La primera nave espacial de Israel no logró descender en la Luna, después de haber despegado el 21 de febrero último desde Cabo Cañaveral, en Florida, EEUU, y haber recorrido más de 6,5 millones de kilómetros hasta la órbita lunar.
Beresheet, construida por SpaceIL e Israel Aerospace Industries (IAI), tuvo como objetivo convertirse en la primera nave israelí y la primera misión financiada de forma privada en aterrizar suavemente en la Luna. Pero el pequeño robot no pudo hacerlo, y se estrelló contra la superficie selenita a las 16:25 hora argentina.
Tras comenzar su maniobra final de aterrizaje a las 16:10 hora argentina, la aeronave no tripulada, de 585 kilos de peso y 1,5 metros, que costó 100 millones de dólares, inició un proceso calificado por los ingenieros de la IAI como "un camino de no retorno", pero perdió su motor principal, se encaminó hacia un descenso incontrolado y se estrelló contra la superficie lunar sin poder cumplir existosamente su misión.
Los ingenieros de la IAI, que controlaban y contemplaban el proceso de aterrizaje desde su base en Yehud, en el centro de Israel, comunicaron en vivo que la operación había fracasado ante un público expectante en todo el mundo.
El control de la misión afirmó que perdió las comunicaciones con la nave espacial cuando estaba a unos 149 metros sobre la superficie de la Luna.
"Tuvimos una falla en la nave espacial, desafortunadamente no hemos logrado aterrizar con éxito", dijo Opher Doron, el gerente general de IAI, durante una transmisión en vivo desde el control de la misión. "Es un gran logro hasta ahora", completó.
"Si al principio no tiene éxito, intente nuevamente", enfatizó el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien observó el intento de aterrizaje de Beresheet desde el centro de control de SpaceIL en Yehud, Israel, y posteriormente buscó imprimir optimismo y esperanza frente a la desazón reinante entre los técnicos y científicos, y también a una nación expectante.
Y es que Israel no pudo finalmente integrar el exclusivo club de naciones que lograron posarse en la Luna, que siguen siendo tres, todas ellas superpotencias: la Unión Soviética, los Estados Unidos y China.
La nave espacial fue nombrada Beresheet, la palabra hebrea para "principio" y Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento. Aunque no logró posarse en la Luna, logró mucho en su corta vida.
La misión encabezada por la organización sin fines de lucro SpaceIL, aunque falló, está destinada a aumentar el orgullo nacional y crear un "efecto Apolo", para inspirar a las generaciones futuras a realizar estudios en los campos de la ciencia y la tecnología.
Si conseguía llegar a la superficie lunar, Beresheet debía medir el campo magnético del satélite y tomar imágenes y videos, gracias a estar equipada con cámaras, sensores magnéticos y transmisores para enviar la información a la Tierra.
También llevaba una cápsula del tiempo con archivos digitales del tamaño de una moneda que incluía una Torá (Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia), dibujos hechos por alumnos israelíes, una copia del himno nacional y una bandera de Israel, así como literatura, fotos y canciones israelíes.
La expectativa en Israel era enorme por el alunizaje que no fue. Millones de personas seguían ansiosas frente a las pantallas de sus computadoras y celulares los movimientos finales de la nave espacial, que tenía programado estar operativa solamente 72 horas en la Luna.
Incluso, las autoridades del aeropuerto principal israelí, el Ben Gurion en Tel Aviv, mostraron en las pantallas de arribo de vuelos, junto a uno proveniente de Madrid y otro de Londres, la hora de llegada de la sonda israelí a la Luna.
Un largo camino a la Luna
El proyecto de SpaceIL comenzó como una iniciativa de tres jóvenes, Yariv Bash, Kfir Damari y Yehonatan Weintraub, que en 2010 se registraron para el concurso lunar XPRIZE de Google. El GLXP ofreció USD 20 millones al primer equipo financiado con fondos privados para poner un robot sobre la superficie lunar y enviar a la Tierra imágenes de alta resolución.
