¿Barbies científicas? Cuáles son los estereotipos y los obstáculos que rodean a las mujeres en el mundo de la ciencia

Agostina Mileo, conocida en las redes por su seudónimo irónico de "La Barbie Científica", es autora del libro "Que la ciencia te acompañe", y en diálogo con Infobae explicó cómo la ciencia se potencia con una mirada feminista y cuáles son los mitos que hay que derribar para una verdadera igualdad de género

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Agostina Mileo, apodada “La Barbie Científica” y autora de “Que la ciencia te acompañe”
Agostina Mileo, apodada “La Barbie Científica” y autora de “Que la ciencia te acompañe”

En diciembre del 2017, el Instituto de Estadística de la Unesco brindó datos desalentadores -pero no sorprendentes, lamentablemente- acerca de las mujeres que trabajan en el campo de la ciencia. La investigación realizada a nivel mundial concluyó que sólo el 28% de los puestos científicos de investigadores son ocupados por mujeres, un número que deja en evidencia la poca representación femenina en este campo.

"Una opinión no es un argumento". Ése es el lema con el que se presenta Agostina Mileo, una joven de 30 años licenciada en Ciencias Ambientales y doctoranda en Historia y Epistemología de la Ciencia. Se dedica, hace ya años, a la comunicación científica, y lanzó recientemente -quizás en el momento más acertado- Que la ciencia te acompañe a luchar por tus derechos (Debate), un libro que aporta datos científicos de los temas clave en la agenda de género para sostener la crítica feminista.

Apodada "La Barbie Científica" -un seudónimo irónico que nació como una manera de reírse de los que siempre la subestimaron en su campo laboral por ser mujer y, además, femenina-, Mileo trata temas como el aborto, la sexualidad y la salud de la mujer, la tecnología y la neurociencia, todo desde una perspectiva de género. Pero, por sobre todas las cosas, indaga sobre cómo el conocimiento científico se potencia con una mirada feminista. En una entrevista con Infobae, la autora explica de qué manera se pueden romper los mitos sobre las mujeres en la ciencia para atravesar el techo de cristal y crear una perspectiva amplia e inclusiva de todos los actores de la sociedad, sin dejar a nadie de lado.

-En tu libro decís que los varones blancos heterosexuales son el modelo con el que se piensa y organiza el mundo. ¿Cuáles son las consecuencias?

-Este concepto de normalidad en el que hay un sujeto neutro, que se presupone, trae consecuencias concretas y prácticas. Por ejemplo, las mujeres tenemos más posibilidades de sufrir lesiones graves en accidentes de tránsito. ¿Por qué? Porque los valores antropométricos de los crash dummies, que son los muñecos que aparecen en los videos de choque, se asemejan más al cuerpo de un varón promedio. Después, cuestiones como suponer que las enfermedades cardiovasculares son cuestiones de hombres hicieron que a través de la historia se promocionaran en las campañas de salud los síntomas que tienen los hombres. Por eso somos las que más se mueren por estas patologías.

Las mujeres tampoco están en los ensayos clínicos de los medicamentos, entonces salen dosis al mercado que tiene el metabolismo más asociado a los varones. Está lleno de ejemplos prácticos en los que suponer que toda persona que se aleja de este modelo neutro es una excepción trae muchos problemas.

-También existe este mito de que las mujeres no sirven para la ciencia, o que es más difícil para nosotras. ¿Cómo perduró en el tiempo y qué se puede hacer para desterrarlo?

-En la asignación de roles de género se nos asignan características que parece que tienen que ver con la naturaleza o con alguna disposición biológica que hace que las mujeres sean más emocionales y los hombres más racionales. Uno ve la lista de estas características relacionadas con el género, y todo lo que uno supone que hace a un científico está del lado de los varones: ser racional, objetivo, inteligente. Y después estos estereotipos de género calan hondo.

Science sacó un estudio el año pasado que tuvo millones de citas que identificó que es entre los cinco y los seis años que las mujeres dejamos de asociar la inteligencia con nuestro género. Hay como toda una preparación en la que culturalmente los valores que se asocian con tener una mayor disposición para hacer una buena ciencia no son asociados con las mujeres. En los campos en los que se cree que hay que ser especialmente inteligente hay menos mujeres. Y esto es algo con lo que hay que romper, este pedestal en el que está en la ciencia, en donde parece que sólo es accesible para quien es especialmente brillante. Pero la realidad es que no es así. Lo único que hay que hacer para hacer ciencia es estudiar ciencia. No requiere una disposición especial.

