Desde la dexametasona hasta la hidroxicloroquina: todos los medicamentos y sustancias vinculados al COVID-19

El remedio sí puede ser peor que la enfermedad: la gran mayoría de estos medicamentos y sustancias químicas no tienen sustento científico y algunos incluso representan un peligro para la salud

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Actualmente, se están investigando tres enfoques amplios: medicamentos antivirales que afectan directamente la capacidad del coronavirus para prosperar dentro del cuerpo; medicamentos que calman el sistema inmunológico; y anticuerpos que pueden atacar el virus (EFE)
Actualmente, se están investigando tres enfoques amplios: medicamentos antivirales que afectan directamente la capacidad del coronavirus para prosperar dentro del cuerpo; medicamentos que calman el sistema inmunológico; y anticuerpos que pueden atacar el virus (EFE)

La pandemia de COVID-19 es sin dudas uno de los mayores desafíos a los que se ha enfrentado la medicina moderna. Los médicos y científicos del mundo están luchando por encontrar tratamientos y medicamentos que puedan salvar la vida de las personas infectadas y tal vez incluso evitar que se enfermen en primer lugar.

Si bien las vacunas pueden evitar que las personas contraigan el virus y se enfermen gravemente, las personas que ya lo padecen seguirán necesitando tratamientos. Tener un tratamiento efectivo, en esencia, convertiría al coronavirus en una enfermedad más leve. Si se impidiera que las personas que ingresan en un hospital necesiten ventilación, habría menos riesgo de que las unidades de cuidados intensivos de los hospitales se vieran abrumadas.

¿Qué trabajo se está haciendo para encontrar tratamientos? El Reino Unido está llevando a cabo el ensayo clínico más grande del mundo, llamado Recovery, con la participación de más de 12.000 pacientes; es uno de los pocos ensayos que ha dado una visión definitiva sobre qué fármacos funcionan y cuáles no. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está llevando a cabo el ensayo Solidarity para evaluar tratamientos prometedores en países de todo el mundo. Y varias compañías farmacéuticas están realizando pruebas de sus propios medicamentos.

Actualmente, se están investigando tres enfoques amplios: medicamentos antivirales que afectan directamente la capacidad del coronavirus para prosperar dentro del cuerpo; medicamentos que calman el sistema inmunológico (el COVID-19 grave es causado por la reacción exagerada del sistema inmunológico de los pacientes y dañando el cuerpo); y anticuerpos que pueden atacar el virus, extraídos del plasma sanguíneo de los supervivientes o elaborados en un laboratorio. Es posible que diferentes medicamentos funcionen mejor en diferentes etapas, como los antivirales al principio y los medicamentos inmunes en las enfermedades en etapa tardía. También se investigarán combinaciones de terapias.

Si hay algo sobre lo que estamos seguros es que todavía no hay cura para el coronavirus. Solo un tratamiento, un medicamento llamado remdesivir, ha sido aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) para la enfermedad, pero desaconsejado por la OMS. La FDA ha otorgado autorización de uso de emergencia a algunos otros tratamientos, pero su efectividad contra el nuevo virus aún no se ha demostrado en ensayos clínicos aleatorizados a gran escala. Los científicos también están estudiando una amplia gama de otros tratamientos potenciales, pero la mayoría aún se encuentran en las primeras etapas de investigación.

Todos los medicamentos relacionados al COVID-19

Un “no” rotundo

La OMS lo dice de manera muy clara: “Jamás se debe pulverizar lejía u otros desinfectantes sobre el cuerpo ni introducirlos en el organismo. Estas sustancias pueden ser tóxicas si se ingieren, y el contacto con ellas irrita y daña la piel y los ojos” (REUTERS)
La OMS lo dice de manera muy clara: “Jamás se debe pulverizar lejía u otros desinfectantes sobre el cuerpo ni introducirlos en el organismo. Estas sustancias pueden ser tóxicas si se ingieren, y el contacto con ellas irrita y daña la piel y los ojos” (REUTERS)

Dióxido de cloro: no solo no hay evidencia científica sobre el dióxido de cloro para tratar el coronavirus, sino que también es peligroso. Desde julio de 2020, la OPS advirtió no tomar productos que contengan dióxido de cloro, clorito de sodio, hipoclorito de sodio o derivados. Justamente, porque “la ingesta o inhalación de estos productos podría ocasionar graves efectos adversos”. En agosto de 2020, la organización insistió en su llamado a evitar estos productos a la luz de que se promovieron productos con dióxido de cloro o derivados que indicaban falsamente tener propiedades curativas para el COVID-19.

