Cada vez que una persona respira, se aporta oxígeno a las células del organismo, oxígeno que necesitan para convertir alimento en energía. Hace tiempo que la comunidad científica sabe que las células deben sentir de alguna manera cuánto oxígeno está disponible para así ajustar sus índices metabólicos y realizar diferentes tareas dentro del cuerpo. Sin embargo, por mucho tiempo, los mecanismos detrás de este proceso fueron un misterio.
Este lunes, el Premio Nobel de Medicina fue otorgado a dos estadounidenses y un británico, quienes descubrieron el mecanismo molecular que regula cómo las células se comportan cuando los niveles de oxígeno caen. Sus investigaciones sobre las maneras en las que las células sienten y se adaptan a la disponibilidad variable de oxígeno no solo revelaron la maquinaria detrás de uno de los procesos más importantes para la vida, sino que fueron fundamentales para las perspectivas presentes y futuras en el tratamiento en diferentes campos de la salud, en especial el del cáncer y la anemia.
William Kaelin, Gregg Semenza y Peter Ratcliffe -cuyo galardón inauguró la semana de los Nobel- fueron premiados por sus investigaciones “que revelan los mecanismos moleculares producidos en la adaptación de células al aporte variable de oxígeno” en el cuerpo, según dieron a conocer desde la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska en Estocolmo.
"La importancia fundamental del oxígeno es conocida desde hace siglos, pero el proceso de adaptación de las células a las variaciones del nivel de oxígeno ha sido durante largo tiempo un misterio", explicó la Asamblea.
“Los intensos esfuerzos actualmente en curso en laboratorios universitarios y empresas farmacéuticas están centrados en desarrollar medicamentos capaces de interferir en diferentes fases de una patología, activando o bloqueando el mecanismo de captación de oxígeno”, aseguró el jurado del Nobel.
“Esta investigación es muy interesante porque se abre una ventana para tratar patologías cardiovasculares o accidentes cerebrovasculares, en los que la oxigenación tiene un impacto directo”, detalló en diálogo con Infobae el doctor Máximo Zimerman, investigador y director de la Clínica de ACV en INECO. “Todo está, igual, en etapa experimental, pero existe la posibilidad de tener en cuenta qué pasa con el cuerpo en situaciones cuando se requiere más oxígeno”.
Según información de AFP, Kaelin, de 61 años, trabaja en el Howard Hughes Medical Institute en Estados Unidos; Semenza, de 63, dirige el programa de investigación vascular en el John Hopkins Institute de investigación sobre ingeniería celular; Ratcliffe, de 65, es director de investigación clínica en el Francis Crick Institute de Londres y del Target Discovery Institute de Oxford.
“Los tres científicos demostraron la capacidad de las células para adaptarse a distintas situaciones y su plasticidad en escenarios deprivados de oxígeno, como las células tumorales. Esto permitirá abrir nuevas ventanas de oportunidad para identificar blancos terapéuticos efectivos”, subrayó también en diálogo con este medio el médico Matías Chacón, uno de los principales referentes en oncología del Instituto Alexander Fleming.
La importancia de esta investigación en el campo del cáncer
El crecimiento de los tumores depende del aporte en oxígeno a la sangre, en particular en ciertos cánceres de progresión rápida, como el de hígado, que consumen tanta energía que queman todo el oxígeno disponible en torno a ellos. De esta manera, la investigación de estos tres científicos es fundamental para desarrollar nuevas terapias en el campo oncológico.
“Los organismos vivos y las células necesitan oxígeno para su supervivencia”, explicó en diálogo con Infobae la licenciada María Adela Jasnis, investigadora UBA y subdirectora del Instituto de Oncología A. H. Roffo. “Las células normales y las células tumorales lo necesitan. El metabolismo, que es cómo se procesa el oxígeno una vez que entra el cuerpo, es necesario para generar energía para su supervivencia y para toda la maquinaria de síntesis de proteínas de las células”.
Y el metabolismo del oxígeno de una célula normal es distinto al de una célula tumoral, según afirmó la experta. “La célula tumoral tiene un metabolismo más rápido, es decir, necesita una mayor cantidad de oxígeno, ya que se divide muy rápidamente. A veces, esa cantidad de oxígeno es insuficiente y la célula tumoral requiere más que la célula normal”.
“Los vasos sanguíneos que irrigan el tumor son diferentes a los vasos normales. Por lo tanto, la cantidad de oxígeno que llega al tumor es diferente a la que llega a una célula normal, y en general es mucho menor de la que la célula requiere para su supervivencia. Eso hace que muchas veces la célula entre en un estado de hipoxia, lo que implica que tiene que crecer en condiciones de menor cantidad de oxígeno”.
Una célula normal, cuando no tiene la cantidad suficiente de oxígeno, se muere, porque no puede sobrevivir a esas condiciones. Sin embargo, la célula tumoral se adapta a esas condiciones de menor cantidad de oxígeno y puede sobrevivir. Muchas veces, esa situación de menor cantidad de oxígeno favorece la proliferación y la supervivencia de la célula tumoral.
“Por eso, una de las líneas de investigación de nuevas terapias es poder modificar las condiciones de hipoxia de las células tumorales como tratamiento terapéutico”, concluyó Jasnis.
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