El ataque cerebrovascular (ACV) es una enfermedad importante en la Argentina y en el mundo. Es la segunda causa de muerte y, al igual que en otros continentes, es la primera de discapacidad.
El ACV afecta a una persona cada cuatro minutos. Más de 20.000 personas mueren al año, según la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del año 2013. Su prevalencia fue de 1,9%. Y el porcentaje de este indicador aumentó con la edad a partir de los 50 años.
Pero estas cifras alarmantes no están acompañadas por la concientización que debería despertar una enfermedad terriblemente mortal y discapacitante como lo es el ACV.
"Si una persona hoy tiene un dolor en el pecho, va corriendo al cardiólogo más cercano. Pero hay mucha gente que padece un dolor de cabeza raro, infrecuente, que nunca experimentó. O alguna señal de descoordinación en el cuerpo y no va al neurólogo con la misma rapidez", explicó a Infobae el doctor Pedro Lylyk, fundador del Equipo de Neurocirugía Endovascular y Radiología Intervencionista de Buenos Aires (ENERI), quien aclaró que el ACV no se trata de un accidente cerebrovascular, sino de un ataque cerebrovascular "porque los accidentes se pueden prevenir".
Y agregó: "El nivel de alerta en la población de las ciudades ha mostrado progresos en el conocimiento del ACV, pero no lo ha hecho cuando se presenta una urgencia. En CABA, solo el 60 por ciento de las personas saben cómo detectar un ACV y actuar en consecuencia".
Se sabe que el infarto es la primera causa de muerte en el mundo, y el ACV es la segunda. Mientras que en Argentina se producen aproximadamente 50.000 infartos, hay por otro lado 120.000 episodios de ACV. Pero la gente tiene más conciencia y actúa con más rapidez frente a un infarto.
El porcentaje surje de una encuesta que realizó la Fundación para el Estudio de las Neurociencias y la Radiología Intervencionista (FENERI) llamada "Evolución del conocimiento sobre causas y señales de ACV en la población porteña". La misma fue presentada la semana última en el Congreso de la Nación, con motivo del Día Mundial del ACV que tuvo lugar ayer.
En la misma, se recabaron informes de cinco trabajos realizados en la Ciudad de Buenos Aires entre 2011 y 2017 a fin de percibir el conocimiento y concientización de esta enfermedad en la población.
Los números más importantes indican que cada vez más personas conocen las causas del ACV (el nivel de desconocimiento bajó del 20,4% en 2011 al 12,9% en 2017). Pero la mala noticia es que un 40% no sabe reconocer los síntomas, ni cómo reaccionar ante una urgencia.
En CABA, solo el 60 por ciento de las personas saben cómo detectar un ACV y actuar en consecuencia
Así, el 61,2% respondió que llama a una ambulancia o que va a una guardia ante la manifestación de algún síntoma. Pero el 22,1% dijo que espera una hora y luego decide qué hacer. Sólo el 12,4% llama a su médico inmediatamente.
"Casi en ninguna enfermedad del cuerpo humano la consulta rápida es tan importante. El cerebro tiene aproximadamente 120 millones de neuronas. Con un ACV se pierden casi dos millones de neuronas por minuto. Esa persona, por hora no atendida, envejece 11 años", afirmó Lylyk.
El otro dato que preocupa a los expertos es la falta de reconocimiento de los síntomas de un ACV. "El 50% de los encuestados no reconoció el dolor de cabeza súbito y de mayor intensidad como un síntoma que amerite actuar con rapidez. Y el 30% no hace nada si de pronto no puede mover el brazo derecho. Además, el 35% no hace nada si manifiesta repentina pérdida de coordinación", sostuvo el estudio.