Las mujeres que trabajan en el campo de la ciencia deben sortear muchos más obstáculos que sus pares masculinos (Getty)
Las mujeres que trabajan en el campo de la ciencia deben sortear muchos más obstáculos que sus pares masculinos (Getty)

-¿De qué manera el conocimiento científico se potencia con una mirada feminista?

-Es esto de la búsqueda del sujeto universal, que es un motor de la ciencia. Cuando uno hace un desarrollo, la pretensión es que sea útil para la humanidad, y la humanidad no puede dejar afuera a nadie. Hay una cuestión acá que tiene que ver con la mirada feminista que es una mirada de la inclusión de la diversidad, que no sólo tiene que ver con las biomujeres, o las personas con útero y vagina, o las que nos identificamos como mujeres, sino con, por ejemplo, la homosexualidad, la transexualidad; pensar también en cuestiones raciales.

El feminismo a lo largo de la historia ha modificado su perspectiva para pasar de una cuestión de meramente lo femenino o la feminidad a pensar en cuestiones que tienen que ver con la intersección de opresiones, como la clase, la raza. Ofrece una mirada que lo que tiene de positivo es pensar en la igualdad en términos integrales. Hay muchos feminismos igualmente, no todos conciben la igualdad de la misma manera, pero yo creo que la intersección con la ciencia tiene que ver con este sujeto universal, para que los desarrollos y el conocimiento formalmente adquirido sirvan a la mayor cantidad de gente posible.

-La ciencia es quizás una de las mejores herramientas de argumentación feminista, pero en tu libro explicás que a veces es capaz de reforzar estereotipos. ¿Por qué ocurre esto?

La ciencia no deja de ser una práctica culturalmente inscripta. Esto fue cambiando a lo largo de la historia del pensamiento. Hubo un momento en el que la ciencia, justamente por su metodología, llevaba a la objetividad, y esto después se modificó y lo que se empezó a pensar es que la ciencia es una práctica humana llevada a cabo por humanos que viven en una cultura determinada.

Las feministas sostenemos que el machismo y las prácticas patriarcales están en los cimientos de nuestro ordenamiento social, entonces no podemos desconocer que la ciencia los produzca y los reproduzca. Creo que es súper necesario que nosotras miremos todos los ámbitos de construcción de sentido hegemónico. La ciencia en nuestra sociedad tiene un nivel muy privilegiado que la asemeja bastante a la verdad. Entonces creo que las feministas no podemos obviar esa construcción de verdad y de sentido común y revisar dónde nos está perjudicando.

-¿Qué mecanismos efectivos de inclusión y oportunidades de desarrollo profesional de las mujeres en la ciencia podrían implementarse?

-Las mujeres que ya están insertas en el campo científico-tecnológico son quienes han logrado sortear un montón de obstáculos. Una vez sorteados, el mayor escollo con el que se encuentran las mujeres es la maternidad y esto ocasiona un fenómeno de techo de cristal bastante tremendo.

“Lo único que hay que hacer para hacer ciencia es estudiar ciencia. No requiere una disposición especial”, asegura Mileo (Getty)
“Lo único que hay que hacer para hacer ciencia es estudiar ciencia. No requiere una disposición especial”, asegura Mileo (Getty)

Por ejemplo, en la Argentina, en los escalafones más bajos de la carrera científica las mujeres somos mayoría (más del 50%), y en los más altos no. Somos menos del 25%. Esto obviamente hay que pensarlo desagregado por área. Nosotras por ejemplo somos mayoría en las áreas de la salud, biológicas y humanísticas. Esto no es casual, que quienes se dedican a las ciencias exactas y naturales lo hagan en áreas que tengan que ver más con las prácticas del cuidado tiene que ver con los roles que tenemos generalmente asignados.

