C
En 1996, una mujer de 29 años consultó por presentar pérdida de peso (wasting síndrome), debilidad en hemicuerpo izquierdo, visión borrosa y fiebre. Se le solicitó un test de VIH por Elisa que fue positivo, confirmándose la infección por otra prueba llamada Western Blot. Se le indicó una resonancia nuclear magnética de cerebro, que mostró lesiones en la sustancia blanca. Esas lesiones fueron biopsiadas. Sus defensas estaban bajas, y su recuento de leucocitos la colocaba en la categoría de enfermedad HIV/sida avanzada. Inició tratamiento antirretroviral con tres drogas en 1996. Tuvo buena evolución, con mejoría clínica y con disminución de su carga viral. Fue dada de alta, pero un año después, asociado a la toma irregular de la medicación, tuvo aumento de la carga viral nuevamente, por lo cual se cambió el esquema de tratamiento antirretroviral a otras tres drogas.
En 1997 inicia seguimiento en Helios Salud y a partir de ese año y los siguientes, su carga viral fue no detectable, y sus linfocitos CD4 –glóbulos blancos que combaten infecciones y desempeñan un papel importante en el sistema inmunitario– mejoraron. En el año 2007 se suspende el tratamiento por efectos adversos de la medicación, pero continuó con sus controles médicos periódicos. Sorprendentemente desde ese momento su carga viral fue no detectable y sus CD4 permanecieron estables. Bajo protocolos y consentimiento informado, a lo largo de este tiempo, se le realizaron biopsias de ganglios linfáticos, de intestino, leucoféresis (análisis de células de la sangre) y punción lumbar, con diferentes técnicas.
Los investigadores que trabajaron junto a las infectólogas Cassetti y Urueña en el NHS concluyeron que la carga viral de VIH en sangre de la paciente C siguió indetectable y que sólo se encontraron fragmentos de virus en un ganglio linfático. Que no se encontró virus en el intestino ni en las células de sangre periférica.
La infectóloga Urueña precisó a Infobae: “Preferimos hablar de remisión virológica sostenida en vez de cura funcional”. “Lo que se llama cura real es cura por esterilización, es decir que no hay virus en sangre periférica, ni tampoco en ningún reservorio”, agregó Cassetti.
Poblaciones y remisión duradera
Las expertas argentinas identificaron a Infobae tres grandes poblaciones de pacientes con HIV/sida hoy: los que representan el 85% al 90% son los que reciben el tratamiento antirretroviral combinado. Los controladores de élite son personas que se han infectado con HIV y que naturalmente controlan la replicación del virus, sin necesidad de TAR (tratamiento antirretroviral). Y representan entre el 0,5% y 1,5% de la población con HIV. Y por último, los controladores post tratamiento. Son personas con VIH que recibieron tratamiento antirretroviral por un tiempo y luego suspendieron y se mantuvieron con carga viral indetectable, sin tratamiento por largo tiempo. Representan entre un 5% y un 15% de la población en el mundo.
Cassetti remarcó a Infobae: “El caso de la paciente C. podría representar el mejor ejemplo de remisión duradera. Este caso ofrece la esperanza de que la remisión duradera –para algunos cura funcional postratamiento– podría ser posible sin la necesidad de intervenciones excesivamente tóxicas. Hoy no podemos pensar en suspender los tratamientos, lo mejor es testear cada vez más y llegar más rápido a la detección precoz. Cuanto más tiempo una persona siga con el cóctel antirretroviral, la carga viral será menos detectable y presentará mejores condiciones para evaluar la remisión”.
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