"La Asociación Argentina contra el Ataque Cerebral, junto con la Fundación Feneri, comenzaron con la campaña SOCORRE. SO es por sonrisa. Si uno pierde la simetría de la sonrisa en la cara, es porque puede ser que vaya a tener un ACV. CO es de coordinar. Si uno no coordina bien al levantar un brazo o una pierna, y pierde fuerza, también es otro signo preocupante. RE es de repetir. Si uno no puede entender algo que le dicen y no lo puede repetir, debe acudir rápido a un especialista. Por eso es SOCORRE", explicó Lylyk.
¿De qué se trata el ACV y cómo reconocerlo?
Máximo Zimerman, jefe de la Clínica de ACV y de la Clínica de Neurorehabilitación de INECO, precisó que existen dos variedades de ACV: isquémico y hemorrágico.
"Los ACV isquémicos se producen por la interrupción o bloqueo de una arteria que lleva sangre al cerebro, como consecuencia de un fenómeno de trombosis o de embolia; al bloquearse la circulación por cualquiera de estos mecanismos, ocurre una isquemia o infarto cerebral", aseguró.
Y agregó: "Los ACV hemorrágicos ocurren por una ruptura vascular, con la consecuente hemorragia cerebral. Este tipo suele ser más abrupto, posee alta mortalidad y requiere, en algunos pacientes, un tratamiento quirúrgico inmediato".
La hipertensión arterial juega un rol crucial en ambos tipos de cuadros, siendo los individuos hipertensos mucho más proclives a presentar alguna de estas situaciones. De hecho, en el ACV hemorrágico, el 85% de los pacientes son hipertensos y alrededor del 50% lo son en el caso del ACV isquémico.
"Mediante el reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica, se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad. Debemos sospechar que una persona está teniendo un ACV si presenta de forma brusca algunos de los siguientes signos", detalló el especialista.
-Trastorno en el habla
-Debilidad en un brazo (puede o no acompañarse con debilidad en pierna del mismo lado)
-Asimetría facial
-Dolor de cabeza de gran intensidad
-Pérdida de la visión de un ojo o visión borrosa
-Dificultad para coordinar los movimientos, mareos, vértigo, dificultad para caminar
Pascual Lucio Serra, neurólogo y director médico de ALPI Asociación Civil, entidad que se dedica a la rehabilitación neuromotriz, indicó que en su institución el 30% de los pacientes que ingresaron durante 2017 lo hicieron como consecuencia de un ACV.
"Es fundamental hacer una buena historia clínica de cada paciente y considerar los factores de riesgo genéticos que puede tener. Es decir, un trabajo de prevención. Por ejemplo, si el paciente tiene un padre diabético, entonces debemos hacer una investigación para prevenir un futuro daño vascular", dijo Serra.
El especialista detalló los factores de prevención para disminuir el riesgo de un ACV:
1) Realizar una actividad física acorde a la edad y cuerpo de cada persona
2) Mejorar la calidad de vida
3) Caminar
4) Generar un cambio filosófico personal
5) Brindarle más tiempo a la familia
6) Leer
7) Disfrutar de actividades al aire libre
8) Chequeo médico preventivo
"Para vivir mejor debemos comer mejor, generar menos estrés, caminar más, disfrutar al aire libre, buscar los alimentos adecuados para estar sanos y que la vida nos alcance para vivir, no para que nos sobre", concluyó Serra.
¿Cuál es el impacto de esta enfermedad?
El ACV es la principal causa de deterioro funcional. Afecta casi al 30% de las personas mayores de 65 años y el riesgo de padecerlo se duplica en cada década a partir de los 55 años. En personas mayores de 65 años, el 26% es dependiente de terceros en sus actividades diarias hasta los 6 meses y el 46% tienen déficit cognitivo. Un episodio de ACV cambia la vida no solo de quienes lo sufren sino también de su familia y amigos.
A pesar de los avances en el conocimiento de la fisiopatología de la enfermedad y el advenimiento de las nuevas terapias de recuperación para pacientes seleccionados, la prevención efectiva sigue siendo el mejor enfoque para reducir la carga de la enfermedad.
