En todo el mundo, se estima que 850 millones de personas padecen enfermedades renales por diversas causas. La enfermedad renal crónica (ERC) causa al menos 2,4 millones de muertes por año y ya se posiciona como la sexta causa de muerte que más crece .
Es por eso que el lema 2019 del Día Mundial del Riñón, que se conmemora hoy es "Salud renal para todos, en todas partes". Es que a pesar de la creciente carga de enfermedades renales en todo el mundo, la disparidad y la inequidad en la salud de los riñones siguen siendo generalizadas.
Y si bien las políticas y estrategias nacionales para las enfermedades no transmisibles (ENT) en general están presentes en muchos países, a menudo faltan políticas específicas dirigidas a la detección, prevención y tratamiento de las enfermedades renales. Más de la mitad (53%) de los países que cuentan con una estrategia general de ENT no tienen pautas de manejo o estrategias para mejorar la atención de las personas con ERC (ya sea específicamente o dentro de una estrategia más amplia de ENT).
Así las cosas, es probable que la enfermedad renal crónica sea la quinta causa principal de años de vida perdidos para el año 2040.
En los primeros estadios de la enfermedad renal crónica el paciente no advierte fácilmente los síntomas
La diabetes, el ritmo de vida sedentario, una alimentación poco saludable, el tabaquismo y el consumo irresponsable de los antiinflamatorios no esteroides pueden afectar al riñón disminuyendo su funcionamiento y trayendo graves consecuencias para la salud de quien lo padece.
"La enfermedad renal crónica se caracteriza por la pérdida del funcionamiento del riñón, que, si bien va disminuyendo con la edad, cuando un paciente tiene esta patología, el rendimiento del riñón baja considerablemente, mucho más rápido", señaló el doctor Horacio Trevisani, principal referente de la especialidad de las clínicas Bazterrica y Santa Isabel del grupo Omint.
"Si bien hay distintas categorías, el cambio en el estilo de vida es fundamental para que el paciente no siga perdiendo su función renal y pueda volver a los niveles normales de este", destacó Trevisani.
Es que, si bien en los primeros estadios de la enfermedad renal crónica el paciente no advierte fácilmente los síntomas, las personas que tienen diabetes, hipertensión, sobrepeso o niveles altos de colesterol, son susceptibles de tener patologías asociadas al riñón. "Ante el aumento de la diabetes y la obesidad, junto con el sedentarismo, la enfermedad renal crónica también crece", advirtió.
Actualmente en la Argentina no se ven diferencias entre género y la enfermedad renal crónica. Esto se asocia a que los factores condicionantes de la enfermedad no distinguen entre edades o género, sino que están condicionados por el estilo de vida del paciente. Aquellos que sufren una enfermedad renal crónica y no modifican sus hábitos en la mayoría de los casos terminarán con un tratamiento de diálisis, que en el 70% de los casos implica un cansancio tanto físico como social para la persona.
Sobre diabetes e insuficiencia renal
La diabetes afecta a muchos órganos, como el sistema nervioso, los riñones, el corazón, y los vasos sanguíneos de todo el organismo. En el caso de los riñones, el aumento de la glucosa en sangre, entre otros factores, pueden provocar una patología que se llama nefropatía diabética. Esta patología se caracteriza por la pérdida progresiva de la función renal a lo largo del tiempo, que en sus estadíos avanzados requieren de alguna forma de tratamiento sustitutivo de la función renal a través de diálisis o de un trasplante renal.
"De todas las causas que llevan a la enfermedad renal crónica, la diabetes es una de las causas más frecuentes", señaló el doctor Augusto Vallejos, coordinador nacional del Programa de Abordaje Integral de Enfermedades Renales. Se estima que el 40% de las personas con diabetes tienen algún grado de enfermedad renal. "Las manifestaciones clínicas que pueden presentarse en las etapas iniciales suelen ser inespecíficas, como el cansancio, que al hacerse cotidianas producen una adaptación y, por lo tanto, el paciente no las identifica como un problema de salud", mencionó Vallejos, para quien "los síntomas de uremia, que se presentan en la fase avanzada de la enfermedad renal, generalmente se dan cuando el paciente tiene ya muy escasa función de los riñones, menos del 10% de su capacidad habitual de filtración". En esta etapa, el paciente comienza a tener una especie de intoxicación, que se presenta con fatiga, palidez, náuseas, vómitos, somnolencia, retención de líquidos y en los casos que no llega a tiempo el paciente puede llegar al deterioro de su conciencia.
A nivel global, se estima que 1 de cada 10 personas adultas mayores de 18 años tiene enfermedad renal crónica en alguno de los estadios
Para prevenir la enfermedad renal o evitar su progresión en caso de ya padecerla, lo más importante es el control integral de la diabetes, así también como el de otros factores de riesgo cardiovascular, hipertensión arterial, tabaquismo, etc.
La diabetes, la insuficiencia renal y las enfermedades cardiovasculares (infarto, insuficiencia cardíaca, etc.) están estrechamente relacionadas. Un buen control de la diabetes debería considerar la posibilidad de reducir complicaciones renales y cardíacas.
"El paciente tiene desconocimiento. Así como la gente sabe que el colesterol es malo y muchas veces lo pide en un análisis de sangre, tenemos que hacer famosa a la creatinina que es el determinante bioquímico para medir la función renal, y al análisis de proteínas en la orina, para determinar si hay pérdida o no", señaló Vallejos.
A nivel global, se estima que 1 de cada 10 personas adultas mayores de 18 años tiene enfermedad renal crónica en alguno de los estadios. "Más del 70% de los pacientes no saben que padecen enfermedad renal. Cada vez más personas que llegan a diálisis, o a trasplante, presentan diabetes como causal", agregó Vallejos. Según el Incucai, la nefropatía diabética es la primera causa de nuevos ingresos a diálisis crónica la Argentina.
En lo que va del año, se realizaron en el país 263 trasplantes a personas que se encontraban en lista de espera, de los cuales 169 fueron renales.
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