¿Por qué algunas personas sólo sufren un cuadro leve de la enfermedad COVID-19? ¿El sistema inmune podría defenderse si vuelve a ser reinfectado? ¿Podrán las vacunas en desarrollo generar una protección duradera? Las respuestas a esas preguntas están en la llamada “memoria T” del sistema de defensas del organismo humano, que es la nueva “vedette” de los estudios científicos que se han realizado en los Estados Unidos, Australia, Suecia y la Argentina para desentrañar más secretos del coronavirus y encontrar mejores respuestas para para una pandemia que ya se ha llevado más de 760.000 vidas.
Esa memoria está formada por las células llamadas linfocitos T, que se ocupan de matar a las células infectadas por el virus. Los linfocitos T también colaboran con otras células, los linfocitos B, para que se diferencien en células plasmáticas productoras de anticuerpos. Esos procesos forman parte de un tipo de respuesta del sistema inmune. Un grupo de científicos en los Estados Unidos descubrió que la memoria T puede reconocer al nuevo coronavirus que causa la enfermedad COVID-19 ya que tiene fragmentos comunes con otros virus que provocan resfriados. Esta investigación -que fue liderada por la doctora Daniela Weiskopf y Alessandro Sette, del Instituto de Inmunología de La Jolla y publicada en la revista Science- permite explicar por qué algunas personas sufren casos más leves de COVID-19 que otras, aunque los investigadores enfatizan en que se necesitan más datos.
Uno de los coautores de la investigación del Instituto en La Jolla, California, José Mateus Triviño, explicó a Infobae: “La memoria inmunológica siempre ha sido clave para comprender las infecciones frente a los agentes patógenos, como los virus. Las células linfocitos T son una de las poblaciones celulares que tienen la capacidad de generar memoria inmunológica. De hecho, cuando hablamos de memoria inmunológica, podemos hablar de inmunidad”. Mateus Triviño, nacido en Colombia, y formado en la Pontificia Universidad Javeriana, es becario postdoctoral en el laboratorio del doctor Sette.
“Nosotros demostramos que las células T de personas que no se han infectado con el nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, pueden reconocer fragmentos de ese virus. Ese reconocimiento está dado por las células de memoria que han surgido de infecciones pasadas por coronavirus asociados al resfriado común”, precisó Mateus Triviño. El descubrimiento serviría para el futuro. “Entender que los individuos tienen inmunidad frente a fragmentos del nuevo coronavirus podría tener beneficios para el desarrollo de vacunas para prevenir COVID-19. Es decir, es importante considerar esa inmunidad preexistente de otros coronavirus asociados al resfrío común en el desarrollo de las vacunas”.
Hasta ahora se habían descrito siete coronavirus que pueden tener algún potencial patogénico en los seres humanos: el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), dos asociados a brotes en el año 2003 (SARS-CoV-1) o 2012 (MERS), y cuatro asociados a resfriado común (229E, NL63, OC43 y HKU1). La comunidad científica ha debatido las implicancias de la inmunidad celular contra otros coronavirus durante estos meses de avance de la pandemia y el desarrollo de vacunas. “Aunque no se sabe con certeza, se ha especulado que dicha inmunidad puede tener consecuencias tanto positivas como negativas”, señaló Mateus Triviño.
“Por ejemplo, en el mejor de los escenarios, es posible que la memoria de las células T o inmunidad preexistente contra otros coronavirus permita montar una respuesta mucho más eficiente y rápida contra el nuevo coronavirus. Por lo tanto, posibilitaría limitar la duración de la infección y evitar que las personas se enfermen. Por otro lado, también existe la posibilidad de que la inmunidad contra los otros coronavirus afecte el desenlace de la infección y perjudique a los individuos con una respuesta menos eficiente”, advirtió Mateus Triviño.
La investigación que realizó el equipo en La Jolla, California, mostró que entre el 40 y el 60 por ciento de las personas que nunca se expusieron al SARS-CoV-2 tenían células T que reaccionaban al virus. Sus sistemas inmunológicos reconocieron fragmentos del coronavirus que nunca antes había visto. Este hallazgo resultó ser un fenómeno mundial y se informó en personas de los Países Bajos, Alemania, el Reino Unido y Singapur. Para el estudio, los investigadores se basaron en un conjunto de muestras recogidas de participantes que nunca habían estado expuestos al SARS-CoV-2.