En palabras de la OPS, el dióxido de cloro y el hipoclorito de sodio “podrían ser tóxicos si se ingieren y pueden causar una variedad de efectos adversos”. Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Infecciosas de la OPS, sostuvo en ese momento que el dióxido de cloro es “muy tóxico” y “puede producir la muerte, puede producir diarreas, neumonía y otra serie de eventos”.

La ONU explicó en un artículo que el dióxido de cloro y el clorito sódico “reaccionan rápidamente en los tejidos humanos”, por lo que si se ingieren “pueden causar irritación de la boca, el esófago y el estómago, con un cuadro digestivo irritativo severo, con la presencia de náuseas, vómitos y diarreas, además de graves trastornos hematológicos, cardiovasculares y renales”.

Lavandina (también conocida como lejía) u otros desinfectantes: aquí la respuesta también es un rotundo no. La OMS lo dice de manera muy clara: “Jamás se debe pulverizar lejía u otros desinfectantes sobre el cuerpo ni introducirlos en el organismo. Estas sustancias pueden ser tóxicas si se ingieren, y el contacto con ellas irrita y daña la piel y los ojos”. En ese sentido, señaló la organización, deben utilizarse únicamente para la desinfección de superficies. La misma recomendación aplica para quienes piensen en beber metanol, etanol o lejía, casos que pueden ser extremadamente peligrosos. “No solo no destruirían los virus presentes en el organismo, sino que dañarían los tejidos y órganos internos”, explicaron desde la organización.

Sin base científica

Luego de que el dictador venezolano Nicolás Maduro diera a conocer un medicamento producido en su país que aseguró que “neutraliza el COVID-19 en un 100%”, la alarma de expertos en infectología de la región no se hizo esperar (REUTERS)
Luego de que el dictador venezolano Nicolás Maduro diera a conocer un medicamento producido en su país que aseguró que “neutraliza el COVID-19 en un 100%”, la alarma de expertos en infectología de la región no se hizo esperar (REUTERS)

Carvativir: a finales de enero, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro aseguró, sin presentar evidencia, que el medicamente carvativir “neutraliza el 100% del coronavirus”. El mandatario sostuvo, sin mostrar pruebas, que el compuesto se fabrica en el país. También que ha sido aprobada por las autoridades para “producción masiva, distribución y tratamiento para pacientes de coronavirus”. Sin embargo, varios especialistas médicos advirtieron que “no tenemos información de que este producto haya pasado las fases de investigación, ni que haya sido publicado en revistas científicas arbitradas”.

En palabras del doctor Elmer Huerta, prestigioso oncólogo peruano, a la CNN, el carvativir “no ha tenido el tipo de estudios que necesita una medicina para ser recomendada al público”. Según el experto, para mostrar su eficacia y seguridad un medicamento debe pasar por estudios preclínicos en células aisladas y animales. Además de estudios clínicos de fase 1, fase 2 y fase 3. En este sentido, Maduro no ha divulgado información de los componentes de la sustancia ni de los ensayos médicos que, afirma, se realizaron. Tampoco del procedimiento que siguieron las autoridades sanitarias para su aprobación.

Se demostró que no

FOTO DE ARCHIVO. Una ampolla de remdesivir antiviral COVID-19 de Gilead Sciences se muestra durante una conferencia de prensa en el Hospital Universitario Eppendorf (UKE) en Hamburgo, Alemania. 8 de abril de 2020. Ulrich Perrey/Pool vía REUTERS
FOTO DE ARCHIVO. Una ampolla de remdesivir antiviral COVID-19 de Gilead Sciences se muestra durante una conferencia de prensa en el Hospital Universitario Eppendorf (UKE) en Hamburgo, Alemania. 8 de abril de 2020. Ulrich Perrey/Pool vía REUTERS

Hidroxicloroquina: esta es quizás la medicina que más atención y fama captó inicialmente como una posible manera de tratar el coronavirus. Sin embargo, no se ha demostrado que funcione para combatirlo. La OMS señala que “datos actuales sobre la hidroxicloroquina apuntan a que no reduce la mortalidad de pacientes de COVID-19 hospitalizados y tampoco ayuda a las personas con síntomas moderados de esta enfermedad”. Por el contrario, sus efectos secundarios encendieron las alarmas entre las autoridades de salud.

La FDA revocó en junio de 2020 la autorización de uso de emergencia para la hidroxicloroquina y la cloroquina. Según determinó la agencia, “es improbable que la cloroquina y la hidroxicloroquina sean efectivas para tratar el COVID-19″. Y agregó: “En vista de los eventos adversos cardíacos graves actuales y otros posibles efectos secundarios graves, los beneficios conocidos y posibles de la cloroquina y la hidroxicloroquina ya no superan los riesgos conocidos y posibles para el uso autorizado”. La FDA señaló que un estudio clínico con pacientes hospitalizados encontró que la hidroxicloroquina “no mostró un beneficio en mortalidad o en acelerar la recuperación”.

