“Estamos al final de la epidemia en la Lombardía y en el Norte de Italia”, declara Giuseppe Remuzzi desde su despacho durante una videollamada con Infobae. Pero se muestra cauto: “Esto no quiere decir que todo pueda cambiar mañana”.
Su ciudad, Bérgamo, fue el epicentro de la pandemia en Italia. Como director del Departamento de Inmunología y Trasplante Clínico de los Hospitales Reunidos de Bérgamo, y director de los Laboratorios Negri Bérgamo del Instituto de Investigación Farmacológica “Mario Negri”, fue uno de los referentes en su país durante los momentos más críticos de la pandemia de coronavirus.
-¿Cómo recuerda los días más difíciles de la pandemia en Bérgamo y cuál es la situación en Italia ahora?
-Los días más difíciles han sido dramáticos. Teníamos colegas enfermeros en hospitales, personas con respiradores, una situación realmente aterradora. Cada día llegaban a la sala de emergencias 20 enfermos con dificultad respiratoria, al día siguiente 40, al otro 80. Hemos llegado a tener 100. Ha sido realmente una situación inimaginable. Impresionante el sonido de las ambulancias. Uno permanecía en silencio y esperaba no escuchar por unos minutos el sonido de las ambulancias porque quería decir que por unos minutos no había nadie que estuviera mal, pero la desilusión llegaba rápido.
Ahora en Bérgamo no tenemos ningún enfermo de COVID-19 en hospitales. Tenemos casos positivos. Cada noche comparten la cantidad de casos: unos 100, 120, 180 en Italia y el 80% son en Lombardía. Entonces hay infecciones, pero no hay nadie en el hospital, y ya no muere nadie. Los que mueren ahora son gente que se enfermó en todo caso a fines de mayo. Y en este punto hemos visto cómo son estos positivos y nos dimos cuenta de que la carga viral, la concentración de virus es poquísima. Entonces estamos en una situación de no tener más enfermos en hospitales, de tener todavía casos positivos que reflejan el número extraordinario de infectados que hemos tenido, que no sabemos cuántos han sido porque no todos los ciudadanos han sido testeados y tampoco habría sido correcto hacerlo. Y, por lo tanto, en este momento se puede decir que estamos en el final de la epidemia en cuanto a la Lombardía y el Norte de Italia.
-¿Es posible una segunda ola de coronavirus?
-No lo sé y no lo sabe nadie. Algunos en los Estados Unidos son muy pesimistas, incluso Anthony Fauci dice que habrá una segunda ola y que será peor, pero la situación en Estados Unidos es completamente diferente a la nuestra. Otros dicen que podría darse que este virus haga el mismo camino que el SARS, que, en cierto punto, se agotará como casi todas las epidemias se han agotado, salvo para la poliomielitis y la viruela. Para ellas ha sido necesaria la vacuna y se ha tenido que vacunar prácticamente todo el mundo. Por lo tanto, la respuesta es que no lo sé y la segunda es que no lo sabe nadie. Debemos prepararnos, pero para mí el problema no es tanto la segunda ola, sino que si hay una segunda ola nosotros estemos preparados para enfrentarla.
-El foco del virus ahora se encuentra en el continente americano. ¿Qué lecciones podemos aprender de otros países como Italia?
-Podemos aprender que es verosímil que el virus haya estado circulando algún tiempo antes de que nos diéramos cuenta. Ahora hay algún dato que sugiere que quizás en Italia había ciertas pulmonitis bilaterales incluso antes de enero, por ejemplo en diciembre, incluso en noviembre. No estuvo nunca aislado el coronavirus porque no se sabía que estuviese, y entonces es verosímil que cuando llega un foco tan devastador como el de Lombardía, Codogno y Nembro, es porque primero este virus circula un poco. Y sobre todo entre los jóvenes que no se enferman o se enferman poco, y luego cuando se llega a un hospital donde hay muchos ancianos, a un geriátrico. Allí entonces hay alguien que propaga el virus a muchísimas personas.
Hay una cosa interesante, incluso salió un artículo del New York Times de estos días que dice: “¿Por qué hay uno que no infecta a nadie mientras que otro que infecta a tantos?”. Nosotros tenemos diez personas. La primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima, la octava, la novena no infectan a nadie. La décima infecta a 20. Entonces, si 10 infectan a 20, es como si todos infectaran a dos, pero la realidad es que no todos los R2 (N.d.R.: así se les dice a cada infectado que transmite el virus a dos personas) infectan a dos personas, sino que uno infecta a 20. Entonces esto es lo que tenemos que aprender. Debemos poner todos los esfuerzos para entender a las personas que realmente son más contagiosas y no exponer a estas personas a grupos de gente muy frágil como los ancianos, los diabéticos y pacientes con cardiopatías.
-¿Qué piensa sobre cómo actuó la OMS durante esta pandemia?
