La pandemia de la enfermedad por COVID-19, causada por el SARS-CoV-2, ha afectado a más de 5 millones de personas en todo el mundo. Según los informes, la mayoría de los pacientes con infecciones por SARS-CoV-2 han tenido una enfermedad respiratoria de leve a grave con síntomas como fiebre, tos y falta de aire, que pueden aparecer 2–14 días después de la exposición.
Sin embargo, hay otros pacientes que son diagnosticados por una prueba positiva de RT-PCR pero que son asintomáticos o mínimamente sintomáticos. La creciente evidencia ha demostrado que las personas asintomáticas pueden transmitir el virus de manera eficiente, y la aparición de estos esparcidores silenciosos de SARS-CoV-2 ha causado dificultades en el control de la epidemia.
Recientemente, investigadores con sede en China que compararon dos grupos de individuos infectados con COVID-19 en el distrito de Wanzhou de Chongqing, 37 que mostraron síntomas versus 37 que no lo hicieron, analizaron muestras de sangre de ambos grupos tomadas unas semanas después de recuperarse y encontraron que solo el 62.2 por ciento del grupo asintomático tenía anticuerpos a corto plazo, en comparación con el 78.4 por ciento de los pacientes sintomáticos.
Los autores del estudio, que se publicó en la revista científica Nature Medicine, dijeron que sus hallazgos cuestionaron la idea de que todas las personas que hayan tenido coronavirus sean inmunes a futuras infecciones. “Estos datos podrían indicar los riesgos de usar los “pasaportes de inmunidad” de COVID-19 y respaldar la prolongación de las intervenciones de salud pública, incluido el distanciamiento social, la higiene, el aislamiento de los grupos de alto riesgo y las pruebas generalizadas”, escribieron.
Después de ocho semanas de convalecencia, la presencia de anticuerpos había disminuido en el 81.1 por ciento de los pacientes asintomáticos, en comparación con el 62.2 por ciento de los pacientes sintomáticos. Además, la investigación, aprobado por la Comisión de Ética de la Universidad de Medicina de Chongqing, encontró que los pacientes asintomáticos tenían niveles más bajos de 18 proteínas anti-inflamatorias de señalización celular que el grupo sintomático, lo que sugiere una respuesta inmune más débil al nuevo coronavirus.
“Estudiamos a 37 individuos asintomáticos en el distrito de Wanzhou que fueron diagnosticados con infecciones por SARS-CoV-2 confirmadas por RT-PCR pero sin síntomas clínicos relevantes en los 14 días anteriores y durante la hospitalización”, explicaron los investigadores de la Universidad de Medicina de Chongqing.
Según los datos revelados por la investigación, la mediana de la duración de la eliminación viral en el grupo asintomático fue de 19 días. El grupo asintomático tuvo una duración significativamente mayor de eliminación viral que el grupo sintomático y los niveles de inmunoglobulina G (IgG) específicos del virus en el grupo asintomático fueron significativamente más bajos en relación con el grupo sintomático en la fase aguda.
De los individuos asintomáticos, el 93.3% (28/30) y el 81.1% (30/37) tuvieron una reducción en los niveles de IgG y de anticuerpos neutralizantes, respectivamente, durante la fase de convalecencia temprana, en comparación con el 96.8% (30/31) y el 62.2% ( 23/37) de pacientes sintomáticos.
Cuarenta por ciento de los individuos asintomáticos se volvieron seronegativos y 12.9% del grupo sintomático se volvió negativo para IgG en la fase de convalecencia temprana. Además, los individuos asintomáticos exhibieron niveles más bajos de 18 citocinas pro y antiinflamatorias. Estos datos sugieren que los individuos asintomáticos tuvieron una respuesta inmune más débil a la infección por SARS-CoV-2. La reducción en los niveles de IgG y de anticuerpos neutralizantes en la fase de convalecencia temprana podría tener implicaciones para la estrategia de inmunidad y los estudios serológicos.
Se seleccionaron 37 pacientes sintomáticos emparejados por sexo, edad, frecuencia y comorbilidad para la comparación con los individuos asintomáticos. También se incluyeron en este estudio 37 controles emparejados por frecuencia de sexo y edad con resultados negativos de RT-PCR para SARS-CoV-2. Se excluyeron las personas con enfermedades pulmonares, hepáticas, renales, cardiovasculares, metabólicas o de inmunodeficiencia.
Se recopilaron datos epidemiológicos, demográficos, de contacto y exposición, presentaciones clínicas, tomografía computarizada del tórax, pruebas de laboratorio, tratamiento y resultados de los registros médicos de pacientes hospitalizados. Los datos de laboratorio recopilados para cada paciente incluyeron recuento sanguíneo completo, perfil de coagulación, pruebas bioquímicas en suero (incluyendo función renal y hepática, electrolitos, lactato deshidrogenasa y creatina quinasa), ferritina sérica y biomarcadores de infección. Se realizaron tomografías computarizadas de tórax para todos los pacientes hospitalizados.
“Sin embargo -advirtieron-, la eliminación del virus medible no equivale a la infectividad viral, y se necesita una evaluación adicional para determinar la carga viral respiratoria del SARS-CoV-2 que se correlaciona con el virus cultivable. Además, la proporción de infecciones asintomáticas podría ser aún mayor, ya que algunos casos podrían pasar desapercibidos por las pruebas de RT-PCR”.
Estudios previos han demostrado que los anticuerpos circulantes contra SARS-CoV o MERS-CoV duran al menos 1 año, que los niveles sostenidos de IgG se mantuvieron durante más de 2 años después de la infección por SARS-CoV y que las respuestas de anticuerpos en individuos con infección por MERS-CoV confirmada por laboratorio duraron al menos 34 meses después del brote.
Recientemente, varios estudios que caracterizan las respuestas inmunes adaptativas a la infección por SARS-CoV-2 han informado que la mayoría de los individuos convalecientes de COVID-19 tienen anticuerpos neutralizantes detectables, que se correlacionan con el número de células T específicas de virus. “En este estudio, observamos que los niveles de IgG y anticuerpos neutralizantes en una alta proporción de individuos que se recuperaron de la infección por SARS-CoV-2 comienzan a disminuir dentro de los 2-3 meses posteriores a la infección”, concluyeron.
La fuerza y la duración de la inmunidad después de la infección son cuestiones clave para la ‘inmunidad de escudo’ y para informar las decisiones sobre cómo y cuándo aliviar las restricciones de distanciamiento físico.
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