En física o matemática somos la inmensa minoría. Pero los países que han revertido mayormente la cuestión del techo de cristal son los países de tradición soviética que lo que hicieron fue tener guarderías o jardines paterno-maternales, lugares de cuidado en los espacios de investigación, porque lo más importante en ciencia es publicar, entonces hay que volver rápido luego de la maternidad, porque sino te quedás atrás.

Después hay otros impedimentos que son hacia adentro de las comunidades científicas que hay que modificar, y hay que capacitar, porque hay muchos estudios que muestran que, por ejemplo, yo mando el mismo paper a una serie de revistas con nombre de mujer y nombre de varón, y el que tiene nombre de varón es más aceptado. Y los que menos aceptan esta evidencia son los varones. Entonces es muy importante el trabajo hacia adentro de la comunidad. Si va a haber una mejora en los beneficios para uno, va a haber una merma en los privilegios de otros, y para que las mujeres crezcamos en el campo científico, los varones científicos van a tener que asumir responsabilidades de trabajo doméstico no remunerado que hasta el momento no asumían y que les facilitaba su trabajo también. Tiene que haber cambios institucionales y estructurales para que la maternidad no sea penalizada y cambios internos hacia la comunidad para aceptar que esta discriminación existe y modificarla.

-Decís, además, que la menstruación es otro factor de desigualdad. ¿Cómo se observa en la sociedad?

-Bueno, lo que hablábamos de este sujeto neutro, que es el sujeto ideal, plantea que toda cuestión que evidencia alejarse de esa norma es mala o jerárquicamente inferior. La menstruación es claramente algo que aleja ciertas corporalidades de esta norma. Uno tiende a pensar que los pensamientos e ideas son abstractos e inmateriales y que no guardan relación estricta con los actos. Lo que yo sostengo y que sostenemos desde Economía Femini(s)ta, el colectivo en el que yo participo, desde el que lanzamos la campaña #MenstruAcción es que estos pensamientos y estas concepciones sobre los cuerpos de las mujeres tienen consecuencias materiales concretas.

Los productos de higiene femenina están cargados con IVA, y su uso no es optativo
Los productos de higiene femenina están cargados con IVA, y su uso no es optativo

La menstruación, al estar estigmatizada, se piensa como algo que te hace inferior, que es vergonzante y que no puede ser mostrado. Cuando algo no puede ser evidenciado debe ocultarse, y en el caso de la menstruación, esto se hace mediante productos, que no son de consumo optativo, porque no se puede habitar el espacio público con una mancha de menstruación. Si estos productos son de consumo obligatorio, los que no pueden comprarlos dejan de habitar el espacio público. Entonces faltan a la escuela o usan métodos inadecuados que traen problemas para su salud. Trae un impacto en los derechos básicos. Después además son obligatorios pero no son reconocidos como productos de necesidades básicas, entonces están cargados con IVA. Las mujeres tenemos brecha salarial, mayores tasas de precarización salarial, de desempleo. Es un impuesto que impacta sobre ingresos que de por sí son desiguales.

Y todo el estigma y la vergüenza rodean esto de silencio, lo que hace que la ciencia también responda a eso, y, por ejemplo, no sepamos qué consecuencias trae a largo plazo la exposición química por el uso de tampones y toallitas que nos publicitan en todos lados como algo inocuo. No sabemos sobre el impacto ambiental que tiene en las selvas nativas, que son recursos naturales de todas las personas, no sólo de las que menstrúan. No sabemos cuál es el gasto de salud pública por las infecciones que se producen por quienes usan paños o barro, no sabemos cuánto es el ausentismo escolar. Esto es todo lo que nosotras tratamos de mostrar, para la creación de políticas públicas que atienden a esta situación de emergencia pero también para abrir el debate hacia esta concepción profunda de las mujeres inferiores que organiza nuestra sociedad.

-En tu libro le dedicás un capítulo entero al aborto, y explicás que incluso el principio de la vida es algo con lo que la ciencia no se pone de acuerdo, que es una línea difusa. Lo que sí está claro es que la mujer embarazada es un sujeto de derechos. ¿Por qué crees que tardó tanto en llegar acá el debate sobre el aborto?