Mientras grupos de todo el mundo se inscribieron, esperando participar en esta carrera espacial moderna, los tres israelíes, que llamaron a su equipo SpaceIL, se destacaron en la competencia, separándose rápidamente del grupo general al convertirse en uno de los tres mejores equipos.
Sin embargo, a principios de 2018, Google retiró el dinero del premio porque ningún equipo fue capaz de cumplir con la última fecha límite. SpaceIL estaba a solo unos meses de su finalización y por eso decidieron seguir adelante, y gracias a unos 100 millones de dólares en donaciones privadas, lograron lanzar hacia la Luna a la nave de 1,5 metros de altura y 2 de diámetro.
El principal objetivo de la misión era, una vez que se descartó ganar el Lunar X Prize, demostrar que un equipo como el suyo era capaz de llevar una sonda a la Luna y tomar varias fotos en la superficie selenita. Finalmente, el investigador del Instituto Weizmann, Oded Aharonson, convenció a los directivos de SpaceIL de que incluyesen algunos instrumentos científicos para medir el magnetismo de la corteza lunar.
Campo magnético lunar
La Tierra tiene dos campos magnéticos: uno ‘global’, que emana del núcleo caliente de la Tierra y sirve para proteger la atmósfera de la Tierra, y uno ‘local’ remanente en las rocas de la superficie, que se heredó del campo global como el magma caliente enfriado. Pero la Luna solo tiene un campo local.
“El gran enigma es que, si no hay un campo magnético global en la Luna, ¿cómo y cuándo las rocas de la Luna adquirieron su magnetismo? Esta es la pregunta que intentamos responder”, aseguró Aharonson luego del despegue de la nave.
El magnetómetro lunar del profesor Aharoson, construido en UCLA e instalado a bordo de la nave espacial, igualmente tomó datos a medida que la nave espacial se aproximó a la Luna. “Nuestro objetivo final es crear un perfil del campo magnético de la Luna y comprender su origen”, agregó el experto.
Logro israelí en la Luna
El 4 de abril último, cuando la gravedad de la Luna capturó el módulo de aterrizaje, Israel se convirtió en el séptimo país en lograr orbitar nuestro satélite natural.
En los últimos minutos de su vuelo, Beresheet bajó su órbita lunar a través de una serie de quemas del motor principal, la última de las cuales ocurrió el 10 de abril. Esa maniobra de 32 segundos cambió la nave espacial a una órbita altamente elíptica con un enfoque lunar más cercano de solo 15 kilómetros y un punto más distante a 200 km del suelo lunar.
Aunque fracasó en el objetivo principal de posarse en la Luna, los responsables de SpaceIL y IAI destacaron que se logró avanzar el programa espacial de Israel, aumentar el conocimiento tecnológico de la nación y hacer que los jóvenes se interesen más en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
“Y el módulo de aterrizaje ciertamente ha hecho todo eso. Después de todo, logró llegar a la órbita lunar y enviar una fotografía desde cerca de la superficie de la Luna, casi tocando suavemente, y todo por un precio de misión total de solo USD 100 millones, incluido el lanzamiento”, destacaron desde el centro de control espacial.
Los miembros del equipo del proyecto se han reunido con más de un millón de escolares israelíes en los últimos ocho años, llevando el mensaje de exploración espacial a las masas jóvenes, ávidos de conocimiento. Algunos de esos niños eventualmente se convertirán en científicos, y quizás algún día ayuden a diseñar, construir u operar naves espaciales.
Además, cientos de voluntarios han aportado su trabajo de forma desinteresada en este tiempo.
“Bueno, no lo logramos, pero definitivamente lo intentamos”, dijo Morris Kahn, un empresario que ayudó a fundar la misión Beresheet, poco después del fallido intento de aterrizaje de la nave. “Creo que podemos estar orgullosos”.
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