Un fenómeno extraño llamó la atención en el mundo de la astronomía. Y es que la estrella gigante Betelgeuse, una de las más brillantes de la Vía Láctea, disminuyó su luminosidad casi en un 25% desde septiembre del 2019, y el acontecimiento pone en alerta a los astrónomos, ya que podría significar su explosión en supernova, un fenómeno rarísimo en la galaxia.
Situada en la constelación de Orión, esta “super gigante roja”, casi mil veces más grande que el Sol, brilla con intensidad en el cielo de invierno, donde es visible gracias a su color rojo. Sin embargo, en el último su luz comenzó a decaer. “La estrella es una de las más famosas e importantes del cielo porque es una de las más grandes de la galaxia; históricamente, una de las más significativas. Si alguien la quiere ver tiene que ubicar las tres Marías y se encuentra al lado”, explicó a Infobae el licenciado Mariano Ribas, divulgador y coordinador del área de divulgación científica del Planetario Galileo Galilei.
El experto explicó que no es la primera vez que sucede que esta “súper gigante roja” muestra una pérdida de brillo: “No es la primera vez que sucede, porque de hecho es un tipo de estrella variable, que a lo largo de los meses a veces recuperan brillo y luego se empalidecen. Lo que notamos es que desde hace pocos meses se registró una pérdida de brillo tan significativa que está en su menor brillo en décadas”.
“Las personas la van a ver en el cielo. Sin embargo, es algo a lo que deben estar atentos los especialistas, porque sí es verdad que antes de que las estrelles exploten muestran una baja de brillo. Esto no quiere decir que explote mañana o en unas semanas. En términos muy sintéticos, la posibilidad del estallido es real, pero es difícil de predecir. No se puede descartar y es algo muy interesante como todo el mundo que está vinculado a la astronomía le está prestando atención”, apuntó Ribas.
Que Betelgeuse sea conocida como una estrella variable implica que tiene ciclos de aproximadamente 420 días durante los cuales su brillo cambia de manera periódica. Pero quienes monitorean sus cambios desde hace décadas notaron que aumentó “dramáticamente” desde octubre.
“La afirmación de que la estrella va a estallar pronto o no, no es acertada. Por el tamaño que se supone que tiene la estrella en cuanto a masa uno podría suponer que está en escenario de este tipo de estrellas ‘supergigantes’. Hasta último momento no se puede predecir nada”, dijo a este medio Diego Cirilo-Lombardo, investigador adjunto del Conicet y miembro del Instituto Nacional de Física de Plasma.
Las gigantes rojas, como Betelgeuse, tienen un período de vida relativamente corto, en comparación con otros cuerpos celestes: suele extenderse durante 10 millones de años. Y la estrella lleva 8,5 millones de existencia.
En el plano científico, el acontecimiento facilitaría a los astrónomos seguir en directo y por primera vez en la historia, las diferentes fases de la explosión, una preciosa oportunidad para medir la expansión del Universo. “Si finalmente la estrella explota, es un fenómeno que con la tecnología de hoy podría ser muy útil para estudiar la muerte de una estrella. Y es que la última estrella que pasó por un proceso similar fue hace 400 años, y si nos situamos hace dos milenios, hubo nada más que cinco. Son fenómenos rarísimos pero para la astronomía moderna sería la primera vez que suceda”, enfatizó Ribas.
“Si llega a suceder esta explosión, nos dará la oportunidad a los científicos un poco más de entendimiento observacional de la vida de las estrellas, que ahora se podrán valorar más gracias a los avances de la tecnología y así poder estudiar qué es lo que sucede en el mecanismo interno de la estrella”, apuntó Lombardo.
De, efectivamente, suceder, el colapso sería de una magnitud tal que podría observarse a plena luz del día. Según consignó National Geographic, emitiría un brillo azulado mayor que el de la Luna llena durante un tres o cuatro meses, y luego tardaría un año en disiparse
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