-Creo que la mayor traba de los que están indecisos o están en contra tiene que ver con cierta equiparación del aborto con un asesinato. Esto de terminar una vida. Y muchas veces esto aparece como una cuestión de sentido común. Estos sentidos comunes no son naturales e innatos. Se van formando. Hay un concepto muy importante en lo que es la filosofía de la ciencia que se llama la carga teórica de la observación. Yo puedo observar la misma cosa pero según mi bagaje anterior voy a ver una cosa o la otra. Por ejemplo, yo veo un padre pegándole a un niño en la calle y hay quien puede ver una acción disciplinadora y quien puede ver maltrato infantil. Esto no fue siempre así. Hasta hace no tantos años, les pegaban en la escuela a los chicos. Hubo que cambiar esa intuición y ese sentido común.

Cuando la gente dice "es una vida" está refiriéndose a una intuición que no puede cambiar de estado o de entidad a lo largo del tiempo. ¿Por qué cuando nace es persona y antes de nacer no? La ciencia por ejemplo ha posibilitado ver la vida intrauterina que antes no se podía. Yo menciono en el libro que hubo fuegos artificiales en Londres cuando la mujer de Enrique VIII sintió la primera patadita del bebé, y que, antes de ese momento, el aborto era legal, lo que se creía era que la vida empezaba con la animación, con el movimiento. Esta cuestión de la apelación a la vida, si bien la ciencia no puede definirla, sí nos puede acompañar a definir posiciones. Sí puede ser una herramienta. Y que, en ese sentido, más allá de sus hallazgos y descubrimientos, lo que nos puede traer es el método de argumentación.

“Me parece que una vez que definimos que la cuestión de la vida no puede definir el debate o la posición, tenemos que recurrir a los argumentos de salud pública”

¿Es una vida? La Argentina es uno de los países en donde más carne se consume en el mundo, y nadie niega que los terneros tengan un sistema nervioso, estén vivos, y no sólo se los mata sino que se los somete a torturas. ¿Qué es entonces? ¿Vida humana? ¿Qué es la vida humana? ¿ADN humano? Los tumores tienen ADN humano, los desarrollos que se están haciendo con células madre tienen ADN humano, los órganos artificiales, con los que se está trabajando, tienen ADN humano. Y eso no los hace un ser humano, una persona.

¿Qué es una persona? Por ejemplo, en Estados Unidos se utiliza el criterio de la viabilidad, que es el momento en el que ese feto es independiente, que vos si lo sacás del útero vive por sí solo, porque hasta el otro momento no es un ser independiente. Necesita de los nutrientes de la placenta para sobrevivir. ¿Pero qué quiere decir que sobrevive? Quienes padecen estos nacimientos súper prematuros también sufren a lo largo de su vida. Y después tenemos que pensar en qué es lo que hace a los seres humanos una persona y algo diferente de cualquier otro ser y entonces sujeto de derechos. Lo que nos han enseñado a lo largo de nuestra historia o en la primaria es que somos seres racionales. No se pueden percibir ondas cerebrales hasta el inicio del segundo trimestre. También está la fecundación, pero ¿en qué momento de la fecundación? Porque es un proceso que puede durar hasta 24 horas. Es una serie de intercambios químicos. Entonces, ¿el aborto vale en la hora 2, o en la hora 4 o en qué momento?

Ninguna de todas estas líneas es contundente. Entonces, lo que no podemos hacer es imponer una cuestión sobre la otra. Decirles a quienes tienen otro criterio, que es tan válido como otro sobre esta cuestión, que no pueden acceder a un método de control de la natalidad, a la decisión de tener hijos o no, me parece gravísimo. Y hoy, que estamos en una época de debate, yo creo que hay que mostrar que esto no es una cuestión de intuición o de apelación a virtudes como la caridad, la piedad o la compasión, sino que quienes se oponen están haciendo actos racionales, están teniendo ideas, erróneas o no, pero tienen que ser razones públicas y tienen que atener a la ciudadanía, y no pueden ser cuestiones basadas en la hegemonía o la jerarquía institucional de otra institución por encima del Estado. Me parece que una vez que definimos que la cuestión de la vida no puede definir el debate o la posición, que no hay cómo saberlo a ciencia cierta, valga la redundancia, tenemos que recurrir a los argumentos de salud pública, y los argumentos a favor de la interrupción legal del embarazo -cuestiones como la baja de la mortalidad materna, la baja del embarazo adolescente, entre otros- son abrumadores.

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