Aunque líderes políticos como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el entonces mandatario estadounidense Donald Trump promocionaron la hidroxicloroquina y hasta dijeron que la tomaron, lo cierto es que su efectividad cada vez ha sido puesta más en duda. La OMS suspendió también en junio del año pasado las pruebas con este medicamento en el ensayo Solidaridad, relacionado al COVID-19. Según la organización, la decisión se debió a que de acuerdo con los datos de varios estudios “la hidroxicloroquina no reduce la mortalidad en los pacientes hospitalizados por COVID-19″.

Remdesivir: el nombre de este medicamento antiviral y experimental se popularizó en los primeros meses de la pandemia porque mostró un potencial contra el COVID-19. Sin embargo, en noviembre de 2020, la OMS recomendó que el remdesivir no se utilice en pacientes que están hospitalizados, “independientemente de la gravedad de la enfermedad”. Según la organización, “no hay pruebas de que el remdesivir mejore la supervivencia y otros desenlaces en esos pacientes”. La OMS señaló que, tras los resultados del amplio Ensayo Solidaridad, las pruebas indicaron que el medicamento no tenía efectos importantes en la mortalidad, la ventilación mecánica, “el tiempo de mejora clínica y otros resultados importantes para el paciente”.

Un mes antes de la recomendación de la OMS, la FDA aprobó en EEUU el uso de emergencia del remdesivir, producido por Gilead Sciences. Sin embargo, el medicamento se autorizó para pacientes de 12 años o más, con un peso mínimo de 40 kilogramos y que requieran hospitalización por COVID-19. Es decir, no está disponible para cualquier persona y esto es relevante si se tiene en cuenta la advertencia posterior de la OMS. Además, la FDA señaló que el remdesivir “solo debe administrarse en un hospital o en un entorno de atención médica capaz de brindar atención intensiva comparable a la atención hospitalaria para pacientes hospitalizados”. La agencia indicó también que los ensayos clínicos para determinar la seguridad y eficacia de esta medicina en pacientes pediátricos están en curso.

En estudio

En un estudio realizado en el Reino Unido se analizaron los efectos de la dexametasona versus otros fármacos y hallaron que redujo las muertes en aproximadamente un tercio en personas que estaban con respirador debido a la infección por coronavirus (REUTERS)
En un estudio realizado en el Reino Unido se analizaron los efectos de la dexametasona versus otros fármacos y hallaron que redujo las muertes en aproximadamente un tercio en personas que estaban con respirador debido a la infección por coronavirus (REUTERS)

Colchicina: este medicamento antinflamatorio acaparó titulares recientemente, debido a que el Instituto del Corazón de Montreal señaló en un comunicado de prensa que el fármaco podría reducir las complicaciones asociadas con el COVID-19. Sin embargo, los detalles del estudio, que se publicó en una revista científica, aún se desconocen en gran medida, como lo destacó doctor Huerta.

Sabemos que 4.488 pacientes fueron estudiados y que de ellos 4.159 con diagnóstico de COVID-19 registraron reducciones en el riesgo de muerte u hospitalización tras el uso del medicamento. La colchicina se ha utilizado durante bastante tiempo para controlar inflamaciones. Y se cree que sería precisamente por esta propiedad que puede tener un efecto positivo al luchar contra el virus, advierte el especialista. Aún así, la OPS dijo en noviembre de 2020 sobre el medicamento que “la evidencia es de muy baja certeza, por lo que sus efectos son inciertos”.

Dexametasona: se trata de un compuesto de esteroides, específicamente corticosteroide, que generalmente se utiliza para tratar ciertas clases de artritis, alergias severas y asma, entre otras afecciones, incluidos ciertos tipos de cáncer. Investigadores del Reino Unido, que forman parte del gran ensayo clínico Recovery Trial, encontraron que un régimen de dosis bajas de dexametasona durante 10 días redujo el riesgo de muerte en un tercio entre los pacientes hospitalizados del ensayo que requerían ventilación.

Ahora bien, estos hallazgos son preliminares y los estudios siguen su curso. Además, la OMS advirtió que este medicamento no se debe tomar para prevenir el COVID-19 ni para tratar síntomas leves. La organización explica que la dexametasona es promisoria “para tratar pacientes graves y críticos, pero no se observó que resultara beneficioso para los enfermos que presentan síntomas leves”. Además, la OMS señala que se trata de un antinflamatorio “potente que reduce la respuesta inmunitaria y que puede aumentar el riesgo de contraer otras infecciones”.

