Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, un 17,8 por ciento del total de la incidencia de cáncer responde al cáncer de mama, siendo el de mayor prevalencia en el país. De acuerdo a las estadísticas, solo en 2015 causó la muerte de 5647 mujeres. Se trata de una patología que, si bien es más frecuente en mujeres, no deja de lado a los hombres, afectando a uno de cada 100. Las probabilidades de padecerlo aumentan conforme la mujer envejece y el riesgo es especialmente alto en mayores de 60.
En definitiva, datos y más datos que describen un problema mayúsculo: solo la palabra cáncer ya supone un panorama desolador para muchas de las aproximadamente 19 mil mujeres que reciben el diagnóstico por año. Antes estas cifras, los especialistas trabajan sobre diferentes enfoques para tratar la enfermedad de una manera integral, de modo de permitirles afrontar el proceso de una manera más efectiva.
La mamografía continúa siendo la herramienta más efectiva a la hora de detectar la enfermedad en sus estadios iniciales. Se recomienda realizarse una de base a los 35 años –en el caso de no presentar síntomas ni tener antecedentes- y una anual a partir de los 40. Pero la comunidad científica trabaja permanentemente en alternativas. Se aboca a la búsqueda de soluciones cada vez más tempranas.
Bajo esta máxima trabajaron un grupo de expertos liderados por biólogo molecular Toni Celià-Terrassa, investigador en la Universidad de Princeton (EE.UU.), que dieron con un hallazgo promisorio, centrándose en la metástasis: descubrieron el mecanismo que permite a las células madre del cáncer que son capaces de superar los tratamientos, esquivar al sistema inmune y, con el tiempo, generar nuevos tumores en otros órganos.
En esencia, revelaron que las células madre de la mama y las cancerosas producen una molécula de ARN -(de mayor prevalencia y nivel en pacientes con tumores triple negativo, los más agresivos y difíciles de tratar)- que bloquea la producción de una proteína llamada LCOR. Esta proteína es fundamental para que las células madre no sean eliminadas por los interferones, unas células del sistema inmune. Por este proceso, las células tumorales son capaces de sobrevivir sin ser vistas.
"Las células madre cancerosas utilizan programas genéticos propios de las células madre normales para adquirir propiedades extra, lo que les da capacidad de adaptación para ser más agresivas. Por eso son las responsables de iniciar el crecimiento tumoral, la metástasis y la resistencia a la quimioterapia", explicó Celià-Terrassa, quien por consecuente llevó a cabo una prueba experimental en ratones se puede frenar las moléculas de ARN aumentando los niveles de la proteína LCOR.
¿Qué significa el hallazgo? Publicados en la revista Nature Cell Biology, los resultados podrían servir para mejorar la efectividad de la inmunoterapia, una línea de tratamiento contra varios tipos de cáncer y desarrollar terapias combinadas con interferón y pequeñas moléculas de ARN de modo de lograr eliminar a la reducida población de células responsables de la metástasis, que al igual que en otros tumores, es la principal causa de muerte en las mujeres que desarrollan cáncer de mama.
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