Descubren que las experiencias cercanas a la muerte producen efectos similares a la droga ketamina como “sentirse fuera del cuerpo”

Un equipo liderado por el investigador del Conicet Enzo Tagliazucchi utilizó técnicas de inteligencia artificial y detectó que las experiencias cercanas a la muerte generan sensaciones similares a las producidas por el consumo de drogas como la ketamina. Se espera que el conocimiento pueda usarse para desarrollar mejores medicinas para dar mejor alivio al dolor en pacientes terminales

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La luz al final del
La luz al final del tunel y un sensación placentera es la que sienten las personas que volvieron de la muerte

Sienten que abandonan su cuerpo. Que flotan en un espacio extraño. Que transitan por un túnel sin retorno hacia la luz. Que sus recuerdos de toda la vida pasan como una película acelerada. En muchos casos, se registra una sensación intensa y libre de dolor. Así son las experiencias cercanas a la muerte, un fenómeno de alteración de la conciencia que las ciencias han estado tratando de desentrañar. Ahora, un grupo de investigadores ha identificado más evidencias de que las experiencias cercanas a la muerte generan sensaciones muy parecidas a las que produce el consumo de drogas como la ketamina.

Las experiencias cercanas a la muerte han sido vividas en toda la historia de la humanidad. A fines del siglo XIX, el epistemólogo francés Victor Egger empezó a identificar “experiencias de muerte inminente”. En inglés, el filósofo y psicólogo estadounidense Raymond Moody publicó su libro “Vida después de la vida” en 1975 donde habló de “experiencias cercanas a la muerte”. Desde entonces, hay investigadores que han desarrollado y refinado escalas para medir esas experiencias y comprender qué le pasa al cerebro cuando se desencadenan. Se pueden percibir incluso si la persona no está en riesgo real de perder su vida.

El estudio del cerebro cada
El estudio del cerebro cada vez amplía con nuevas investigaciones (Shutterstock)

El equipo liderado por el investigador del Conicet de la Argentina, Enzo Tagliazucchi, del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, comparó las narrativas de 625 personas que pasaron por experiencias cercanas a la muerte y más de 15.000 testimonios de personas que habían consumido algún tipo de sustancia psicoactiva (como los antidepresivos y la ketamina). Es la primera vez que se lleva a cabo este tipo de comparación con sustancias distintas a gran escala.

A través de una herramienta de procesamiento del lenguaje natural del campo de la inteligencia artificial, los científicos pudieron analizar las palabras que utilizaron ambos grupos y su frecuencia a gran escala. En el ranking que elaboraron, encontraron que los efectos asociados al consumo de ketamina eran los más similares a los efectos que se narraban después de experiencias cercanas a la muerte.

La ketamina es una sustancia que se desarrolló como droga sintética en los Estados Unidos en 1962 y se aprobó como anestésico. Se la indica también en veterinaria. Por fuera del ambiente médico, también avanzó un consumo problemático de ketamina en fiestas electrónicas y otros encuentros sociales. Se la considera una droga disociativa ya que distorsiona las percepciones visuales y auditivas, y produce sentimientos de aislamiento o disociación del medio ambiente y de sí mismo. Hoy la ketamina es una droga legal pero con potencial de abuso.

La ketamina es una sustancia
La ketamina es una sustancia que se desarrolló como droga sintética en los Estados Unidos en 1962 y se aprobó como anestésico (Shutterstock)

En segundo lugar en el ranking, los investigadores -que publicaron el estudio en la revista Consciousness and Cognition- identificaron al consumo de la planta Salvia divinorum, que se conoce popularmente como “salvia de los dioses” y es originaria de México. Aún se conoce poco sobre sus efectos adversos y la seguridad de su consumo a largo plazo. En tercer lugar, ubicaron otras sustancias como el peyote -que proviene de una cactácea originaria del desierto del norte de México y sur de Estados Unidos-, la sustancia dimetiltriptamina (DMT) que se encuentra en la cocción amazónica conocida como ayahuasca, y el LSD (dietilamida del ácido lisérgico).

En el estudio publicado, también participaron la investigadora de Fleni de Argentina, Carla Pallavicini, y científicos del Grupo Ciencia del Coma, el Hospital Universitario de Lieja, de Bélgica, el Erowid Center, de California, Estados Unidos, la Universidad del Sistema de Salud de Virginia, Estados Unidos, y del Instituto ICM de París, Francia.

Tras la investigación, el doctor Tagliazucchi comentó a Infobae: “Encontramos que las experiencias cercanas a la muerte son muy similares a los efectos que produce la ketamina en el cerebro. Pero aún no sabemos cuáles son los mecanismos específicos que generan esas sensaciones similares. Consideramos que se necesitan más estudios. En el futuro, se podría llegar a desarrollar algún tipo de fármaco que imite los efectos de la ketamina para dar alivio de la ansiedad en pacientes terminales”.

