Una investigación, publicada en línea el 1 de mayo en la prestigiosa revista científica Nature, demuestra que una mandíbula de denisovano descubierta en una cueva en la meseta tibetana, indica que el Homo sapiens no fue el primer ser humano en conquistar tales tierras de grandes alturas.
Hasta ahora, los únicos restos fósiles de los denisovanos, una especie relacionada con los neandertales, habían sido hallados en la cueva de Denisova, en Siberia.
Pero ahora, un equipo de investigadores dirigido por Fahu Chen, del Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana; Dongjiu Zhang, de la Universidad de Lanzhou; y Jean Jacques Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, acaban de publicar la descripción de una mandíbula de 160.000 años de antigüedad, perteneciente a esa misma especie y hallada en Xiahe, en China.
Se trata de la primera evidencia de esta especie encontrada fuera de las Cuevas de Denisova, en Siberia. "La mandíbula de Xiahe probablemente representa el fósil homínido más antiguo de la Meseta tibetana", explicó el autor del estudio, Fahu Chen. Según el experto, este antepasado ya se había adaptado a vivir en este ambiente de elevada altitud y bajo de oxígeno, mucho antes de que el Homo sapiens llegara a la región.
"Encontrar evidencia de un denisovano en el altiplano de 4 500 metros muestra que la evolución humana fue mucho más complicada de lo que pensábamos", afirmó el paleoantropólogo Jean-Jacques Hublin del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania.
"Tenemos al Homo erectus, que vivió hace aproximadamente 2 millones de años, grupos de homínidos Denisovanos, luego nuestra especie", dijo Hublin en una conferencia de prensa sobre los hallazgos dando por entendido que diferentes especies humanas, incluida la nuestra, tuvieron relaciones sexuales entre sí. Al hacerlo, integramos genes de estas especies antiguas en nuestro genoma humano moderno, con rastros de ADN de denisovanos detectados en las poblaciones humanas modernas locales y en personas tan lejanas como Australia.
A juzgar por su ADN, los denisovanos compartieron un ancestro común con los neandertales hace unos 400,000 años. Se cruzaron con neandertales y con nuestra propia especie. Hoy en día, las personas en el este de Asia, Australia, las islas del Pacífico y las Américas tienen algo de ADN denisovano.
La mayor parte de lo que sabemos acerca de los Denisovanos hasta ahora proviene del ADN, que fue secuenciado a partir de los huesos en la cueva de la montaña Altai. Esto incluía una variante genética, o mutación, llamada EPAS1, que se ha relacionado con la capacidad de las personas del Himalaya para resistir la hipoxia, las condiciones de bajo oxígeno que se encuentran en las alturas.
"Las huellas del ADN de los denisovanos -precisó Hublin- se encuentran en las poblaciones actuales de Asia, Australia y Melanesia, lo que sugiere que estos antiguos homininos se expandieron y ocuparon amplias regiones. Sin embargo, hasta ahora, los únicos fósiles que les representaban solo se habían identificado en la cueva Denisova".
La cueva de Karst Baishiya
Los investigadores estudiaron al detalle la mandíbula inferior hallada en la meseta tibetana, más precisamente en la cueva de Karst Baishiya en Xiahe, China, ubicada a 3200 metros de altura. El fósil fue descubierto originalmente en 1980 por un monje local que visitaba la cueva para rezar, que lo donó al 6º Buda Viviente, Gung-Thang, quien a su vez lo cedió a la Universidad de Lanzhou.
Desde 2010, Fahu Chen y Dongju Zhang, de la Universidad de Lanzhou, han estado estudiando la zona del descubrimiento. Y en 2016 empezaron a colaborar con el Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck para avanzar con el análisis del fósil.
Si bien los científicos no pudieron encontrar rastros de ADN preservados en la mandíbula, sí lograron extraer proteínas de uno de los molares, que luego analizaron detalladamente.
"Las proteínas antiguas de la mandíbula están altamente degradadas y son, por lo tanto, claramente distinguibles de las proteínas modernas que podrían contaminar una muestra. Nuestro análisis de proteínas indica que la mandíbula de Xiahe pertenecía a una población de homininos que estaba estrechamente relacionada con los denisovanos de la cueva Denisova", precisó Frido Welker, otro de los miembros del equipo.
Una mandíbula muy bien conservada
Los científicos afirma que la mandíbula, de forma robusta primitiva y grandes molares aún unidos, está muy bien conservada. Ello sugiere que perteneció a un hominino del Pleistoceno Medio que compartía rasgos anatómicos tanto con neandertales como con los individuos de la Cueva Denisova.
"La datación de la mandíbula arrojó una antigüedad de por lo menos 160.000 años. Chuan-Chou Shen, del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional de Taiwán, que realizó la datación, asegura que «esta edad mínima es igual a la de los especímenes más antiguos de la Cueva Denisova".
"La mandíbula de Xiahe probablemente representa el primer fósil de homininos en la meseta tibetana. Nuestros análisis allanan el camino hacia una mejor comprensión de la historia evolutiva de los homíninos del Pleistoceno medio en el este de Asia", concluyó Fahu Chen.
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