El viernes al mediodía, gran parte de la comunidad científica internacional,recibió con buenos ojos una noticia llegada desde Australia. Un grupo colaborativo de tres entidades de investigación del país oceánico publicó un paper en el que advertía que, de acuerdo a ensayos realizados exclusivamente in vitro, se había constatado que un fármaco antiparasitario lograba al menos frenar la multiplicación del virus SARS-coV-2.
Esta novedad permitió considerar al medicamento como una alternativa posible para aplicar a pacientes contagiados de coronavirus y mitigar el avance de la enfermedad.
Tanto en el paper como en las diversas interpretaciones realizadas por científicos de todo el mundo, y ante la euforia y la ansiedad de la comunidad internacional, se aclaró que el éxito del procedimiento se había producido mediante el mecanismo in vitro, es decir, sobre placas de laboratorio. Se advirtió que la práctica en seres vivos representaría un tratamiento y un abanico de situaciones mucho más complejo y amplio. Sin embargo, la seriedad y la experiencia de los autores del ensayo al menos permitió a la comunidad científica argentina prestar una mayor atención.
El estudio, publicado por especialistas del Biomedicine Discovery Institute (BDI) de la Universidad de Monash de Melbourne y del Peter Doherty Institute of Immunity and Infection (Doherty Institute) ,determinó que, de acuerdo a los análisis in vitro, el fármaco denominado ivermectina, que está indicado para uso antiparasitario en animales y en personas, lograba interrumpir el proceso de multiplicación del virus que ocasiona la Covid-19.
Adrián Lifschitz, investigador principal del Conicet, profesor asociado de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) e integrante del Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN), es especialista en el tratamiento con la ivermectina en animales y detalló en una charla telefónica con Infobae los pasos a seguir en la Argentina para poder apuntar a ensayos con seres humanos contagiados por el coronavirus.
“Es cierto que en estas últimas semanas aparecieron numerosos papers de todo tipo en el mundo sobre potenciales tratamientos contra esta enfermedad, pero cuando uno se pone a analizar de quién vino, ya puede tomarlos de otra manera”, afirmó.
“Uno ve que una de las autoras del paper australiano lleva trabajando desde 2012 con las propiedades de la ivermectina para actuar contra diferentes tipo de virus. E incluso, en la redacción del paper se percibe cómo estos científicos apelan a la mesura para comunicar cada dato al respecto”, completó.
Lifschitz indicó que la novedad anunciada por los científicos australianos es recién el primer paso de un proceso con muchas instancias. “En algunos lugares leí que esto permitía matar al virus en un lapso de 48 horas, pero no es tan así. Lo que demostraron es que al cabo de 48 horas se había logrado frenar la replicación del virus usando una técnica de laboratorio. Además, aclararon que el ensayo se realizó in vitro, que es una expresión absolutamente más simple que aplicarlo en seres vivos”.
La ivermectina se encuentra actualmente en el mercado famarcológico argentino. Su uso es masivo para el tratamiento de animales con parásitos. Sin embargo, está aprobada también para la aplicación a humanos. Se obtuvo éxito en el tratamiento contra parásitos internos en personas y también ante parasitosis externas como la sarna.
“Hay un punto muy a favor que es que este fármaco ya fue aprobado para el uso humano. Ya con eso, se avanzaron muchísimos pasos. Ahora, resta analizar todavía cuál es la dosis necesaria para aplicarlo a un contagiado con coronavirus y si esa misma dosis no produce efectos colaterales. Ese campo todavía es incierto”, detalló el especialista.
Ante la aparición de papers como el de los científicos australianos y con una psicosis mundial cada vez más grande respecto a las cifras que arroja la pandemia, resulta inevitable la inquietud de la comunidad ajena a la ciencia por el inicio de los experimentos y el hallazgo de un fármaco óptimo para el tratamiento.
Sin embargo, de la ansiedad de la población a la realidad de la ciencia todavía existe un trecho enorme.
“Entendemos la ansiedad por la aparición de una vacuna o de un fármaco que al menos frene el avance de la enfermedad, pero la ciencia no funciona así. Si se apuraran ciertos parámetros, se podrían ocasionar secuelas de igual gravedad o aún peores. Hay que ser meticuloso y estar detrás de cada detalle”, reflexionó Lifschitz.
Según pudo averiguar Infobae, en el transcurso de la semana, especialistas de diferentes partes del país presentarán el proyecto de ensayo a autoridades científicas para poder iniciar las pruebas.
“El primer paso que se debe enfrentar responde a la bioética de un ensayo. Es algo así como los pasos burocráticos. Se tiene que definir el centro de investigación donde se llevará a cabo el proyecto, un comité de expertos debe aprobar la realización del ensayo y hasta se debe iniciar un programa para encontrar a aquellas personas que se presten a someterse a los análisis”, destacó Lifschitz.
“Dado el marco, se espera que el trámite burocrático se pueda agilizar un poco respecto a los tiempos que se manejaban antes de que explotara la pandemia. Pero ya una vez que se comience con los ensayos, llevará el tiempo que sea necesario. No se pueden tomar atajos con esto”, añadió.
En el CIVETAN trabaja desde el viernes un grupo de al menos 20 científicos, bajo la dirección del Dr. Carlos Lanusse, que se enfoca directamente en las propiedades y los detalles de la ivermectina. Se aguarda que, en el caso de avanzar con los ensayos, asuman la posta otros científicos de otras áreas, ya que el ensayo contemplaría los potenciales estudios directamente en seres humanos.
“Estimo que, si se llega a aprobar el proyecto, ya los análisis pasarán a realizarse directamente con personas, no se apelará a nuevos ensayos en la modalidad in vitro”, destacó el científico veterinario.
Por el momento, el hecho de que el fármaco se distribuya en la Argentina y que ya esté aprobado para el consumo humano representa puntos a favor en el área científica local. Asimismo, desde la comunidad de investigadores nacionales se procura que la sociedad pueda apelar a la misma paciencia que mantiene para sostener la cuarentena, en pos de aguardar grandes anuncios respecto al tratamiento de la Covid-19.
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