¿Por qué el cerebro humano
¿Por qué el cerebro humano necesita producir las experiencias cercanas a la muerte?, se preguntan los científicos

¿Puede ser perjudicial tener una experiencia cercana a la muerte? “No tienen un efecto claramente positivo o negativo en la salud mental. Algunas personas sienten un gran incremento en su bienestar y propósito en la vida luego de tener una experiencia cercana a la muerte. Para otras personas, pueden ser eventos traumáticos o difíciles de compatibilizar con el regreso a las realidades de la vida cotidiana. Por lo tanto, no parece que inducir ese tipo de experiencias en el laboratorio pueda tener un efecto terapéutico”, contestó Tagliazucchi.

“Una excepción posible son las personas que experimentan ansiedad ante el fin de la vida por tener un diagnóstico de una enfermedad terminal. Inducir experiencias similares a las experiencias cercanas a la muerte con ketamina o con psicodélicos como la ayahuasca podría permitir a los pacientes aliviar su ansiedad. Existe evidencia preliminar en esa dirección, pero hace falta más investigación para tener evidencia concluyente”, afirmó.

Queda mucho por explicar: ¿Por qué el cerebro humano necesita producir las experiencias cercanas a la muerte? Hay una hipótesis por confirmar. Cuando una persona se encuentra en condiciones críticas, el cerebro recibe poco oxígeno y se produce una liberación masiva de una sustancia química, llamada glutamato, que se aloja dentro de las neuronas y hace que se comuniquen entre sí. Al liberarse mucho glutamato, las neuronas se activan de manera descontrolada y se pueden morir. De esta manera, se genera daño cerebral.

Para algunos especialistas, en los
Para algunos especialistas, en los efectos secundarios de la sustancia se encuentra la clave para la recuperación

“La hipótesis actual de los científicos es que en ese momento crítico el cerebro liberaría otra sustancia química que bloquearía por un tiempo la acción del glutamato y protegería a las neuronas. Las propiedades que tendría la hipotética sustancia química son muy similares a las que posee la ketamina. Por eso se piensa que la ketamina genera un efecto similar al que genera esa sustancia que se libera para proteger al cerebro en situaciones críticas. Esa hipótesis explicaría por qué las experiencias con ketamina son muy similares a las experiencias cercanas a la muerte”, señaló Tagliazucchi.

Consultado por Infobae, Harry Campos Cervera, médico psiquiatra, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), y Magíster en Psiconeuroinmunoendocrinología por la Universidad Favaloro, opinó que “el nuevo estudio demuestra que las experiencias cercanas a la muerte no están vinculadas a cuestiones religiosas ni místicas. Hay mecanismos en el mismo cerebro que pueden activar efectos similares a los de las drogas como la ketamina. En definitiva, el cerebro busca protegerse a sí mismo del sufrimiento de su propio fin. Este concepto también hay que considerarlo en el acercamiento a las personas que realizan consumos problemáticos de drogas. Al consumir, persiguen evitar algún tipo de sufrimiento”.

La ketamina en Argentina

En la Argentina, según la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (ex Sedronar), la prevalencia de consumo problemático de ketamina alcanzó a 145.000 personas de entre 12 y 65 años en 2017.

La ketamina es utilizada en
La ketamina es utilizada en varios estudios científicos (Shutterstock)

Es más frecuente entre los que tienen entre 18 y 24 años. Sin control médico, el consumo de ketamina puede ser perjudicial: produce alteraciones de la percepción, reducción del rendimiento cognitivo, dificultad para recordar palabras y disminución de la memoria inmediata, entre otros efectos. Como se pierde conciencia sobre el manejo de su cuerpo y sufre accidentes, la persona que consume ketamina sin control médico se puede morir.

Sin embargo, el doctor Eduardo Stonski, director del curso universitario de Evaluación y Tratamiento del Dolor del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires y Jefe del Grupo de Alivio del Dolor (GADA), destacó a Infobae la indicación de esta sustancia dentro del ámbito hospitalario: “La ketamina tiene su espacio en pacientes con dolor refractario. En general, son pacientes con cánceres avanzados que no han tenido buena respuesta con la indicación médica de altas dosis de opioides, antidepresivos y anticonvulsivantes. En estos casos, se necesita actuar sobre receptores del cerebro relacionados con el dolor junto con otras medicaciones como la metadona”. El especialista aclaró que “la ketamina, en dosis bajas e indicada por un profesional de la salud, puede producir el alivio del dolor en los pacientes”.

Además, existe otra droga que es casi idéntica a la ketamina que ya se indica para casos de depresión. En marzo pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso del aerosol nasal con esketamina, en combinación con un antidepresivo oral, para el tratamiento de la depresión en adultos que han probado otros medicamentos antidepresivos, pero que no les han funcionado.

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