Al ser consultado por Infobae sobre el estudio publicado en la revista Science, el investigador superior del Conicet y profesor titular de inmunología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, el doctor Gabriel Rabinovich, comentó: “Los científicos tomaron células de pacientes con SARS-CoV-2 y células de personas que no habían estado expuestos al SARS-CoV-2. Las células habían sido congeladas antes de la emergencia del SARS-CoV-2. Los resultados del trabajo tienen varias implicancias: una de ellas es que si los pacientes con el coronavirus se volvieran a infectar, el cuadro sería leve. A largo plazo, la memoria T permite volver reconocer el coronavirus si la persona se reinfecta. Se trata de un mecanismo llamado ‘memoria cruzada’ gracias a la memoria de linfocitos T, y puede ser la razón por la cual algunos pacientes se infectan de manera leve. Fue una de las preguntas iniciales de la pandemia”.
Además, Rabinovich subrayó que el hallazgo será clave para el desarrollo de vacunas efectivas. “Con muchas de las vacunas que se están ensayando como la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca o la vacuna de Pfizer, que se está evaluando también en la Argentina, se demostró que los pacientes generan inmunidad T al ser inmunizados a los pocos días”, afirmó.
Además, se refirió a 2 de las 8 vacunas prevenir COVID-19 que ya están en fase 3 en el mundo para probar si tienen eficaces en grandes poblaciones. La vacuna de la empresa Pfizer se desarrolla en colaboración con la alemana BioNTech y la china Fosun Pharma. El 27 de julio pasado se anunció que se iniciaban ensayos en fases 2 y 3 con 30.000 voluntarios en los Estados Unidos, Brasil, Alemania y la Argentina. En el caso de la vacuna de Oxford y AstraZeneca, otro trabajo demostró que daba protección en monos. Se trata de una vacuna que usa otro virus como vector de genes del coronavirus para producir la respuesta inmune. Si la vacuna resulta exitosa en los ensayos clínicos, la empresa AstraZeneca ya acordó con la biotecnológica argentina Mabxscience, que se hará cargo de parte del proceso de producción para América Latina. En tanto, el laboratorio mexicano Liomont la envasará. Se preveen entre 150 y 250 millones de vacunas para distribuir en América Latina (con excepción de Brasil, que tendrá su propia producción).
Respuesta inmune robusta
Científicos del centro especializado en infecciones del Instituto Carolina de Suecia, la Universidad Cardiff del Reino Unido, y en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) en la Argentina también están enfocados en la memoria T. Usaron un enfoque sistemático para mapear las respuestas inmunes de casos severos o moderados de COVID-19, individuos recuperados después de ser casos leves y severos, familiares que habían sido contactos estrechos, y personas sanas que habían donado sangre antes y durante la pandemia. Los participantes fueron de Suecia (muchos había estado en Italia).
¿Qué descubrieron? “La infección con el coronavirus genera respuestas de memoria T altamente durables y funcionales. Esta respuesta es más pronunciada en individuos con COVID-19 asintomático o leve”, respondió a Infobae Morten Nielsen, de origen danés y líder del primer grupo argentino de inmunoinformática desde la UNSAM. “Esta conclusión tiene implicancias muy positivas en tanto sugiere que la protección para COVID-19 puede ser prolongada. Significa que se podrían prevenir episodios recurrentes de casos severos”, subrayó.
En el trabajo que fue aceptado por la revista especializada Cell se advirtió que las respuestas de células T fueron también identificadas en pacientes que no tuvieron respuestas en anticuerpos. “El impacto de esta conclusión es que los tests de anticuerpos que actualmente se aplican alrededor del mundo para monitorear la prevalencia y la dispersión del coronavirus podrían estar fallando en detectar una gran proporción de individuos infectados con COVID-19. Por lo cual, sugiere que las herramientas para detectar células T deberían ser desarrolladas para complementar los tests de anticuerpos”. Es decir, el trabajo sugiere que se necesitarían emplear test que midan la respuesta de memoria T.
“Es difícil predecir el impacto de nuestro trabajo en relación a los desarrollos de las vacunas”, comentó el doctor Nielsen. “Sin embargo, nuestro estudio señala que las células T son esenciales para una respuesta inmune exitosa contra COVID-19. Actualmente, la eficacia contra las vacunas desarrolladas han sido reportadas en término de las respuestas de anticuerpos. Es probable que sea modificado para incluir también las mediciones de la respuesta de las células T. Más allá de su estudio, Nielsen aconsejó a la población: “Nuestro hallazgo no altera la necesidad de que la gente siga hoy las medidas para evitar la propagación de la COVID-19, como el lavado frecuente de manos, el distanciamiento social, usar mascarillas o barbijo, entre otras)”.
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