Las mujeres también pueden aportar mucho al desarrollo de la inteligencia artificial

Lo afirmó Vanina Martínez, considerada como una de las 10 promesas mundiales en inteligencia artificial, según la prestigiosa revista IEEE, Intelligent Systems. Entrevistada por Infobae, la científica e investigadora del Conicet detalló cuáles son los estereotipos que hacen que aún haya pocas mujeres en el campo de las ciencias de la computación.

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Vanina Martínez, científica argentina e investigadora del Conicet. Es considerada una de las 10 promesas mundiales en inteligencia artificial, según la prestigiosa revista IEEE Intelligent Systems. En diálogo con Infobae explicó cuáles son los estereotipos vigentes que hacen que haya pocas mujeres en el campo de las ciencias de la computación.
Vanina Martínez, científica argentina e investigadora del Conicet. Es considerada una de las 10 promesas mundiales en inteligencia artificial, según la prestigiosa revista IEEE Intelligent Systems. En diálogo con Infobae explicó cuáles son los estereotipos vigentes que hacen que haya pocas mujeres en el campo de las ciencias de la computación.

Valeria Román

Se cree sin sustento que hay que ser "muy inteligente" para trabajar en ciencias de la computación. Que hay que usar anteojos y que hay que ser introvertido, en un ambiente más apto para varones que para mujeres. Sin embargo, la argentina María Vanina Martínez consiguió ir más allá de estos estereotipos, y hoy está en la lista de los científicos con investigaciones sobre inteligencia artificial que más se destacan a nivel mundial, según la prestigiosa revista IEEE Intelligent Systems Magazine.

Entrevistada por Infobae, Martínez, de 36 años, repasó su camino desde que se entusiasmó con la computación cuando vivía en el pueblo de Darregueira, al suroeste de la provincia de Buenos Aires, hasta que llegó a ser considerada como una promesa mundial desde su posición de investigadora del Conicet.

Historias como la de Vanina Martínez ponen en jaque la idea de que la inteligencia artificial es una ciencia dominada por los hombres. Ella entró al top ten. (iStock)
Historias como la de Vanina Martínez ponen en jaque la idea de que la inteligencia artificial es una ciencia dominada por los hombres. Ella entró al top ten. (iStock)

-¿Cómo llegó a investigar en inteligencia artificial?
-Desde mi infancia, siempre me habían gustado las ciencias exactas. Recién tuve mi propia máquina en el año 2000, cuando cursaba la licenciatura en Ciencias de la computación, en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca.

Pensé que iba a dedicarme a desarrollar software, que era lo que todo el mundo hacía. Pero uno de los profesores me sugirió participar en un workshop de inteligencia artificial que se hacía en diferentes lugares del país. Luego, hice mi doctorado en la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y estuve haciendo post doctorado en la Universidad de Oxford. Volví a la Argentina después de nueve años afuera. Como investigadora, ahora me estoy mudando al Instituto de Ciencias de la Computación, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y el Conicet.

Martínez escribe en un pizarrón en el Departamento de Computación de la Universidad de Oxford, en Inglaterra; allí donde dictó clases durante un tiempo.
Martínez escribe en un pizarrón en el Departamento de Computación de la Universidad de Oxford, en Inglaterra; allí donde dictó clases durante un tiempo.

-¿Sus padres la alentaron a trabajar en inteligencia artificial?
Mis papás siempre nos alentaban a estudiar tanto a mí como a mis dos hermanos. Porque decían que es la única manera de salir adelante en la vida. Tenían un almacén cuando éramos chicos. Y los tres hermanos les hicimos caso. El mayor y yo seguimos computación. Mi hermano del medio es bioquímico. Cuando conté que me iba a hacer el doctorado, mis padres se entristecieron un poco, pero igual me apoyaron.

Recientemente, en un artículo de Fast Company, Hanna Wallach, una investigadora de inteligencia artificial y cofundadora de la Conferencia de Mujeres en Aprendizaje Automático en los Estados Unidos, advirtió que sólo el 13,5 % de los trabajadores en la inteligencia artificial son mujeres.

