Adiós a los prejuicios: la dislexia no es un problema de inteligencia

El equipo de psicopedagogas del Hospital de Clínicas aporta una nueva mirada a esta afección que padece entre el 3% y el 5% de la población mundial y que vuelve a estar en la mira de los especialistas. De qué se trata esta disfunción neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de toda su vida

Durante mucho tiempo, hablar de dislexia era hablar de un síntoma indicador de una problemática emocional, que afectaba el progreso de algunos chicos en edad escolar. Sin el avance tecnológico que permitía dar cuenta de las reacciones a nivel del cerebro ante ciertas estimulaciones, este tipo de disfunciones caía en una generalización, falta del diagnóstico específico y la intervención profesional adecuada. Hoy en día, la tendencia es catalogarla como una disfunción neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de toda su vida.

La dislexia es una disfunción neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de toda su vida (iStock)

Gustavo Abichacra, médico pediatra y presidente del Comité Científico de la Asociación Dislexia y Familia (DISFAM) explicó a Infobae: "La dislexia es un trastorno del lenguaje, de la comunicación de origen neurobiológico, hereditario, relacionado con una anomalía en la migración neuronal. Consiste en la aparición en forma inesperada de una imposibilidad de una lectura fluida, exacta y automatizada. Es una dificultad para decodificar un código auditivo en código visual. El pensamiento del disléxico es como una película continua que se interrumpe cada vez que aparece una palabra abstracta, y el 50% de nuestro vocabulario está compuesto de esa forma".

Antes de conocerse el origen de la dislexia, a estos niños se los consideraba "inmaduros" en el aprendizaje y generalmente iban a un tratamiento psicológico para aceptar sus limitaciones.

La dislexia está considerada una disfunción neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de toda su vida.

El Hospital de Clínicas cuenta con un equipo de psicopedagogas, integrado por las licenciadas Rosamarina Álvarez, Marina Croseri, Patricia Pasqua y Karina Estigarribia, que reciben las consultas e intervienen en cada caso. Para ellas, la dislexia no es un problema de inteligencia, sino una afección que tiene que ver con el aprendizaje.

"Para el chico con dislexia, todo se hace un poco cuesta arriba. Porque la lectura y la escritura son cosas con las que se va a enfrentar toda la vida", explicó a Infobae la licenciada Rosamarina Alvarez. Su colega, Marina Croceri, completó: "Estamos ante una persona que cuando se encuentra con un escrito, no encuentra ninguna representación. Es como intentar leer un idioma totalmente desconocido que para él no tiene lógica, no lo puede descifrar".

La clave está en el diagnóstico adecuado en el momento preciso para llegar al diagnóstico temprano: "Se necesita que el chico tenga algunos conocimientos sistemáticos sobre lenguaje, lectura y escritura para estar seguros que es dislexia. Sin embargo, hay que prestar atención a los progresos desde el jardín, porque se manifiesta desde muy temprano", explicó Patricia Pasqua.

Los especialistas afirman que la clave está en el diagnóstico adecuado en el momento preciso (iStock)

Álvarez explicó que esto es algo que va a acompañar al niño casi toda la vida, pero que puede aprender a compensar muy bien. Y Croceri opinó que lo principal es la familia. "No solo el acompañamiento que brinda, sino cómo impacta el diagnóstico. Hay que aprender a manejar la presión que los padres ponen en el chico cuando pasa el tiempo y no aprende a leer y escribir. También lo dispuestos que están a pedir ayuda, muchas veces se escudan en otras capacidades y le restan importancia", puntualizo Croceri.

Autoestima y capacidades

El tratamiento que llevan adelante la psicopedagogas está orientado a dos objetivos. En primer lugar, reforzar el autoestima del paciente y potenciar las otras capacidades que pueda desarrollar, fortaleciendo aspectos positivos. En segundo término, comienza un abordaje re-educativo, con estimulación y trabajo sobre las funciones que presentan dificultad. "El potencial puede no estar puesto en la lectura o la escritura, pero si en otras habilidades innatas, hay chicos disléxicos que son muy hábiles para las matemáticas, por ejemplo", afirmó Álvarez.

Y por último, se trabaja en conjunto con la escuela. "Depende en que etapa escolar esté será el tipo de ayuda. La cursada debería respetar las necesidades del alumno, quizás se tenga que tomar más lecciones orales y no tanto pruebas escritas, por ejemplo", sostuvo Pasqua y especificó: "Si empezamos a observar la dislexia en un alumno de preescolar o de sala de 4, el trabajo de las psicopedagogas será estimular todo lo que es la conciencia fonológica, a través de juegos, rimas, versos, cantos. Una cosa mucho más lúdica donde se puede abordar esta problemática en esta etapa temprana".

La escuela debe acompañar al alumno que padece dislexia

"La escuela tiene que tomar conciencia de la existencia de la dislexia y otras disfunciones similares. Los chicos diagnosticados tienen que seguir teniendo su matrícula y su espacio en la escuela a la que asisten y la misma se tiene que comprometer en ayudar y brindar las herramientas para poder asistir a sus necesidades", concluyó Croceri.

En consonancia, en 2016 se aprobó la Ley 27.306 sobre Disfunciones Específicas del Aprendizaje (DEA) que entre otras obliga al sistema de salud a cubrir la detección temprana, el diagnóstico y el tratamiento de las DEA, además de la capacitación docente, la cobertura de necesidades por parte de los establecimientos educativos y la difusión masiva con campañas a la comunidad.

La ley, en su artículo 6° enumera las adaptaciones que debe hacer la institución educativa ante alumnos con dislexia:

  • Dar prioridad a la oralidad, tanto en la enseñanza de contenidos como en las evaluaciones.
  • Otorgar mayor cantidad de tiempo para la realización de tareas y/o evaluaciones.
  • Asegurar que se han entendido las consignas.
  • Evitar las exposiciones innecesarias en cuanto a la realización de lecturas en voz alta frente a sus compañeros.
  • Evitar copiados extensos y/o dictados cuando esta actividad incida sobre alumnos con situaciones asociadas a la disgrafía.
  • Facilitar el uso de ordenadores, calculadoras y tablas.
  • Reconocer la necesidad de ajustar los procesos de evaluación a las singularidades de cada sujeto.
  • Asumirse, todo el equipo docente institucional, como promotores de los derechos de niños, niñas, adolescentes y adultos, siendo que las contextualizaciones no implican otorgar ventajas en ellos frente a sus compañeros, sino ponerlos en igualdad de condiciones frente al derecho a la educación.

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