Aquellas personas con enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, el lupus, la hepatitis autoinmune, la celiaquía, la esclerosis múltiple o la diabetes mellitus tipo 1, por ejemplo, viven con preocupación la pandemia por COVID-19, afección generada por el virus SARS-CoV-2 y declarada por la OMS el 11 de marzo como amenaza global.
Es que este tipo de cuadros hace que estos pacientes sean descritos como los más propensos a contraer infecciones, coinciden los expertos. Esto se debe, en primer lugar, a la propia alteración que estas dolencias hacen que el mismo organismo se ataque a sí mismo, y comprometa órganos vitales como pulmones, riñones, sistema cardiovascular, entre otros, y en segundo lugar y más importante, a los fármacos inmunosupresores que se utilizan en el tratamiento de la mayoría de estas enfermedades aumentando el riesgo a contraer infecciones.
Según los datos de situación de la OMS, la tasa de mortalidad más alta se ha observado en pacientes mayores de 60 años y con afecciones concomitantes. Las más frecuentes son: enfermedad cardiovascular, diabetes, enfermedad respiratoria crónica, hipertensión, y afecciones renales.
La mayoría de los virus que han causado epidemias recientes son zoonosis, originadas por distintos huéspedes animales, que en el caso del COVID-19 serían murciélagos. Los murciélagos son la reserva natural y saludable de estos virus, ya que pueden residir por su tolerancia inmune. Estos aspectos pueden ser relevantes cuando se trata de la infección de un paciente inmunocomprometido, potencialmente protegido por una respuesta inmunológica más débil contra la infección.
El Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla junto al Instituto de Investigación Sanitaria IDIVAL puso en marcha un estudio para determinar la relación de las enfermedades inflamatorias inmunológicas y el SARS-CoV-2. Observaron en primer lugar una “mayor prevalencia” de la enfermedad COVID-19 en aquellos pacientes con enfermedades autoinmunes sistémicas, superior a la observada en la población general, con excepción del lupus eritematoso sistémico.
En la investigación, los autores Ricardo Blanco, Miguel Ángel González-Gay y David Martínez-López definieron los objetivos del estudio que buscó determinar cómo se ven afectados los pacientes con enfermedades reumatológicas frente al COVID-19, la frecuencia y características de la afección en ellos y comprobar los beneficios o daños que pueden causar los fármacos inmunosupresores que se administran en estos casos.
“Los pacientes con enfermedades reumatológicas con causa inmune, por su patología de base inmunológica y por los diferentes tratamientos inmunosupresores a los que son sometidos, presentan un mayor riesgo de padecer infecciones”, advirtieron en el documento.
En este sentido, señalaron que “los tratamientos utilizados para estas enfermedades como los corticoides, la hidroxicloroquina, el tocilizumab o anakinra, entre otros, han sido ‘ampliamente’ utilizados en el tratamiento del COVID-19 hasta el momento”.
En el primer estudio, observaron una “mayor prevalencia” del nuevo coronavirus en estos pacientes. Además, los pacientes con artritis crónicas en tratamiento biológico y sintético dirigido también presentaron mayor número de casos, a diferencia de aquellos con tratamiento sintético habitual.
Los tratamientos utilizados para las enfermedades autoinmunes como los corticoides, la hidroxicloroquina, el tocilizumab o anakinra, entre otros, han sido hasta el momento utilizados en el tratamiento del COVID-19
En un segundo trabajo, investigación centrada en la gravedad del COVID-19 en el grupo global de pacientes con enfermedades de causa inmune, los científicos detectaron que los factores de riesgo de los casos más graves en el cohorte -grupo estudiado- eran aquellos mayores de 60 años, hombres y con alguna enfermedad autoinmune sistémica (comorbilidad).
Según explicó en diálogo con Infobae la doctora Andrea Buschiazzo (MN. 79962), médica especialista en Reumatología y Enfermedades Autoinmunes y especialista en Farmacología Clínica, el Colegio Americano de Reumatología (ACR) ha desarrollado una guía clínica (aprobada el 11 de abril y actualizada el 21 de julio de 2020) para el cuidado de pacientes que padecen enfermedades autoinmunes (síndrome Sjogren, Lupus, artritis reumatoide, espondiloartritis, artritis psoriasica, esclerodermia, entre otras) durante la pandemia, incluyendo a pacientes con infección documentada o que hayan estado expuestos al virus (sin síntomas).
Todas estas recomendaciones se basan en el conocimiento actual y son revisadas de acuerdo a las circunstancias y evidencias que se van obteniendo a diario. Las modificaciones en el tratamiento se harán de acuerdo al tipo de enfermedad autoinmune, y al compromiso orgánico y/o sistémico de la misma.
Declaraciones generales para pacientes con enfermedad reumática:
-El riesgo de complicaciones de COVID-19 parece estar relacionado principalmente con factores de riesgo generales, como la edad y la comorbilidad.
-Se debe asesorar a los pacientes sobre las medidas preventivas generales (p. ej. distanciamiento social e higiene de manos).
