La encrucijada de la dermatitis atópica, subdiagnóstico y confusión con otras enfermedades

No solo se habla poco de la dermatitis atópica, sino que se trata de una enfermedad inflamatoria de la piel que nada tiene que ver con la popular irritación del pañal y que puede acompañar a las personas durante toda su vida. Se caracteriza por una picazón intensa y persistente, y genera síntomas debilitantes como piel seca, enrojecimiento, costras y secreciones. Todo lo que hay que saber en su Día Mundial

La dermatitis atópica produce fuerte picazón e impacta significativamente en la vida cotidiana de los pacientes, según los distintos niveles de severidad. Es una de las enfermedades inflamatorias de la piel más frecuentes. Genera síntomas debilitantes como piel seca, picazón intensa y persistente, enrojecimiento, costras y secreciones.

Una picazón intensa y casi intolerable parece ser la descripción más precisa y recurrente que se escucha de boca de los pacientes que sufren y padecen dermatitis atópica (DA). A su vez, la sola descripción parece inscribirse en el marco de un trastorno dérmico común, lo que complica aún más las cosas porque la aleja del diagnóstico preciso y temprano.

En ocasiones se confunde a los pacientes con DA -y lo peor es que así se los trata- con enfermedades como prurigo, psoriasis, sarna o con reacciones medicamentosas.

La dermatitis atópica es una enfermedad crónica mediada por el sistema inmunitario que es sistémica, incurable y visible en la piel, con el agregado potencial de efectos debilitantes sustanciales en la calidad de vida de los pacientes.

"La DA presenta múltiples caras, según la edad del paciente, pero su síntoma principal es el prurito, acompañado de piel extremadamente seca y reactiva", explicó la doctora Cristina Pascutto, médica dermatóloga y actual presidente de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).

La carga multidimensional de la DA incluye lesiones e infecciones cutáneas, picazón y dolor; trastornos del sueño, aislamiento. Incluso síntomas de ansiedad y depresión

Por el mismo proceso inflamatorio de la piel, 7 de cada 10 pacientes presentan además otras enfermedades (comorbilidades) como asma, rinitis y conjuntivitis alérgica, rino-sinusitis crónica, pólipos nasales y alergias alimentarias.

“La DA afecta aspectos cotidianos de la vida como la elección de la ropa, la realización de actividad física, salidas con amigos o cuestiones como las relaciones interpersonales o la actividad sexual”, agregó el médico inmunólogo Gattolin (iStock)

Para 6 de cada 10 adultos con la variante de moderada a severa, la picazón es intensa o intolerable.

Existe consenso y apoyo entre dos sociedades científicas argentinas para concientizar acerca de esta condición que afecta la piel. Al respecto, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) y la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) unieron su conocimiento e información en el marco del Día Mundial de la Dermatitis Atópica, que se conmemora hoy 27 de noviembre.

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inmune e inflamatoria frecuente de la piel que pica, duele, se infecta y es difícil de tratar.

La DA suele ser considerada una condición de la infancia, porque afecta a entre el 5 y el 20 por ciento de los niños, de los cuales entre el 10% y el 40% presenta la forma severa. De todos modos, en 3 de cada 10 casos continúa tras la pubertad y, de hecho, algunos pacientes inclusive experimentan los primeros síntomas recién de adultos.

"Algunas personas se rascan dormidas o intentando conciliar el sueño. Es duro para los padres que ven sufrir a su hijo o para un hombre o mujer ver a su pareja en esa situación. De todos modos, quien más lo padece es el que tiene toda su vida atravesada por picazón, sarpullido, enrojecimiento y dolor", puntualizó el doctor Gabriel Gattolin, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).

Las lesiones pueden llegar a cubrir más de la mitad del cuerpo y se manifiestan en áreas sensibles como párpados, cuello, codos, muñecas, rodillas y tobillos.
Al rascarse, los pacientes pueden lastimarse aún más y aumentar el riesgo de infecciones (Shutterstock)

"Cuando el paciente llega a la consulta por primera vez, se le pregunta si tuvo algún tipo de manifestación en las vías respiratorias y también se lo indaga sobre antecedentes familiares, además de confirmar, claro está, la existencia de lesiones cutáneas o de piel extremadamente seca", refirió la especialista Pascutto.