Rehabilitar tiene como principal objetivo disminuir la minusvalía, significa volver a habilitar la función; es decir RE APRENDER. Focalizar el tratamiento para lograr la mayor independencia posible, apelando a la plasticidad neuronal y a la capacidad de sustituir la acción.
"Conocer los factores de riesgo para el ACV no es suficiente; hay que generar conductas saludables y apropiarnos de ellas. También es muy importante poder reconocer los síntomas del ACV y concurrir rápidamente a una clínica de rehabilitación integral dando chance de mejores intervenciones", remarca la doctora Lilian Pérez, coordinadora del área de Medicina Física y Rehabilitación en Clínica Alcla.
"En la Clínica, el paciente permanecerá internado aproximadamente 90 días, el equipo tratante decidirá su continuidad o el alta de la internación, considerando oportunamente cuándo es conveniente el retorno a su domicilio. Muchos familiares plantean la permanencia del paciente en la internación para seguir mejorando y este es un mito muy común ya que la rehabilitación es reinserción familiar y social; la motivación de la persona surge de la interacción con su espacio, situación que se objetiva cuando se realizan salidas terapéuticas los fines de semana", describió Gustavo Barbalace, director médico de Alcla.
¿Cómo prevenir el primer ACV?
Existen grandes oportunidades para prevenir el ACV. Un estudio internacional encontró que 10 factores de riesgo potencialmente modificables explicaron el 90% del riesgo de accidente cerebrovascular. En este sentido, los individuos propensos a ataques cerebrales pueden ser fácilmente identificados y dirigidos a intervenciones efectivas.
La doctora Adriana Ángel, miembro de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), puntualizó cómo el control de los factores de riesgo se vuelve fundamental:
· Disminuir la inactividad física: el efecto protector de la actividad física presenta innumerables beneficios para la salud: reducción de la presión arterial, control de factores de riesgo como la diabetes mellitus y el exceso de peso corporal, reducción en el riesgo de padecer un ACV, entre otros. Las pautas de actividad física recomiendan que los adultos realicen más de 150 minutos por semana de intensidad moderada (por ejemplo, caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa (por ejemplo, correr), o una combinación equivalente. Estas pautas también señalan que cierta actividad física es mejor que ninguna y que los adultos que realizan cualquier actividad física obtienen beneficios para su salud.
· Llevar una dieta saludable: la hipertensión arterial es el principal factor de riesgo modificable para el ACV. Específicamente, los factores de riesgo dietéticos que se relacionan con la presión arterial elevada incluyen el consumo excesivo de sal, la baja ingesta de potasio, el peso excesivo, el alto consumo de alcohol, entre otros. Por cada aumento de porción, por día, en la ingesta de fruta y verdura, el riesgo de ACV se reduciría. En este sentido, las personas que consumen menos de 3 porciones por día tendrían mayor riesgo de ACV que si consumieran de 3 a 5 porciones por día. Por esto, se recomienda una ingesta reducida de sodio, un aumento de la ingesta de potasio y una dieta estilo DASH, que enfatice en frutas, vegetales y productos lácteos bajos en grasa y grasa saturada reducida, para disminuir la presión arterial.
· Consumir alcohol de manera leve a moderada: esto se asocia con un menor riesgo de ACV, mientras que un mayor consumo de alcohol aumenta el riesgo de padecerlo. No existen ensayos clínicos que demuestren que la reducción del consumo excesivo de alcohol reduce el riesgo, o que el consumo de alcohol es beneficioso. Sin embargo, todos sabemos que la dependencia del alcohol es un problema de salud importante.
· Controlar adecuadamente la presión arterial: la relación entre la presión arterial y el riesgo de ACV es fuerte. Cuanto mayor es la presión arterial, mayor es el riesgo de ACV. Por eso se recomiendan cambios en el estilo de vida como parte de una estrategia integral de tratamiento. Está documentado que el tratamiento farmacológico de la hipertensión previene el ACV y otros daños relacionados. La hipertensión sigue sin tratarse adecuadamente en la comunidad, por lo que es necesario desarrollar, probar e implementar programas adicionales para mejorar la adherencia al tratamiento.