Martínez no se sintió discriminada en su carrera como científica de la computación. "Tendemos a pensar que las mujeres tienen que hacer todo bien desde el principio y que no nos podemos equivocar".

-¿Sintió discriminación como investigadora?

Yo no sentí que me discriminaran, pero es cierto que es un ambiente en el que hay muchos hombres. Cuando estudiaba, había muchas mujeres en las aulas. Ahora bajó el número de mujeres que estudian. Creo que hay un estereotipo cultural que influye en que las mujeres piensen que no pueden trabajar en las ciencias de la computación. Sin embargo, no tiene que ver con nuestra capacidad: nosotras también podemos aportar mucho al desarrollo de la inteligencia artificial. Muchos siguen teniendo en la cabeza al estereotipo del "nerd".  Es importante que las chicas se animen a estudiar computación.

-¿Qué me hizo llegar tan lejos?  Mi secreto es que tengo disciplina, y que amo lo que hago.
La inteligencia artificial es un campo muy amplio. “Se supone que está enfocada a construir sistemas de computación inteligente”, advirtió  Martínez a Infobae; pero aún no nos hemos puesto de acuerdo en definir “qué es ser inteligente”.
La inteligencia artificial es un campo muy amplio. “Se supone que está enfocada a construir sistemas de computación inteligente”, advirtió  Martínez a Infobae; pero aún no nos hemos puesto de acuerdo en definir “qué es ser inteligente”.

-¿Quiénes fueron sus referentes en su carrera?
-Mi referente siempre ha sido el matemático inglés Alan Turing. Se murió muy joven, y las cosas que dejó escritas fueron la base de la computación moderna. En uno de sus artículos, él se pregunta si las máquinas pueden pensar, y presentó un modelo matemático. Hoy se conoce con el nombre de test de Turing a una prueba para ver si la máquina puede confundir al humano: si lo confunde, es inteligente.

-¿Qué investiga hoy dentro del campo de la inteligencia artificial?
-A mí me interesa investigar para contribuir al desarrollo de sistemas que ayudan a los seres humanos a tomar mejores decisiones.

Martínez si bien apoya el avance de la IA, también plantea dilemas éticos sobre el impacto en la vida real de las personas. (Shutterstock)
Martínez si bien apoya el avance de la IA, también plantea dilemas éticos sobre el impacto en la vida real de las personas. (Shutterstock)

Por ejemplo, un asistente personal que facilite decidir sobre cuáles son las opciones más convenientes antes de un viaje. También los sistemas de inteligencia artificial puede ser útiles para que los gobiernos analicen mejor los riesgos de decisiones financieras. Vivimos en una sociedad que se alimenta de muchos datos, y la gente está obligada a analizarlos.

Si se pudiera tener un asistente que chequee y pre-procese los datos, ayudaría. Ahora me estoy dedicando a analizar si los modelos de inteligencia artificial sirven para realizar análisis de información en redes sociales. Nos preguntamos cómo influye la información que circula en las redes sobre lo que la gente piensa. También tenemos proyectos de colaboración sobre temas de ciberseguridad, con la Universidad de Arizona, sobre la web oculta, donde circulan softwares para hackear. Con Francia, hicimos un proyecto bilateral para hacer un sistema que ayude a los abogados a completar mejor sus demandas.

En 2015 se hizo el Congreso Mundial de Inteligencia Artificial con un llamado a que se alcance un tratado global para que se prohíban los robots asesinos.

-¿Le preocupan los usos polémicos de la inteligencia artificial?                        -Sí. Existe una preocupación sobre los riesgos que traerán los "robots asesinos", que son máquinas autónomas que podrían decidir la muerte de seres humanos. Considero que cualquier tecnología se puede usar para bien o para mal. En el caso de la inteligencia artificial, debería desarrollarse una conciencia moral en la sociedad, y que haya legislación sobre las aplicaciones de la inteligencia artificial. La regulación no debería incluir a las empresas para evitar los conflictos de intereses. Hoy si bien se habla más sobre drones y robots, siempre hay un humano tomando decisiones detrás de esas máquinas.

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