El embarazo trae consigo diversos cambios fisológicos, uno de ellos afecta la piel de la mujer, sobre todo en la época de verano. Es imprescendible conocer las bondades y amenazas que produce la radiación solar sobre el órgano más extenso del cuerpo.
Según la Sociedad Argentina de Dermatología, las mujeres en el período gestacional sufre algunos cambios que se relacionan con las variaciones hormonales que con la exposición al sol desencadena en una hiperpigmentación.
Estas pueden ser generalizada o localizada y ocurre en aproximadamente el 90% de las embarazadas. En el rostro se manifiestan los melasmas, manchas uniformes, localizadas en la frente, sienes y zona central de la cara. Otras pueden surgir en como línea entre el pubis y el ombligo.
Otras zonas que se pigmentan son los pezones, las axilas y el cuello
Para evitar su aparición es fundamental extremar las medidas de fotoprotección: el uso de bloqueadores solares, sombreros y ropa de manga larga para ir al playa.
Por otra parte, durante la gestación no es aconsejable la utilización de cremas blanqueadoras y tratamientos despigmentantes. Si bien tienden a desaparecer con el parto o en un período cercano, en un 30% de las pacientes se extiende por más tiempo, explicaron desde la Sociedad Argentina de Dermatología.
Es común que durante este período "aparezcan pequeñas verruguitas en las axilas o bajo el pecho. También suelen verse puntos rojizos intensos con o sin relieve en el tronco".
De esta manera, la Sociedad Argentina de Dermatología brindó siete consejos indispensables para disfrutar del sol de manera segura:
–Uso constante del protector solar: Se recomienda utilizar cremas, geles o aerosoles de marcas reconocidas, respetando su fecha de vencimiento, que sirvan para UVA y UVB con un factor de protección solar (FPS) no menor a 30. Para que sea útil hay que colocarlo unos 20 minutos antes de exponerse al sol, con la piel seca y cubriendo todas las zonas descubiertas. Usar el mismo nivel de protección en todo el cuerpo. La cantidad debe ser abundante. Hay que volver a aplicarlo cada 2 o 3 horas con la piel seca. Si se transpira mucho o se está dentro del agua hay que reaplicarlo (aún si son resistente al agua). No reducir el nivel de protección a lo largo de los días: el bronceado evita sensación de quemazón pero no previene de consecuencias negativas a largo plazo.
Evitar exponerse en los horarios del mediodía: entre las 10 y las 16 horas la intensidad del sol y su daño es mayor. En la práctica, cuando la sombra es corta, es un horario no conveniente para exponerse (riesgo alto). Si la sombra es más larga que la estatura, el riesgo es bajo. Tener en cuenta que hay otros factores como época del año, latitud, altitud, y reflejo del sol (mayor riesgo en verano, cerca del Ecuador, en las montañas, la nieve, el agua o la arena).
Utilizar la sombra como protección: un árbol, una sombrilla o una carpa bloquean de manera eficaz los rayos del sol. Utilizar camisas de manga larga, con cuello, pantalones largos y sombreros de ala ancha -8 centímetros- son indispensables. Al igual que los anteojos oscuros, de calidad reconocida que bloqueen rayos UVA y UVB.
Humectar la piel después del sol: La piel se seca por la transpiración, el viento, la arena y el calor. Es muy conveniente utilizar alguna crema liviana (emulsiones) para devolverle la elasticidad natural.
Cuidados extremos con ingesta de algunos medicamentos: existen grupos que pueden producir como efecto adverso quemaduras severas ante exposiciones solares habituales. Es importante consultar al médico si existe algún riesgo en caso de estar tomando algún medicamento
-Exponerse al sol con moderación: ninguna recomendación es suficiente si se abusa durante largas jornadas del sol
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