No todos saben a ciencia cierta qué es un gliptodonte. Se lo podría definir como una especie de armadillo gigante que vivió en la era del Pleistoceno. Su rasgo fundamental es su enorme caparazón. Tan grande que podría albergar hasta a siete familias, y en promedio pesa más de dos toneladas. Diez mil años después de su extinción fue hallado un ejemplar por un grupo de cinco amigos que estaban pescando en el Arroyo Alegre en la localidad bonaerense de Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza, en una condición casi intacta.
Hace dos años todo transcurría con la normalidad de un típico y apacible día de pesca para Imanol Ojeda, quien en ese entonces tenía 16 años. Pero todo cambió cuando notó que había tocado algo rígido con su caña de pescar: había descubierto un gran caparazón de tortuga en el fondo del arroyo. En ese mismo momento tomo una decisión: guardar silencio sobre el hallazgo hasta cumplir los 18 años. “Guardé el secreto durante dos años porque quería cumplir 18 años y así poder revelarlo. Al principio pensé que era una tortuga, pero me acordé del anterior gliptodonte que habían encontrado en la zona. La verdad es que sigo emocionado de haberlo encontrado”, explicó Ojeda a Infobae.
Y es que éste es el segundo hallazgo similar en la zona. A 1 km de distancia - en diciembre de 2015 - ya habían encontrado el mismo resto fósil en otro arroyo de la ciudad, un ejemplar que ahora se encuentra exhibido en el Museo Regional de Tristán Suárez.
Este flamante hallazgo ocurrió el pasado domingo 29 de septiembre, pero las excavaciones todavía no comenzaron y se espera que todo retome su curso el próximo lunes 7 de octubre. A pesar de que ya se comunicaron con las autoridades pertinentes, el grupo de amigos no se separará del gliptodonte hasta que lo excaven. “Pusimos un campamento y hacemos guardias de a dos para cuidar y preservar al animal. La verdad es que queremos asegurarnos que todo salga bien”, enfatizó Ojeda a Infobae, quien a pesar de las condiciones climáticas junto a su grupo de amigos sigue custodiando el hallazgo. Hasta dispusieron carpas a la orilla del arroyo para proteger la integridad de la especie.
En dialogó con el paleontólogo al que se notificó del hallazgo, Oscar Vique, de la reserva paleontológica de Marcos Paz, aseguró que este acontecimiento es muy importante porque el fósil está en un estado único. “Estoy en el lugar junto con la policía para cuidar la integridad de lo hallado que se encuentra en un estado casi perfecto, teniendo en cuenta la cantidad de años que pasaron. Ya notificamos a Patrimonio de Nación, al Museo de La Plata y yo estoy en representación del área de arqueología como grupo extractor de fósiles”, aseguró a Infobae Vique.
“Para tener una idea de lo inmenso que podían llegar a ser estos animales, solo el caparazón está compuesto por entre 1500 y 1600 placas oséas individuales. Lo interesante es que el material de hueso del caparazón no estaba asociado a su esqueleto. Lo que significa que además de su cuerpo tenían este caparazón inmenso que los protegía, por eso su método de defensa era “meterse adentro” de su caparazón. En su cabeza poseían material de hueso que los protegía. Era un animal herbívoro que ocupó y transitó la mayoría del territorio de América del Sur y del Norte”, enfatizó Vique.
Como principal causa de su extinción, el paleontólogo señaló a la caza por parte de los seres humanos, quienes se cree que se unieron a la lista de depredadores del gliptodonte poco antes de su extinción definitiva. Los hombres de la época lo cazaban por su carne y por sus enormes caparazones que eran utilizadas como refugio.
El grupo del hallazgo compuesto por los amigos Imanol Ojeda, Nicolas Sepúlveda, Alan Sepúlveda, Cristian Villalba y Rodolfo Cuenca no pueden salir de su asombro por la relevancia que tomó el descubrimiento. Los cinco compinches de toda la vida y cuyo hábito no era otro que ir a pescar al Arroyo Alegre todos los sábados por la mañana tienen un solo deseo: “Nuestro deseo es que el gliptodonte se quede en la zona como algo simbólico. Que no se lo lleven a otra localidad. Queremos proponer abrir un museo en Carlos Spegazzini y que también figuren nuestros nombres, para que le podamos mostrar el día de mañana, a nuestros hijos o nietos nuestro descubrimiento y pasar a la historia como el grupo de amigos que descubrió el gliptodonte de Spegazzini”, comentó Ojeda.
Mientras terminan de coordinar quien se quedará esta noche a custodiar el gran hallazgo fósil, los cinco amigos esperan que su deseo sea escuchado y pasar a la historia como los descubridores del gliptodonte de Spegazzini.
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