-Como parte de un proceso de toma de decisiones compartido entre los pacientes y los reumatólogos, las medidas seleccionadas para reducir las visitas al consultorio y la exposición potencial al SARS-CoV-2 (más allá de las medidas preventivas generales) pueden ser razonables, por ejemplo reducir chequeos de laboratorio, uso óptimo de videollamadas, aumento de los intervalos de dosificación para aquellos medicamentos administrados por vía intravenosa.
-Si está indicado, los glucocorticoides deben usarse en la dosis más baja posible para controlar la enfermedad reumática, independientemente del estado de exposición o infección.
-Los glucocorticoides no deben suspenderse abruptamente, independientemente del estado de exposición o infección.
-Si está indicado, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) o los bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA) deben continuarse en dosis completas o iniciarse.
Recomendaciones para el tratamiento continuo de pacientes estables en ausencia de infección o exposición al SARS-CoV-2:
-Hidroxicloroquina o cloroquina, sulfasalazina, metotrexato, leflunomida, inmunosupresores (por ejemplo ciclosporina, micofenolato de mofetil, azatioprina), biológicos, inhibidores de Janus quinasa (JAK) y fármacos antiinflamatorios no esteroideos pueden continuarse como tratamiento.
-Denosumab, puede continuarse pero se sugiere extender los intervalos de dosificación a no más de cada ocho meses, para minimizar las visitas médicas.
-Para los pacientes con antecedentes de enfermedad reumática que amenaza órganos vitales, no se debe reducir la dosis de los inmunosupresores.
—¿Los pacientes con enfermedades autoinmunes, corren más riesgo de contagio frente al COVID-19? ¿Qué avances hay en este sentido?
—A medida que aumenta el número de estudios sobre enfermedades autoinmunes y el coronavirus, comenzamos a ver las asociaciones entre los dos y a comprender mejor por qué ciertas afecciones son de alto riesgo. Hay casos en los que tener una enfermedad autoinmune aumenta la vulnerabilidad a las complicaciones de COVID-19 y otros casos en los que tener una infección por coronavirus puede desencadenar enfermedades autoinmunes u otras enfermedades graves.
Algunas de las enfermedades autoinmunes que afectan órganos vitales como corazón, pulmones, hígado y sistema nervioso, entre otros, que indican un riesgo potencialmente mayor (incluidas las afecciones sistémicas) son: Miocarditis autoinmune, Fibrosis pulmonar idiopática, Hepatitis autoinmune, Esclerosis múltiple, Lupus, Artritis reumatoide, Esclerodermia, Sjogren’s, Vasculitis sistémicas.
Las personas que toman medicamentos inmunosupresores, como los corticosteroides en dosis altas y con comorbilidades, también tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves por COVID-19. Sin embargo, mantener las condiciones bajo control y evitar los brotes de dichas enfermedades puede superar en gran medida los riesgos potenciales de un sistema inmunológico debilitado.
—¿Y en relación a ser casos graves?
—El paciente reumatológico con afección multisistémica y comorbilidades debido a la afección de diferentes órganos (hipertensión, diabetes, ACV, fibrosis pulmonar, etc.) presenta un mayor riesgo de desarrollar complicaciones en caso de infección por COVID-19. En estos casos severos, y dado que el nuevo coronavirus es altamente transmisible, es importante minimizar la exposición al virus de los pacientes con enfermedades reumáticas que se encuentran en tratamientos biológicos o inmunosupresores; es recomendable que estos pacientes sean evaluados, si es posible, mediante consulta no presencial (telefónica, videollamada, entre otros). Se recomienda que las aplicaciones de medicamentos se lleven a cabo a domicilio en aplicaciones intravenosas o por auto-aplicación para el caso de tratamiento subcutáneo, a menos que la infusión sea de primera vez o contemple algún riesgo que requiera monitorización o valoración médica previa.
—Con respecto a la tasa de mortalidad, ¿qué se sabe?
—A octubre de este año, se identificaron 2918 citas mediante la búsqueda bibliográfica, se excluyeron 2773 títulos y resúmenes después de la selección inicial y se evaluó la elegibilidad de 145 estudios. Un número final de 89 artículos cumplieron con todos los criterios de elegibilidad. Para el análisis de la prevalencia de COVID-19, se incluyeron 62 estudios observacionales con un total de 319 025 pacientes con enfermedades autoinmunes. Para los resultados clínicos, se revisaron 65 estudios con 2766 pacientes con enfermedades reumáticas diagnosticados con COVID-19. Entre estos estudios, se identificaron 11 estudios con datos de casos controlados que compararon la prevalencia o los resultados clínicos de COVID-19 en pacientes con síndromes autoinmunes con la población general. En conclusión, la tasa de mortalidad , tomando todas las enfermedades autoinmunes ha sido del 0.066% (0.036 a 0.118). Por su lado, la tasa de hospitalización fue de 0.352, tomando lupus, AR, es decir englobando todas las enfermedades autoinmunes.
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