Por Julia Porta
Presentarse para una entrevista de trabajo, dar un examen oral, acudir a una cita, ir a una reunión, o, en definitiva, ser el centro de atención en una situación en particular son situaciones que para algunas personas pueden resultar perturbadoras. Y en algunos casos, la ansiedad y el miedo a ruborizarse pasan a ser un problema en su vida cotidiana que da lugar a una fobia social.
Y no es una cuestión de timidez, los datos que surgen de la National Comorbidity Survey aseguran que el 13,3% de la población general sufre de alguna fobia social, que se define, según la Asociación Psicoanalítica Argentina, como "un temor acusado y persistente a una o más situaciones sociales de actuación en público en la que la persona se ve expuesta a gente desconocida o al posible escrutinio por parte de los demás".
Entre ellas ubicamos a la eritrofobia, el temor a ruborizarse en situaciones sociales. Los que la padecen desarrollan una conducta fóbica que les impide relacionarse con facilidad y lo llevan a tener un comportamiento diferente por miedo excesivo a ruborizarse.
El psicoanalista Gustavo Bustamante, presidente de Fobia Club, señaló en diálogo con Infobae que el paciente siente que los síntomas como el enrojecimiento facial y el sudor lo llevan a tener un comportamiento diferente, en donde no pueden mantener la charla, el contacto visual y tienen la creencia de que los demás lo van a evaluar negativamente.
"Cuando están en público, la situación empeora, no es un simple rubor. Sienten angustia,una braza que no sede", afirmó.
La tendencia a evitar las situaciones sociales de la vida cotidiana son las que generan ansiedad y van acompañadas de reacciones de vergüenza manifestadas como el enrojecimiento facial, la sudoración y o calor, explicó.
Además, remarcó que en algunos casos hasta que llegan a una consulta, pasan por dermatólogos pensando que es una rosácea y empiezan a asociar que tiene que ver con lo social generando angustia y un sentimiento de ser foco de observación, y, para que no lo detecten, algunos van a la cama solar o hasta se maquillan para evitar ser observados.
La psicoanalista Teresa Chapiro comentó a Infobae que el que padece eritrofobia tiene mucho miedo a sonrojarse ante una situación simple y sencilla siendo el foco de observación de las personas presentes.
"Se podría denominar como un rubor que es ilógico, que en algún caso no tiene proporción con lo que realmente está ocurriendo", aseguró. No se trata de una rosácea, sino de un rubor que pone roja la cara de modo tal que genera vergüenza.
Reveló que la probable causa de ese rubor exagerado está dado por el aumento de actividad del sistema nervioso simpático y aclaró que aunque la persona trate de bloquearlo o busque conducta evasivas no puede y termina retirándose de la escena.
Buen pronóstico
El tratamiento grupal es el mejor entrenamiento que pueden llevar a cabo las personas con eritrofobia en donde se trabaja el poder tolerar la mirada de los otros y el acercamiento.
También se trabaja con role playing, se simula una situación que se presenta en la vida real. Por ejemplo, algunos se pintan los cachetes y salen hacer exposiciones en la calle para poder ir superando sus miedos.
Sin embargo, en tratamientos más complejos se trabaja con medicaciones como los ansiolíticos o los antidepresivos como así también con el desarrollo de habilidades sociales aplicando la terapia cognitivo conductual, de allí la importancia de consultar al médico en el caso de presentarse algunos de los síntomas mencionados.
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