Un equipo de profesionales de la arqueología y la paleontología perteneciente al Instituto de Investigaciones del Cuaternario Pampeano (INCUAPA – Conicet) con sede en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN se encuentran trabajando hace más de una semana en la extracción de restos fósiles de caparazones de cuatro gliptodontes que fueron hallados en el lecho del arroyo Salado, afluente que descarga sus aguas en la Laguna San Luis, del partido de Bolívar, provincia de Buenos Aires.
El equipo de docentes de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadores del INCUAPA – Conicet, fueron convocados para el rescate por la Municipalidad de Bolívar, tras el hallazgo por parte de un lugareño, que informó al municipio de la situación.
Según relató a Infobae el doctor Pablo Messineo, arqueólogo y miembro del equipo de investigadores, llegaron al lugar porque "un baqueano de la zona llevando las vacas a pastar por el campo cercano al arroyo vio que asomaban unos huesos que le llamaron bastante la atención porque no eran los típicos huesos de vaca o caballo que se suelen encontrar en la zona y los vio porque el cauce del arroyo está muy seco y afloraban sedimentos más antiguos, que es donde estaban alojados los gliptodontes”.
El peón, Juan de Dios Sota, dio aviso a la Municipalidad de Bolívar y allí llamaron a Messineo y se formó el grupo de rescate.
“Íbamos con la idea de recuperar dos gliptodontes al lugar, y cuando empezamos las excavaciones el lunes de la semana pasada con una retroexcavadora para hacer un zanjeo alrededor se descubrieron dos gliptodontes más”, explicó Messineo.
La especie encontrada es el Glyptodon Reticulatus, es decir el gliptodonte, una especie bastante común en el pleistoceno final. Se estima que su cronología data de hace 20.000 años aproximadamente. Eran armadillos de gran tamaño, megamamíferos que tenían un metro y medio de largo de coraza, más la cola, de unos 70 centímetros más. Medían alrededor de dos metros de largo y llegaban a pesar en algunos casos 800 kilos, una tonelada.
Consultado por este medio respecto a si era una especie que se movía en grupo o eran solitarios, el arqueólogo Pablo Messineo precisó: “No se sabe mucho qué características sociales tenían, si eran animales solitarios o vivían en grupos; en general los hallazgos que se hacen a lo largo de los arroyos, sobre todo en las barrancas o en sedimentos más antiguos son caparazones aislados o partes del esqueleto del animal que pueden ser húmeros, fémures, que aparecen representados de forma más aislada”.
“Este es el primer caso en el cual hay cuatro animales representados en este yacimiento, varios de ellos tienen la misma orientación, es decir que se encontraban caminando hacia el mismo lugar. Pensamos que pueden ser de diferentes rangos etarios, porque hay dos caparazones que son mucho más grandes y coinciden con ejemplares más adultos, mientras que los otros dos son más chicos, que podrían ser juveniles”, especificó Messineo.
En diálogo con Infobae, el paleontólogo del Conicet Ricardo Bonini destacó: “La importancia de este hallazgo reside en la cantidad de restos de estos megamamíferos que aparecieron porque no hay registro de tantos gliptodontes juntos”.
“La primera hipótesis que estudiamos es que los animales habrían quedado empantanados debido a que para ese momento la provincia de Buenos Aires el clima era más frío y más seco que el actual, con lo cual no había una red de drenajes definidos como hay en la actualidad y los cuerpos de agua eran bañados o lagunas y en alguna de ellas parece que murieron todos juntos”, agregó Bonini.
Ahora el grupo de investigadores llevará a cabo estudios más específicos para determinar qué edad tenían los 4 gliptodontes y la existencia o no en esta especie del denominado dimorfismo sexual -diferencias entre machos y hembras- y las divergencias existentes entre individuos adultos y juveniles.
“Un aspecto muy interesante del hallazgo es que los gliptodontes se encontraban en posición de vida, esto es muy llamativo ya que la mayoría de las veces se encuentran los caparazones invertidos, ya sea porque otros animales como zorros, pumas u otras especies carnívoras acceden a ellos para consumirlos”, explicó Messineo.
El trabajo de los paleontólogos y arqueólogos se vio interrumpido en los últimos días por las persistentes lluvias en Bolívar que hicieron crecer el lecho del arroyo. “Las tareas que estamos llevando adelante consisten en excavar la totalidad de los caparazones por afuera, para allí ponerle en algunos casos alguna laca a las partes que están más dañadas, para luego cubrirlos con papel y yeso, con estructuras de alambre para atravesarlo con unas maderas por debajo y finalmente los levantarán una retroexcavadora por tratarse de unos mil kilos y por estar en el lecho del río”, narró el arqueólogo.
Los restos fósiles quedarán alojados en el cine de la ciudad de Bolívar para su restauración y preservación. Los científicos darán charlas, irán a los colegios para explicar la limpieza y restauración de estos fósiles y sobre la arqueología y paleontología de la zona.
“Hemos excavado gran parte del yacimiento y lo que nos queda ahora es sacar los cuatro caparazones que aún están en el lugar, ya hemos extraído una de las colas de un gliptodonte, otros huesos que aparecieron en los alrededores como un fémur, húmero, algunas vértebras y costillas de estos animales pero pensamos que la gran parte de los otros huesos están alojados dentro de los caparazones debido a que murieron en posición de vida” detalló Pablo Messineo, quien también es docente e investigador del Conicet y del INCUAPA (Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano).
Llevan adelante estas tareas el licenciado José Luis Prado (dirige la investigación), el doctor Ricardo Bonini -ambos paleontólogos-, el doctor Pablo Messineo, el doctor Manuel Carrera Aizpitarte, el doctor Julio Merlo, el licenciado Jonathan Bellinzoni (arqueólogos), el técnico Juan Manuel Capuano, investigadores, técnicos y becarios del Conicet.
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