En 1978 nació en Inglaterra Louise Brown, la primera niña concebida por fertilización in vitro (FIV), a partir de un trabajo conjunto del profesor Robert Edwards y el doctor Patrick Steptoe.
El suceso marcó un antes y un después en este campo y dio la posibilidad de convertirse en padres a infinidad de hombres y mujeres alrededor del mundo. Actualmente estos procesos no sólo remiten a avances profesionales, sino que también acompañan transformaciones sociales que incluyen la maternidad tardía y los nuevos modelos de familia.
El médico especialista en reproducción asistida, Fernando Neuspiller, es el director del Instituto Valenciano de Fertilidad (IVI) Buenos Aires y detalló que la evolución en las técnicas de reproducción asistida se produjo, principalmente, sobre cuatro aspectos:
En la Argentina, el primer nacimiento alcanzado a partir de una técnica de reproducción asistida ocurrió en 1986
– Estimulación ovárica: se pasó de ciclos naturales a la estimulación con gonadotrofinas, hormonas que actúan sobre las glándulas sexuales y permiten aumentar el desarrollo y obtención de ovocitos, al igual que la implementación de los análogos de GnRH, los cuales perfeccionaron aún más estos procedimientos.
– Cambios en el laboratorio de embriología: tanto las técnicas de fecundación, como los medios de cultivo y la tecnología de las incubadoras fueron evolucionando, posibilitando un mejor desarrollo embrionario y, por ende, la optimización de los resultados.
– Nuevas técnicas de congelación: en un comienzo, se usaba una técnica llamada "congelación lenta". Hoy, se emplea la vitrificación, tanto de ovocitos como de embriones, que ofrece numerosas ventajas ya que, a diferencia de la congelación tradicional, no se forman cristales de hielo que puedan dañar las células, por lo cual las tasas de supervivencia y la calidad de embriones y ovocitos son más elevadas.
– Transferencia de embriones: anteriormente, se transfería más de un embrión el segundo o tercer día de desarrollo, mientras que actualmente el objetivo es la transferencia de un único embrión en estadío de blastocisto. Esto permite mejorar las tasas de embarazo y disminuir el riesgo de complicaciones médicas, ya que las estadísticas reflejan que, en el primer caso, una de cada cuatro mujeres se embaraza de mellizos, lo que aumenta la prematuridad y puede acarrear otros cuadros no deseados como hemorragias maternas, polihidramnios (exceso de líquido amniótico), diabetes gestacional y trastornos hipertensivos del embarazo.
En la Argentina, el primer nacimiento alcanzado a partir de una técnica de reproducción asistida ocurrió en 1986. Un año antes, Colombia vio nacer al primer bebé gestado a través de FIV en la región.
Un pie en el futuro
En pleno siglo XXI, los modelos de familia, así como los tiempos de la maternidad cambiaron drásticamente. En este sentido, la especialista en medicina reproductiva Bárbara Lotti, explicó que "hoy no sólo están internalizadas las diferentes técnicas de reproducción asistida, sino que se consideran herramientas que contribuyen a lograr el deseo de tener un hijo en la sociedad contemporánea, donde el abanico de opciones excede el vínculo heterosexual y cada vez son más frecuentes las familias monoparentales o parejas del mismo sexo que gracias a los avances de la medicina deciden encarar la búsqueda de un bebé".
Por otro lado -amplió- "las ocupaciones personales y profesionales, así como la extensión de la expectativa de vida, fueron dilatando la maternidad, y si bien a los 40 años una mujer puede sentirse plena para decidir ser madre, la posibilidad de embarazo a esa edad es menor al 10%". "Desde IVI Buenos Aires recomendamos a las pacientes que desean postergar la maternidad preservar su fertilidad antes de los 35 años mediante la técnica de vitrificación de ovocitos, el procedimiento más eficaz al momento de conservar óvulos para una gestación futura", especificó.
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