· No fumar: el tabaquismo es un potente factor de riesgo de ACV isquémico, asociado con una duplicación aproximada del riesgo, mientras que el riesgo es de 2 a 4 veces mayor para el ACV hemorrágico. El consumo de cigarrillos puede potenciar los efectos de otros factores de riesgo de ACV, como el uso de anticonceptivos orales. Estudios recientes sobre los efectos de la prohibición de fumar en las comunidades han asociado estas prohibiciones con una reducción en el riesgo de ACV. Tengamos en cuenta que fumar un solo cigarrillo aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial media y el índice cardíaco, y disminuye la distensibilidad arterial. La exposición activa o pasiva al humo del cigarrillo también es perjudicial. Estudios epidemiológicos muestran una reducción en el riesgo de ACV con el abandono del hábito de fumar y con prohibiciones en toda la comunidad.
· Diabetes mellitus: esta enfermedad es un factor de riesgo independiente de ACV, duplica el riesgo con una mortalidad del 20% por ACV. Las personas con esta enfermedad tienen una mayor susceptibilidad a la aterosclerosis y una mayor prevalencia de factores de riesgo aterogénicos, en particular la hipertensión y los lípidos sanguíneos anormales. Por eso, se recomienda el control de la presión arterial con un objetivo de <140/90 mm Hg en pacientes con diabetes mellitus tipo 1 o tipo 2; y el tratamiento de adultos con diabetes mellitus con estatinas, especialmente aquellos con factores de riesgo adicionales, para reducir el riesgo de un primer ataque.
· Obesidad y sobrepeso: el índice de masa corporal (IMC) de un paciente se usa para distinguir el sobrepeso (IMC, 25 a 29 kg / m2) de la obesidad (IMC> 30 kg / m2) y la obesidad mórbida (IMC> 40 kg / m2). Los hombres que presentan una circunferencia de cintura >102 cm y las mujeres con una circunferencia de cintura>88 cm están clasificados como obesos abdominales. Se recomienda que todos los adultos se sometan a exámenes de detección de la obesidad y que los pacientes con un IMC de ≥ 30 kg / m2 sean referidos para intervenciones conductuales multicomponentes intensivas para perder peso.
· Fibrilación auricular (FA): la FA, incluso en ausencia de enfermedad valvular cardíaca, se asocia con un aumento del riesgo de ACV isquémico de 4 a 5 veces. Por eso, existe una oportunidad importante para la prevención primaria del ictus en pacientes con fibrilación auricular.
Para finalizar, la prevención es fundamental para revertir el impacto de esta enfermedad y sus factores de riesgo. Se requiere optimizar las medidas, programas e iniciativas que ayuden a potenciar los sistemas de cuidado que identifiquen en cada oportunidad de contacto estos factores de riesgo a medida que surjan, y el control de los emergentes.
El acceso a la atención es necesario, pero no suficiente para garantizar una prevención eficiente. También, se debe considerar la integración de los servicios para los pacientes que padecen la enfermedad, y focalizar los esfuerzos en esto, la PREVENCIÓN.
Los países de América Latina están experimentando un aumento en la mortalidad y discapacidad por el ataque cerebrovascular. Por eso, los sistemas de salud de estas regiones se han propuesto cumplir el objetivo de reducir, para el año 2025, un 25% la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y diabetes), meta establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Fundación Cardiológica Argentina (FCA) y la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) adhieren a la iniciativa llamada "Objetivo 25 x 25" con la plena convicción de lograr revertir los números actuales, a partir de un fuerte trabajo en campañas de concientización y difusión de información a los médicos y a la comunidad en general.
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