Cassie Stanley tiene 34 años y fue en una caminata por la playa durante unas vacaciones en Florida con su novio que sintió que le faltaba el aire -otra vez-. Es que habían pasado siete años de su segundo trasplante doble de pulmón y la joven, diagnosticada con fibrosis quística en la niñez, creía que las dificultades para respirar eran cosa del pasado.
Pero no. Sus pulmones comenzaban a fallar una vez más, y casi sin saberlo, Stanley pasaría a integrar una selecta lista tristemente célebre: la de los 11 estadounidenses que recibieron un tercer trasplante doble de pulmón desde 1995, según la Red Unida para el Intercambio de Órganos (UNOS).
Fue allí que su médico en el Centro Médico de la Universidad de Loyola la remitió fuera del estado a la Universidad de Duke, que realizó dos de estas cirugías poco usuales.
Para someter a una persona a un tercer trasplante, se tienen en cuenta factores tales como qué tan enferma está y cuánto se beneficiaría de la cirugía
Ahora Stanley, su madre, Rhonda May, y su perra, una Yorkie-maltesa llamada Murphy, se encuentran en Carolina del Norte, donde la joven trabaja con los fisioterapeutas de Duke cinco días a la semana para aumentar su fuerza para un tercer trasplante que salve su vida.
"En mi primer y segundo trasplante estaba muy enferma al entrar en la cirugía, y esta vez, pese a que estoy mucho más saludable, sé que la tercera vez es mucho más arriesgada: habrá una gran cantidad de tejido cicatricial, más sangrado y la cirugía es muy compleja". Aún así, Stanley mantiene el buen estado de ánimo, camina durante 30 minutos durante la terapia física, cargando su tanque de oxígeno portátil a medida que avanza.
Los doctores de Duke creen que es importante desarrollar su fuerza antes de un trasplante de pulmón, por lo que Stanley también está trabajando en una bicicleta fija y haciendo ejercicios básicos.
"Ella es una persona increíble", reconoció el doctor John Reynolds, director médico del Programa de Trasplantes Duke Lung. "Esto es mucho riesgo para asumir, pasar por esto por tercera vez no es sencillo, pero ella tiene un amor por la vida que asombra. Confiamos plenamente en que hará todo lo que le pedimos que hagamos, y tenemos la esperanza de que podamos lograr un buen resultado".
De acuerdo con Reynolds, entre los riesgos de un tercer trasplante, los pacientes pueden tener cicatrices de operaciones previas que pueden dificultar la extracción de los pulmones viejos. Eso puede prolongar la cirugía y llevar a más sangrado, dijo. El daño a los riñones por los medicamentos utilizados para respaldar los trasplantes anteriores combinados con los rigores de una cirugía compleja puede conducir a insuficiencia renal. El paciente entonces necesitaría diálisis, lo cual puede complicar más el cuadro.
Los pulmones actuales de Stanley se los trasplantaron hace siete años
Stanley, además, tiene disfunción crónica del injerto pulmonar (CLAD, por sus siglas en inglés), con cicatrices en las vías respiratorias que los médicos no pueden revertir, aunque pueden reducir. Sin un tercer trasplante, según Reynolds, la joven moriría.
A algunos candidatos para trasplante se les permite obtener un tercer trasplante de pulmón, a pesar de la escasez de órganos donados, debido a la forma en que se asignan los pulmones en la lista de trasplantes de EEUU. Se tienen en cuenta factores tales como qué tan enferma está una persona y cuánto se beneficiaría de la cirugía.
No se tiene en cuenta la cantidad de trasplantes que tuvo un paciente, aunque los trasplantes anteriores pueden afectar las variables que se consideran al calcular la puntuación de la asignación pulmonar, dijo Reynolds.
Los pulmones actuales de Stanley duraron siete años, y ella es joven, por lo que Reynolds dice que sus médicos esperan un resultado similar o incluso mejor.
El plan inmediato es que Stanley reciba un trasplante en algún momento de los próximos meses, tal vez en junio, dependiendo de la disponibilidad de órganos. Mientras tanto, disfruta de las salidas con su novio, que vive en Chicago pero trata de visitarla cada fin de semana que puede.
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