La OMS espera tomar próximamente una posición sobre el uso de la ivermectina (EFE)
La OMS espera tomar próximamente una posición sobre el uso de la ivermectina (EFE)

Ivermectina: todavía no hay evidencias científicas sólidas que demuestren que este medicamento contra los parásitos sea efectivo para tratar el COVID-19. Incluso, cuando se ha incluido en el tratamiento de pacientes en varios países de América Latina, algunos médicos particulares lo recomiendan y su consumo se ha popularizado. En este sentido, el doctor Huerta afirmó que es irresponsable que la medicina se esté promoviendo sin pruebas científicas. Por su parte, la OPS enfatizó que no se aconseja la ivermectina para combatir el COVID-19 justamente por la falta de evidencia. Y añadió que la medicina se utiliza actualmente de manera incorrecta y supone un riesgo para la seguridad de los pacientes.

En la misma línea, la FDA indicó que en EEUU la ivermectina no está aprobada ––ni siquiera de emergencia–– para la prevención ni para el tratamiento de COVID-19. Ahora bien, esto no quiere decir que no haya estudios en curso para saber si la ivermectina puede ser útil contra el coronavirus. Al momento hay más de un centenar de investigaciones.

Famotidina: se trata de un medicamento común que suele utilizarse para combatir la acidez estomacal. Según la Clínica Mayo, forma parte del tratamiento contra las úlceras estomacales, la indigestión, la acidez y el reflujo gástrico. Desde abril de 2020, se le ha administrado a pacientes con coronavirus en los hospitales de Nueva York como parte de un ensayo que busca determinar si funciona para esta enfermedad. Hasta el momento, los resultados son preliminares. En junio de 2020, un estudio sobre el ensayo clínico registró que 10 personas enfermas en casa con COVID-19 mejoraron con la famotidina. Sin embargo, se trata de un pequeño grupo de pacientes resultados y los resultados aún no son definitivos.

Plitidepsina: este es un fármaco antiviral que, según explica doctor Huerta, se relacionó con el tratamiento de COVID-19 después de que un estudio publicado en la revista Science indicara que disminuía la carga viral del coronavirus. Sin embargo, se trató de un estudio in vitro, “es decir, en el laboratorio, en tubos de ensayo, con células aisladas”, advirtió el experto.

Aprobados

El anticuerpo que contiene el bamlanivimab activa una respuesta inmune contra la infección que ayuda a enfrentar los efectos del coronavirus (EFE)
El anticuerpo que contiene el bamlanivimab activa una respuesta inmune contra la infección que ayuda a enfrentar los efectos del coronavirus (EFE)

Bamlanivimab (o anticuerpos monoclonales): la FDA autorizó en noviembre de 2020 el uso de emergencia de esta terapia de Eli Lilly and Company para tratar infecciones de leves a moderadas por coronavirus en adultos y niños. Ahora bien, al ser de emergencia, esa autorización incluyó varios requisitos. Entre ellos que debe administrarse en un hospital u otro centro de atención médica aprobado, donde los especialistas puedan actuar si el paciente experimenta una reacción adversa.

Además, la FDA agregó que se seguirán evaluando nuevos datos sobre la seguridad y eficacia. El anticuerpo que contiene el bamlanivimab activa una respuesta inmune contra la infección que ayuda a enfrentar los efectos del coronavirus. La autorización se basó en un estudio publicado en octubre de 2020 que encontró que el tratamiento parecía reducir el riesgo de hospitalización y aliviar algunos síntomas en pacientes de COVID-19 con enfermedad leve a moderada. Se analizaron a 465 adultos no hospitalizados con síntomas. Además, es importante tener en cuenta que el tratamiento debe administrarse lo antes posible después de un resultado positivo en la prueba de COVID-19, dentro de los 10 días posteriores al inicio de los síntomas, según la FDA. Este tratamiento no está autorizado para pacientes hospitalizados o que requieran oxigenoterapia.

REGN-COV2 (terapia de anticuerpos de Regeneron): el tratamiento de Regeneron también utiliza anticuerpos y recibió la autorización de uso de emergencia de la FDA días después del bamlanivimab. Esta terapia está aprobada para pacientes de 12 años o más con un caso leve o moderado de coronavirus que tengan un riesgo alto de que la enfermedad se agrave. Cuando el expresidente Donald Trump se contagió de COVID-19 recibió este tratamiento para enfrentar la enfermedad. El REGN-COV2 combina dos anticuerpos monoclonales y fue diseñado para bloquear la capacidad de infección del virus que causa el COVID-19, según la compañía. También deben administrarse lo antes posible después de que surjan los síntomas. Los ensayos clínicos a larga escala de esta terapia aún están en curso. Sin embargo, algunos datos preliminares publicados en octubre del año pasado indicaron que funcionó con seguridad y pocos efectos secundarios.

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