-Durante esta pandemia ha actuado de dos maneras diferentes. Hasta fines de enero la OMS según mi opinión ha actuado muy bien. Yo creo que las críticas que se le hicieron a la OMS son sustancialmente injustificadas y superficiales. Es una organización importantísima. Cuando dijo al mundo “miren que es posible que el virus se transmita de persona a persona” era el 14 de enero. Y el virus había sido aislado pocos días antes, el 7 de enero, por investigadores chinos. Cuando declaró la emergencia internacional era el 30 de enero, después de haber visitado Wuhan para darse cuenta de la situación.
Es una organización importantísima. Hay que fijarse en lo que hizo en los países muy pobres, lo que hizo por el ébola, por la salud de las mamás de los bebés, lo que hizo en África, las vacunas... Entonces, la OMS siempre ha estado en el centro y debe ocuparse de todo con poca financiación, porque viene sólo de los gobiernos. Ha hecho muchísimo. En esta pandemia se comportó muy bien hasta el 30 de enero. Yo creo que la única crítica que se puede hacer a la OMS es esta: ¿por qué después del 30 de enero, luego de haber dicho “hay una emergencia planetaria” no han convocado una asamblea de salud mundial mediante la cual dar indicaciones a los países sobre cómo comportarse? En efecto, todos se han comportado como quisieron. Algunos muy bien como Alemania y Nueva Zelanda. Algunos, malísimo, como Estados Unidos, Inglaterra y Brasil, como la India. Pero ahí la situación es muy compleja porque los sistemas sanitarios no están para afrontar a una situación de este género. Italia se comportó bastante bien salvo esta fase inicial de dificultad extrema, pero la OMS no ha dado indicaciones claras.
Por eso, hasta el 30 de enero no me parece correcto criticar a la OMS. No creo que sea justo criticar a la OMS en general y creo que es un error quitar el financiamiento a la OMS como ha amenazado hacer Trump. Creo que esto es lo peor que se puede hacer. El director de The Lancet (Richard Horton) ha dicho que esto es un crimen contra la humanidad. Pienso que esto tiene algo de verdad. Los gobiernos deben sostener a la OMS si nosotros queremos estar preparados para todo aquello que puede suceder en un mundo global donde nosotros hemos puesto en el centro al ser humano, como si el ser humano fuera el amo de todo, pero en realidad no es así, porque las plantas quizás son igualmente importantes. Y si nosotros por ejemplo cortamos las plantas permitimos que muchos animales que viven tranquilos en condiciones salvajes, ustedes lo saben muy bien, se acercan al hombre y después el virus pasa del animal al hombre.
-¿Qué resultados están viendo en Italia con el uso del plasma?
-En Italia el plasma es uno de los tratamientos importantes para el coronavirus. Nosotros tenemos diversos estudios. Algunos no fueron publicados. Lo que puedo decirles es que hay una reducción de cerca del 30% de la mortalidad con el plasma en pacientes muy graves. Pero estos estudios no son controlados -estudios en los que algunos pacientes usan plasma y otros placebos-. Son estudios con pacientes que sólo usaron plasma. Y entonces con el plasma también se usaron otros medicamentos, entonces no sabemos si lo que funcionó fue el plasma o las otras cosas. Pero el plasma ha funcionado con enfermedades graves, ha funcionado con el ébola, ha funcionado con la gripe española, con tantas formas de influenza grave, con la gripe porcina.
-¿Cómo podría cambiar el desarrollo de medicamentos y vacunas luego de la pandemia?
-Para el desarrollo de medicamentos nos ha enseñado que tantas cosas se pueden curar con remedios que ya existen. Por ejemplo, hemos visto que el dexametasona disminuye en un 30% la mortalidad entre los enfermos. 3 de cada 10 pacientes que lo toman no mueren. Pero el estudio controlado estuvo disponible cuando ya no teníamos enfermos. Nosotros hemos usado siempre el dexametasona. Incluso escribimos un estudio sobre lo que hay que hacer con los pacientes en casa y hablamos sobre el dexametasona. Fue escrito mucho antes de que terminara el estudio controlado, porque en una condición tan dramática como una pandemia no hay tiempo de hacer estudios controlados, pero hay que hacerlos porque después servirán más adelante, pero muchas veces llegan cuando ya no sirven más. Y después hemos aprendido cómo hacer vacunas más rápido. Ahora se hacen vacunas con ARN, cosa que nunca antes se hizo. Por lo tanto, la pandemia ha sido ciertamente un drama, pero, como siempre sucede, la tecnología da un paso adelante y sabemos hacer mejor medicamentos antivirales, hemos entendido cómo usar mejor los fármacos convencionales
-Y para terminar, profesor, ¿cuáles son los mayores misterios hoy en torno al coronavirus?
-El mayor misterio es cómo este virus que continúa a mutar no muta de una manera favorable al ser humano. ¿Por qué no muta para adaptarse al hombre? Esto es muy extraño, porque los virus tratan de adaptarse al sistema inmune del ser humano para poder encontrar alguno con quien convivir. Si el virus es cada vez más agresivo, termina matando a su huésped, pero con el huésped también muere el virus. Por eso, uno de los misterios más grandes es por qué no logra mutar de una manera en la que se convierta menos peligroso para el hombre.
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