El calentamiento global esta dejando su huella en Australia, con los incendios que están ocurriendo desde septiembre pasado y que han consumido una superficie equivalente a Panamá. El impacto del fuego sobre la flora y la fauna nativa del país es de proporciones devastadoras. 28 personas murieron, se estima que más de 10,7 millones de hectáreas han sido quemadas en total, excluyendo el territorio del norte y se vieron afectados más de mil millones de animales.
Los incendios forestales son habituales en Australia. La causa inmediata que lo explica es, de acuerdo a la doctora en Biología Lorena Haurigot, “el clima, específicamente debido al dipolo oceánico o “Niño Índico”, un fenómeno de corrientes marinas similar a la corriente de “El Niño” del Pacifico que ha generado una temporada de calor y sequías extraordinarias, provocando que la temporada de incendios se inicie cuatro meses antes de lo esperado”.
Es que de acuerdo a un informe emitido el 20 de enero pasado por el Ministerio de Medio Ambiente australiano, los estudios preliminares muestran que al menos 327 especies protegidas de plantas y animales se encuentran afectadas. Esta lista comprende a 272 vegetales, 16 mamíferos, 14 ranas, 9 aves, 7 reptiles, 4 insectos, 4 peces y una araña. De estas especies, 31 han sido clasificadas como “en peligro critico”, 110 como “en peligro” y 186 como “vulnerables”, este estudio no incluye a los murciélagos. De las especies estudiadas, 49 han perdido casi toda su área de distribución, ya que más del 80% de sus hábitats han sido quemados, por lo que su situación es critica y podrían incluso extinguirse.
31 especies australianas afectadas por los incendios han sido clasificadas “en peligro critico”
La principal víctima de los incendios forestales de Australia son los animales, que se ven profundamente afectados, ya sea por exposición directa al fuego o por los períodos de sed, hambruna y falta de refugios donde esconderse de predadores, una vez que el fuego ha cesado. Sin embargo, “la vegetación es otra víctima silenciosa de estos incendios. Australia es un país megadiverso y casi el 90% de su flora es endémica, es decir que sólo se encuentra en este lugar. Se estima que esta comprende 35.000 especies de plantas, 3.000 tipos de líquenes (organismos que surgen de la asociación entre hongos y algas o bacterias fotosintéticas) y 250 especies de hongos”, especificó Haurigot, doctora en Química Biológica y microbiología molecular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
“Llamativamente, algunas especies de plantas están adaptadas para aprovechar los incendios mediante diferentes estrategias. Son conocidas como plantas pirófilas, es decir que poseen una relación positiva con el fuego”, enumeró la bióloga.
Entre las adaptaciones de las plantas para resistir físicamente al fuego, Haurigot mencionó las cortezas gruesas y raíces profundas que les permiten resistir un fuego leve a moderado sin daños sustanciales; las ramas mas bajas se caen y las hojas son húmedas y cortas, o difíciles de quemar, como por ejemplo las palmas, pinos y abetos. También pueden generar rebrotes a partir de sus raíces, troncos, ramas y copa, después de ser quemadas. Incluso la totalidad de su parte aérea puede llegar a quemarse completamente pero sus raíces son capaces de resistir y rebrotar con fuerza a los pocos días del evento, logrando reconstruir el ecosistema. Es el caso de los eucaliptos.
Otras especies aprovechan el fuego para liberarse de especies competidoras. Entre los pinos, algunos producen resinas o aceites que facilitan su propia combustión y la propagación del fuego. Mientras la planta nueva muere a causa del fuego, los brotes nuevos crecen en un suelo rico en nutrientes y con menos competencia. El roble y el álamo pertenecen a este grupo. Hay plantas, conocidas como “sembradoras” ya que si bien la planta muere tras el incendio, sus frutos o semillas resisten sacando ventaja del fuego que les aporta nutrientes reciclados, mas espacio para crecer y menos competencia por recursos como la luz solar, agua y nutrientes.
Las semillas pueden resistir el fuego o pueden ser estimuladas a germinar y algunos frutos dependen del fuego para abrirse y dispersar las semillas. Las semillas de muchas plantas están dormidas en el suelo hasta que se produce un incendio que les ofrece las condiciones necesarias para brotar. Algunas con cáscara dura requieren de calor para romperse y así poder germinar, fenómeno conocido como “serotinia”.
Los eucaliptos pueden llegar a quemarse completamente pero sus raíces son capaces de resistir al fuego y rebrotar con fuerza a los pocos días del evento
Los incendios han afectado principalmente la costa este, y sur de Australia, donde predominan los bosques de eucaliptos y acacias. Tres cuartas partes de las especies afectadas son plantas de acuerdo al Ministerio Australiano de Medio Ambiente lo que incluye al pino wollemi. Frente a este panorama desalentador, el Departamento ha comunicado que ha recibido informes de que los pinos se protegieron con éxito del fuego. La mayor parte de las plantas leñosas de Australia son resistentes al fuego moderado y a la sequía, incluyendo muchas especies de eucaliptos y acacias.
“La presencia de especies pirófilas de subpiso sugieren que los bosques de eucaliptos han sufrido incendios periódicos incluso antes de la aparición del hombre”, aseveró la doctora en biología. “Históricamente, existen evidencias de que los primeros pobladores de Australia usaban el fuego para ayudarse con la caza. De acuerdo a un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como consecuencia de ello la masa arbórea se hizo menos espesa favoreciendo a los Eucaliptos, en detrimento de otras especies menos resistentes al fuego”, agregó.
El fuego es parte del ciclo vital de algunos ecosistemas, resultando esencial para mantener cierto equilibrio dinámico entre las especies involucradas. En otros lugares, la perturbación de los ciclos naturales de incendios ha comprometido incluso la supervivencia de especies como las Secuoyas, por lo que se realizan estudios para reintroducir el fuego en estos ecosistemas. Los incendios limpian y enriquecen el suelo aportando nutrientes orgánicos del material quemado, a la vez que previenen la propagación de especies invasoras o nocivas para el ecosistema establecido. También crean espacios abiertos que permiten a las plantas jóvenes acceder a recursos y nutrientes, manteniendo la biodiversidad. Finalmente, el fuego elimina pestes y enfermedades vegetales, ayudando a las plantas a conservar su salud y dominancia en el ecosistema.
Sin embargo, “a pesar de la resiliencia al fuego que presentan muchas de las especies vegetales de Australia -lo que permitiría regenerar el bosque en el mediano plazo- las estrechas relaciones que tienen lugar entre la flora y la fauna son necesarias también para mantener el equilibrio del ecosistema”, destacó, al mismo tiempo que agregó que dentro de las especies animales en peligro, “se encuentran muchas especies de mamíferos e insectos que brindan servicios ecosistémicos fundamentales como la polinización y la dispersión de las semillas”.
“La actual temporada de incendios forestales es una de las mas graves y largas de Australia y podría incluso extenderse hasta marzo, cuando termine el verano. Las lluvias, inundaciones e incluso el granizo que se produjo quizás no hayan sido suficientes para combatir el fuego y su daño asociado. Además, algunas áreas han sido mas devastadas que otras, por lo que será necesario hacer evaluaciones exhaustivas una vez que se pueda ingresar en las zonas afectadas para conocer el impacto real del fuego”, subrayó Haurigot.
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