Sesenta días en una cama, en reposo absoluto, y que, una vez superada la prueba, les paguen por ello. Casi cualquier persona firmaría sin pensarlo dos veces y aceptaría la propuesta. Sin embargo, el extraño experimento que desarrolla la Agencia Espacial Europea (ESA) esconde algunos detalles que convierte a la experiencia, más bien, en un martirio.
Diez voluntarios iniciaron la prueba en la clínica espacial de Medes en Toulouse, Francia. Se trata de un experimento de reposo total que apunta a predecir los cambios fisiológicos que sufren los astronautas en el espacio, sin gravedad. De sus resultados se desprenderán nuevas rutinas de ejercicios y alimentación que alivianen su día a día en órbita.
Los pormenores hacen de la estadía en la clínica un hastío. Los participantes deben permanecer con la cabeza hacia abajo, inclinada en seis grados, con uno de sus hombros siempre en contacto con el colchón. Tal inclinación hace que la sangre y otros fluidos terminen en la cabeza y el estatismo genera pérdida de masa muscular y ósea; una situación comparable con la que atraviesan los astronautas en el espacio.
La mitad de los voluntarios serán "conejillos de indias". La otra mitad, grupo de control. Por caso, los primeros probarán un cóctel de vitaminas y antioxidantes para contrarrestar los efectos nocivos de la experiencia, a la vez que serán parte de otros quince experimentos.
"Los estudios de reposo en cama son intensos para todos los implicados y precisan de mucha preparación, pero son una buena forma de comprobar la validez de las nuevas ideas antes de su aplicación a los astronautas en el espacio", explicó Jennifer Ngo-Anh, la encargada de la investigación humana para vuelos tripulados de la ESA.
La misma agencia marcó las dificultades que tuvo para lograr reunir a los participantes. Por más de que parezca idílico, los voluntarios se ausentan de sus trabajos y compromisos diarios durante dos meses, no se pueden mover, no tienen privacidad y deben someterse a distintas pruebas exhaustivas. Una vez que termina la aventura, regresan muy debilitados a su vida normal.
No obstante, hay un plan para recuperarlos de la experiencia: seguir el mismo protocolo que se establece con los astronautas que regresan del espacio, guiados por expertos del centro de la ESA en Colonia, Alemania.
Una vez que se evalúe a los participantes y se conozcan los resultados del cóctel vitamínico, se publicará el estudio pertinente. Mientras tanto, la agencia europea ya prepara otro experimento para agosto de 2018 y será aún más radical: harán girar en una centrifugadora a los participantes para generar una "gravedad artificial".
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