Cada año, el programa New Frontiers invita a científicos e investigadores de todo el mundo a proponer proyectos para explorar el sistema solar. La iniciativa está diseñada para realizar misiones de bajo y medio coste, cuya construcción y lanzamiento no supere los 36 meses.
Hasta el momento, hay tres misiones en curso financiados por el programa: el New Horizons -que voló sobre Plutón el 14 de julio de 2015-, la sonda espacial Juno -dedicada al estudio de Júpiter- y la nave espacial Osiris-Rex, que está en camino de conseguir muestras de un asteroide en 2018.
Este año, se realizó una nueva convocatoria que dejó dos finalistas. Las iniciativas CAESAR y Dragonfly fueron las seleccionadas. Tienen como objetivo recopilar muestras del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y explorar la habitabilidad de Titán -una de las lunas de Saturno-, respectivamente. Ambos proyectos contarán con una inversión inicial de cuatro millones de dólares. Y el ganador definitivo será elegido a mediados de 2018, con la idea de salir al espacio en 2025.
En primer lugar, la Comet Astrobiology Exploration Sample Return (CAESAR) implicaría enviar una nave espacial al cometa para recolectar al menos un kilo de muestras orgánicas (capturar tanto el polvo como los hielos volátiles) de su interior para posteriormente poder analizarlas en detalle en la Tierra. El científico Steve Squyres, de la Universidad de Cornell, encabezará la tarea de elaboración.
El 67P ya fue explorado de forma exitosa por la nave Rosetta y la sonda Philae de la Agencia Espacial Europea. La NASA pretende ahora explorar las capas interiores, ya que se cree que los cometas contienen los primeros bloques de construcción del sistema solar, informó la revista Science.
Por su parte, Dragonfly se trata de un pequeño drone, cuyo propósito es estudiar la química prebiótica y recoger muestras de la superficie de la luna de Saturno llamada Titán. Este satélite, aparentemente inhabitable, está caracterizado por una densa atmósfera y por los mares de hidrocarburos. Algunos expertos especulan con la posibilidad de que formas primigenias de vida podrían desarrollarse en su interior.
La segunda misión estará liderada por Elizabeth Turtle, del laboratorio de física aplicada de la Universidad Johns Hopkins.
La última misión es la más ambiciosa. Ideada a largo plazo, consiste en un viaje interestelar, tal cual informó la revista New Scientist. El destino será Alpha Centauri, el sistema estelar más próximo al Sistema Solar, que se encuentra a 4,3 años luz de distancia o el equivalente a casi 41 billones de km de la Tierra.
El sistema a explorar cuenta con un planeta denominado Proxima Centauri b, que posee similitudes con la Tierra en cuanto a tamaño y composición, por lo que se pretende buscar signos de vida. El año de realización se estima para 2069, un siglo después de la llegada del hombre a la Luna.
En el marco de la Conferencia Anual de la Unión Geofísica Americana, celebrada en New Orleans, un grupo de investigadores del Jet Propulsion Laboratory presentó el plan para el que primero se deberá desarrollar la tecnología de propulsión capaz de alcanzar el objetivo en un tiempo razonable.
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