Eliav Barr dice que nació en el seno de “una familia muy médica” en Israel. Su padre es cardiólogo y su madre, enfermera. Se mudaron a los Estados Unidos y, tras cursar la escuela secundaria, Barr eligió explorar el terreno de la biomedicina: se dedicó a la investigación clínica para estudiar infecciones y desarrollar vacunas y medicamentos. Pero le agregó su impronta: es un defensor de la diversidad sexual en las ciencias en general y en las empresas farmacéuticas. “Las ciencias también avanzan al incluir la diversidad sexual”, señaló a Infobae en una entrevista durante su visita a Buenos Aires como vicepresidente senior global de asuntos médicos del laboratorio MSD para reunirse con representantes de asociaciones médicas de la Argentina y contar novedades en vacunas.
-¿Por qué importa la diversidad sexual en las ciencias?
Barr: -Tenemos que asegurarnos que todos seamos tratados con dignidad. En biomedicina, hay que valorar que una persona sea un gran científico o una gran científica y que tenga pasión por la salud pública. No importa cuál sea su color de piel, ni su orientación sexual, ni su identidad de género. Desafortunadamente, hay un largo camino por recorrer. Mi sueño es que las diferencias entre las personas no lleven a la discriminación, ni que sean barreras para conseguir trabajo ni para desarrollar una carrera profesional.
-Según una nota que publicó el diario The New York Times, usted se casó con su novio en 2016 en California. ¿Tuvo alguna dificultad por su orientación sexual a lo largo de su carrera?
-Empezamos a salir en 1994 por un aviso que puse en el diario en el que decía que buscaba un hombre para “establecerme y disfrutar del mundo”. Fue antes de que las citas por Internet fueran masivas. Como me tuve que mudar desde Chicago a Filadelfia para trabajar en investigación clínica, dije abiertamente que estaba en pareja con un hombre. No he tenido problemas, pero muchas personas aún enfrentan dificultades por su identidad de género o por su orientación sexual. Todavía son discriminadas en el acceso a la educación, a la salud y al trabajo. Por eso, soy consciente de esos problemas y trabajo para promover la inclusión y la diversidad sexual en las empresas. Por ejemplo, ayer estuve en Brasil y convocamos para hacer una cena de la diversidad.
-¿Qué beneficios traería una mayor inclusión de la diversidad en la investigación científica?
-Traería nuevas ideas de personas que hoy no acceden a puestos de trabajo. Pero también trabajar con la diversidad nos ayudaría para el mejor control de enfermedades. Por ejemplo, la epidemia del VIH puede controlarse pronto. Hoy contamos con medicamentos para las personas en mayor riesgo de adquirir la infección y para las personas viviendo con el virus. Si las personas tienen acceso a la educación y a los tratamientos, la infección es controlable. En cambio, si la persona es pobre, la situación frente al VIH cambia notablemente. En los Estados Unidos, hay poblaciones específicas que aún son muy difíciles de alcanzar. Considero que si se las escuchara más cuáles son sus opiniones, podríamos avanzar más. Lo hemos aprendido del trabajo que se hizo en Africa, donde al dar voz a las comunidades se pudo mejorar el control de la epidemia de VIH.
-Trabajó en el desarrollo de la primera vacuna contra el virus del papiloma humano que previene el cáncer de cuello uterino. ¿Cuál es la situación hoy de esa vacuna?
-La primera vacuna contra el virus del papiloma humano se desarrolló tras muchos años de investigación en biotecnología y después de que se realizaran ensayos clínicos sobre su eficacia y seguridad. Fue aprobada en los Estados Unidos en 2006. Protege contra los tipos 6, 11, 16, y 18 del virus del papiloma humano. En la actualidad, está autorizada en más de 120 países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda las vacunas que protegen contra los virus del papiloma humano 16 y 18. Porque hay que tener en cuenta que el virus del papiloma humano, más conocido como VPH, es el causante de infecciones transmisibles en mucosas y en piel (produce verrugas cutáneas y genitales). Algunos genotipos del virus pueden causar cáncer de cuello uterino, vagina, pene y ano.
-A más de 10 años de su primer aprobación, ¿ya se sabe el impacto de las vacunas para VPH?
-Sí. En julio pasado, se publicó en la revista The Lancet un metanálisis que incluyó datos de 60 millones de individuos y hasta 8 años de seguimiento después de la vacunación. Se concluyó que la inmunización contra el VPH tuvo un impacto significativo en la reducción de la infección por el virus, en el diagnóstico de verrugas anogenitales asociadas y en la detección de lesiones precancerosas de cuello del útero. Fue un trabajo de investigadores de la Universidad Laval de Quebec, Canadá, y demostró que la vacunación se asoció a una reducción del 83% de las nuevas infecciones por virus VPH 16 y 18 en mujeres de entre 13 y 19 años, y del 66% en las mujeres de entre 20 y 24 años. En la Argentina, desde 2011 la vacuna contra el VPH está en el calendario oficial para todas las niñas de 11 años nacidas a partir del año 2000, y desde 2017 se amplía para todos los varones de 11 años nacidos a partir del año 2006. En otros países, el acceso a la vacuna aún es un tema pendiente. Hoy existen tres vacunas para prevenir la infección por VPH en el mundo. La última vacuna contra VPH en ser aprobada en EE.UU está indicada para hombres y mujeres de 9 a 45 años de edad desde 2018. Protege contra los tipos 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52, y 58 del virus del papiloma humano. Una cuestión que se debe tener en cuenta es que la vacuna contra el VPH no tiene el objetivo de reemplazar el examen de Papanicolaou.
-A principios de este año, la OMS advirtió que la renuencia a la vacunación era una de las 10 amenazas a la salud pública global. ¿Por qué se da ese problema?
-La renuencia o la negativa a vacunarse o vacunar a los hijos está basada en información falsa que circula a través de redes sociales o de Internet. Hay sólidas evidencias científicas que demuestran que las vacunas son seguras y funcionan para prevenir enfermedades. Son una de las formas más costo-efectivas en salud pública. Según la OMS, las vacunas previenen de 2 a 3 millones de muertes al año, y otros 1,5 millones de muertes podrían evitarse si se mejorara la cobertura mundial de las vacunas. La desinformación ha llevado a que haya gente que no está vacunada, especialmente niños, y que se hayan producido brotes de sarampión. Sé que en la Argentina, se han registrado 44 casos este año. Lamentablemente, la desinformación puede poner freno al proceso de eliminación del sarampión que estaba en marcha en todo el mundo.
-¿Qué vacunas están en camino?
-Esta semana (10 de noviembre) la Comisión Europea autorizó la comercialización de la vacuna, que se desarrolló a partir del brote de Ébola en Africa Occidental en 2014. Se basó en una recomendación positiva de la Agencia Europea de Medicinas (EMEA). La vacuna ya se probó como parte de un protocolo específico en trabajadores de la salud o en personas que estaban en riesgo de exposición a otras personas infectadas.
También trabajamos en el desarrollo de una vacuna contra el neumococo que dará mayor protección a los menores de 2 años, y en el desarrollo de vacuna contra el citomegalovirus que puede causar infecciones de gravedad variable. Se viene un tiempo con una mayor variedad de vacunas, y el desafío para gobiernos, asociaciones médicas, asociaciones de pacientes y empresas para difundir el beneficio de la inmunización y aclarar qué es verdadero y qué es falso. Se trabaja también en reducir el número de dosis de la vacunación para facilitar el acceso.
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