La legislación vigente en la Argentina prohíbe la venta de alcohol a menores de 18 años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar el consumo de alcohol en menores, ya que aumenta el riesgo de provocar dependencia en la edad adulta.
Según datos aportados por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), el 50% de los estudiantes menores de 14 años ya lo probó y se registran -cada vez más- casos de inicio de consumo de alcohol a partir de los 11 años.
Un porcentaje mayor al 77% de la población consumió alguna bebida alcohólica al llegar a los 18 años. Entre los adolescentes de 12 a 17 años el consumo de alcohol tuvo el mayor aumento, de más de 13 puntos porcentuales entre el 2010 y el 2017. El porcentaje de nuevos bebedores pasó de 9,7% en 2010 a 37,1% en 2017. En el caso de los varones dicha tasa casi cuadruplica la de 2010. La edad del primer consumo disminuye a medida que las generaciones son más jóvenes. El 70% de los estudiantes escolarizados a nivel país probó alcohol alguna vez en su vida y el 50% lo consumió durante el último mes. La mitad de los estudiantes que consumieron alcohol lo hizo en forma riesgosa, es decir que su consumo les trajo problemas consigo mismo o con el entorno.
De los niños y adolescentes que consumieron alcohol en el último mes, 1 de cada 2 lo hizo de forma abusiva
Las cifras podrán ser frías y distantes, pero no por eso es menor su impacto.
La problemática es real, existe. Y afecta a chicos y chicas por igual. El consumo de alcohol les hace mal ahora, pero les va a hacer también mucho daño en su desarrollo y en su vida adulta.
"Entre todos los procesos de desarrollo durante la adolescencia, existen dos que resultan de especial interés. El primero es el perfeccionamiento sináptico, que se produce paulatinamente a lo largo del período de adolescencia. Se refiere al perfeccionamiento de las sinapsis o conexiones entre las células cerebrales. Al nacer, cada célula del cerebro está conectada con otras diez mil pero no todas estas conexiones serán necesarias. Así que, en función del tipo de actividades en las que la persona se implica, las conexiones innecesarias desaparecen y se perfeccionan las restantes". La explicación pertenece a la médica psiquiatra y experta en adicciones Geraldine Peronace, quien en diálogo con Infobae señaló que "de ahí que la corteza cerebral y la materia gris experimenten una reducción al final de una adolescencia sana. Esto es bueno porque convierte al cerebro en un órgano más eficaz".
Si la poda neuronal no se da de la manera correcta, podrían generarse trastornos en el funcionamiento del cerebro
Este fenómeno se conoce como "poda neuronal" y corresponde al proceso por el cual las conexiones entre las neuronas que no fueron consolidadas se eliminan. De no ocurrir este fenómeno de manera correcta, podrían generarse trastornos en el funcionamiento del cerebro. Este proceso tiene lugar durante la preadolescencia (entre los 10 y los 12 años) y la adolescencia temprana (de los 12 a los 14 años). Estos cambios del cerebro a nivel estructural se asocian con enormes mejoras en las habilidades cognitivas básicas y en el razonamiento lógico.
"El segundo proceso importante que se produce durante la adolescencia -continuó Peronace- es la mielinización de la materia blanca. Los axones son las prolongaciones de las neuronas a través de las cuales circula el impulso nervioso para activar el procesamiento de la información en el cerebro. Estos axones se recubren de una sustancia llamada mielina, con lo que se logra que la información se procese de manera más eficaz en el interior del cerebro. Durante la adolescencia tienen lugar muchos de estos procesos de desarrollo, localizados principalmente en la región de los lóbulos frontales. Si todo evoluciona normalmente durante la adolescencia, el cerebro gana eficacia en cuanto a transmisión de información con vistas a la madurez".
Además, debido al desarrollo evolutivo propio de la edad, a las funciones cognitivas que terminan de concebirse en esa etapa, debe sumarse que el hígado de un chico o una chica no está preparado para metabolizar el alcohol hasta los 18 años. Y en cuanto al sistema inmune, el alcohol lo debilita, lo que hace que sus organismos sean más vulnerables a todo tipo de enfermedades.
¿Qué ocurre entonces si se introduce alcohol en el cuerpo durante este período de desarrollo tan significativo? "Los niveles de atención son significativamente más pobres en los adolescentes bebedores, así como las puntuaciones en las pruebas de velocidad de procesamiento de la información. Estos resultados coinciden con otras investigaciones, que describieron un deterioro en el rendimiento a la hora de procesar la información con rapidez y de mantener la atención", aseguró Peronace, quien resumió: "Otros estudios detectaron déficits de la función ejecutiva en los adolescentes. Las funciones ejecutivas se refieren a la capacidad de planear con antelación, de organizarse, de controlar los sentimientos y de tomar decisiones con criterio".