Gattolin reconoció que "el prurito que sufre el paciente es el motivo central por el que solicita la consulta. No obstante, el enrojecimiento, la piel hinchada, agrietada, gruesa y supurante condicionan un cuadro complejo, muchas veces severo y difícil de tratar".

“Los pacientes que sufren DA hacen numerosas consultas, cambian de médico y muchas veces son tratados inadecuadamente, por lo que su vida se transforma en un peregrinar de padecimiento”, describió el doctor Gattolin (iStock)

En esta condición, se da lo que se denomina un ciclo entre la picazón y el acto de rascar, que genera aún más picazón. En primera instancia, las células del sistema inmune envían señales para que se inflame la superficie de la piel y esto hace que pique. Al rascarse, se rompe la barrera de la superficie de la piel, permitiendo el ingreso de virus, bacterias y alérgenos. Esto, a su vez, reactiva las células del sistema inmune, las que envían señales que producen más picazón, enrojecimiento y sarpullido.

Hay factores que contribuyen a la aparición de brotes y deben ser evitados: -Estrés
-Alérgenos alimentarios (huevo, leche, trigo, soja, maní, otros)
-Aeroalérgenos (ácaros del polvo, malezas, epitelios de animales, hongos, otros)
-Irritantes tipo limpiadores cutáneos, ropa de lana o fibras sintéticas
-Agua caliente
-Jabones de mala calidad y detergentes agresivos
-Clima con temperaturas extremas, humedad o sequedad excesiva
-Infecciones de la piel por determinados microorganismos

Cómo tratarla, cómo enfrentarla

La SAD señaló que la recomendación más importante se basa en el cuidado de la piel y el control de la piel seca, restableciendo la barrera cutánea a través de la utilización de productos de higiene y emolientes adecuados y específicos para este tipo de pieles, para evitar de esta forma el rascado, la exacerbación de las lesiones y las sobreinfecciones.

La dermatitis atópica suele aparecer durante la niñez y continúa, en muchos casos, durante toda la vida (Getty Images)

Esta es una enfermedad multifactorial en la que el tratamiento debe ir dirigido a mejorar la barrera cutánea (integridad de la piel), evitar su deshidratación y tratar la inflamación.

Mantener la piel humectada con cremas para evitar la “deshidratación” cutánea es una medida importante.

Los compuestos y alimentos con avena también ayudan, ya que ésta es un antiinflamatorio natural para la piel. Los rayos ultravioleta colaboran, por lo que se recomienda exponerse al sol, pero antes de las 10 o después de las 18 horas, porque los rayos más abrasivos pueden deshidratar la piel y ser contraproducentes.

"El desarrollo de nuevos fármacos dirigidos a inhibir los procesos desencadenantes de la inflamación, con un buen perfil de seguridad, nos abre un panorama prometedor para el futuro próximo", agregó la médica dermatóloga Pascutto.

4 de cada 10 personas con dermatitis atópica sienten vergüenza por su condición y la mitad de los pacientes siente frustración  por su enfermedad con frecuencia o siempre (SAD).

Algunos números que compartieron con Infobae la SAD y la AAAeIC sirven para dimensionar la severidad de esta condición y el impacto directo en la vida cotidiana de esta enfermedad inflamatoria de la piel.

La picazón ocurre tanto de día como de noche, por lo que 8 de cada 10 pacientes con dermatitis atópica moderada a severa sufren alteraciones del sueño y más de la mitad reporta que la picazón interrumpe su sueño de 5 a 7 noches por semana.

Los síntomas más comunes incluyen piel reseca, escamosa y con picazón (Getty Images)

Quienes padecen DA de moderada a severa se ausentan del trabajo el triple que el resto de la gente. En promedio, los adolescentes pierden 26 días de clase al año por esta condición, a razón de 3,5 días por cada episodio. Durante un brote de exacerbación, la mitad (50%) de los adolescentes manifestó tener resguardos acerca de ser vistos en público y el 36% presentaba una disminución de la confianza en sí mismos.

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