La música es una de las expresiones artísticas más valiosas, capaz de brindar máximo disfrute y bienestar. Permite experimentar una amplia gama de emociones, a tal punto que su impacto en la vida humana ha llevado a numerosos estudios científicos a investigar sus efectos en la salud física y mental.
A pesar de que en la vida cotidiana se suele hacer todo lo posible para evitar la tristeza, en el arte se puede disfrutar de esta emoción. Este fenómeno ha llamado la atención de los investigadores, que han hecho varios estudios sobre el tema. Existen distintas teorías: para algunos, la música triste profundiza y amplifica los sentimientos de dolor; a otros les produce solo melancolía y a otros, los conmueve y les da placer.
“La música, con la organización de sus elementos rítmicos y melódicos y su interjuego de tensiones y reposo, transmite y genera emociones”, explicó la licenciada Jorgelina Benavídez (MN 269), musicoterapeuta del Equipo de Musicoterapia de INECO y directora del Departamento de Terapias Basadas en las Artes de INECO en una nota reciente e Infobae.
Según una nueva investigación, del filósofo y psicólogo experimental de la Universidad de Yale, doctor Joshua Knobe, publicado en The Journal of Aesthetic Education, la gente no escucha canciones tristes para caer en ese sentimiento, sino que es porque este tipo de música permite generar una conexión especial con la persona.
Para llegar a esta conclusión, Knobe y equipo dividieron su experimento en dos partes. En la primera, pidieron a una muestra de 400 participantes que calificara como “buena” o “mala” una serie de canciones. Para sorpresa de los investigadores, música que no era de la mejor calidad, pero que expresaba sentimientos profundos, obtuvo una gran recepción por parte de los participantes.
Esto ya había sido demostrado en otras ocasiones. Por ejemplo, un trabajo publicado en el Journal of Popular Music Studies analizó las letras y los sentimientos expresados en las canciones más populares de la lista Billboard Hot 100 entre 1951 y 2016, que refleja las preferencias de los oyentes y fanáticos de la música popular en cada año. La investigación concluyó, luego del estudio, que temas como la preferencia por la tristeza o el miedo en las canciones han ido aumentando con el paso de los años.
“El análisis automático de sentimientos de 6150 canciones de Billboard 100 que abarcan todos los años desde 1951 hasta 2016 muestra cambios claros y estadísticamente significativos en los sentimientos expresados a través de las letras de la música popular, generalmente hacia un tono más negativo. Los resultados muestran que la ira, el asco, el miedo, la tristeza y la conciencia han aumentado significativamente, mientras que la alegría, la confianza y la apertura expresadas en las letras de las canciones pop han disminuido”, dijeron los investigadores.
Y se preguntaron por qué se producía este fenómeno.
De acuerdo al estudio de Knobe “no es el sentimiento de tristeza lo que importa en la canción, sino su capacidad para crear una conexión”. La música más melancólica tendría un mayor poder para conectar a las personas y eso es lo que las hace tan atractivas. En este sentido, la música se asemeja a una conversación entre dos personas, dijeron los investigadores.
Esto se comprobó en la segunda parte del estudio, donde se pidió a otros 450 participantes distintos que valorasen la conexión que sentían en una charla hipotética.
Por ejemplo: “Una persona conocida le está contando sobre su semana y expresa sentimientos de tristeza”. En general, los participantes tendían a calificar como más deseables las conversaciones que versaban sobre sentimientos profundos, como el dolor de perder a alguien. Del mismo modo, se comporta la música, como un diálogo entre dos personas, dijeron los investigadores.
El placer de la música triste
La atracción por este tipo de música más melancólica fue estudiada también hace más de una década, por la European Society for the Cognitive Sciences of Music, que explicó en un estudio que las melodías tristes gustan porque provocan placer y que en ese placer juegan un papel importante las hormonas prolactina y oxitocina.
Los niveles de la hormona prolactina aumentan cuando se está triste, lo que produce un efecto psicológico consolador. Los investigadores argumentan que, de la misma forma, una canción triste lo que estaría haciendo es “engañar” al cerebro. La conexión de la que habla el trabajo activaría falsamente este mecanismo hormonal.
Esto ocurriría siempre y cuando la persona tenga empatía, lo que produciría una respuesta hormonal de liberación de oxitocina y prolactina. Una investigación liderada por Tuomas Eerola, profesor de Cognición Musical en la Universidad de Durham y publicada en Frontiers in Psychology, profundizó sobre el tema.
“Las personas sensibles y dispuestas a empatizar con la desgracia de otras personas, en este caso representada por la música triste, de alguna manera se ven recompensadas durante el proceso”, explicaba el autor en un artículo en The Conversation.
“Esta respuesta está provocada por hormonas como la oxitocina y la prolactina, que en realidad despiertan en nosotros sentimientos de comodidad, ternura y un suave placer. Esta combinación de hormonas probablemente sea particularmente potente cuando se elimina la pérdida real y la tristeza de la ecuación, lo que a menudo se puede hacer con la tristeza que induce la música”, agregó.
También es posible que el efecto sea principalmente psicológico, argumentó el investigador. “Aquellos que se permiten sumergirse emocionalmente en la música triste simplemente están ejercitando todo su repertorio emocional de una manera que es gratificante en sí misma. La capacidad de comprender las emociones de los demás es crucial para navegar por el mundo social en el que vivimos y, por lo tanto, es probable que ejercitar esa capacidad sea gratificante, debido a su importancia evolutiva”, concluyó el autor del estudio.