Qué muestran los estudios por imágenes
Estudios realizados por la doctora Susan Tapert, de la Universidad de California, San Diego compararon el tamaño de cada una de las regiones de la corteza prefrontal en los cerebros de los adolescentes bebedores en exceso y en los de los bebedores moderados. Y observaron que, comparado con los adolescentes bebedores moderados, el volumen de las diferentes regiones estudiadas era inferior en los bebedores en exceso, especialmente el volumen del componente ventral de la corteza prefrontal, que incide en el proceso de toma de decisiones, de supervisión de nuestro propio comportamiento y en el autocontrol sobre nuestros sentimientos.
Investigaciones describieron un deterioro en el rendimiento de adolescentes bebedores a la hora de procesar la información con rapidez y de mantener la atención
Otra región del cerebro muy importante para las funciones cognitivas es el hipocampo, que también se encuentra en desarrollo durante la adolescencia. El hipocampo es imprescindible para aprender información nueva, sobre todo, asociada con hechos e información autobiográfica y parece que su vulnerabilidad a los efectos del alcohol en la adolescencia es muy superior a la que posee en la etapa de la madurez.
"A los 16 años, un bebedor moderado muestra una respuesta normal a la hora de acometer tareas, mientras que el cerebro de un bebedor en exceso tendrá que trabajar un poco más, si bien la tarea la ejecutan con éxito", destacó Peronace, quien continuó: "Si hablamos de un veinteañero que no consuma alcohol, observaremos un patrón de activación sano en respuesta a la tarea, mientras que si el adolescente lleva consumiendo alcohol en exceso cuatro o cinco años, el rendimiento en la tarea es un 10% inferior así como también se acusa menos actividad cerebral durante el propio ejercicio".
"Sigue siendo un chico"
La campaña Chicos sin alcohol, del Consejo Publicitario Argentino, contó con el asesoramiento de distintas organizaciones sociales especializadas en la materia, como Fundación padres, El reparo y Fundartox y tiene un único y gran objetivo: concientizar a los padres acerca de que el consumo precoz de alcohol daña la salud. Siempre.
En la web de la campaña enumeraron algunos de los síntomas para reconocer si un adolescente está teniendo problemas con el alcohol:
– Cambios bruscos de comportamiento sin razón aparente.
– Mucho tiempo solo o encerrado en su habitación.
– Llegadas tarde. Retrasos. Ausencias injustificadas.
– Cambios significativos en el desempeño escolar.
– Falta de interés por los amigos, los deportes, el entretenimiento.
– Pérdida del apetito.
– Comportamiento depresivo.
– Hiperactividad o fatiga.
– Descuido en la forma de vestirse o en el aseo personal.
– Escapadas de casa.
Hay que hacerse presentes. Escuchar a los hijos, sabiendo qué hacen, dónde y con quién. Los límites son necesarios
"Poner límites es cuidar. Los límites son necesarios. Permiten diferenciar entre lo bueno y lo malo, lo que hay que hacer y lo que no. Sin ellos hay vacíos, soledad y confusión", aseguró la licenciada Jorgelina Hernando, de Fundación Padres, quien enfatizó que "los padres deben ser los referentes en los cuales los hijos puedan sentirse seguros, valorados y apreciados. La autoridad sólo es válida con afecto, ternura, abrazos, caricias y firmeza en las decisiones".
La noche es sinónimo de "descontrol". Las salidas de los jóvenes se vuelven para sus padres una verdadera preocupación. En esta vorágine de consumo de alcohol, parecería que pasar este descontrol y sobrevivir es una prueba de crecimiento, de paso a la adultez.
"Y para colmo, esa diversión adolescente se caracteriza por la falta de adultos, la ausencia de autoridades -analizó Adrián Dall´Asta, creador de Fundación Padres-. Hay que hacerse presentes. Escuchar a nuestros hijos, sabiendo qué hacen, dónde y con quién. Llevarlos y buscarlos, acordar y negociar algunos límites, pero ser claros y firmes en otros. Quizás ellos puedan dar señales de enojo o de fastidio con nuestra presencia. Aún así tenemos que estar ahí para decir que no, no sólo con palabras sino con nuestro ejemplo. Proteger, cuidar, y dialogar. Porque la vida tiene momentos divertidos, pero lo que daña no debe ser considerado divertido".
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