Estacionar el auto y que la duda sobre si la alarma fue debidamente activada lleve al conductor a volver a chequearlo; que la incertidumbre acerca de si el gas quedó cerrado antes de salir de vacaciones haga volver al viajero unos kilómetros para corroborarlo; o que la inquietud por la higiene de las manos convierta un en subte en un martirio. Todas cualidades que pueden cruzar la delgada línea entre la preocupación y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Probablemente a la mayor parte de las personas les resulte fácil recordar haber tenido alguna vez algún pensamiento como los del párrafo anterior. Y si bien se trata de ideas que habitualmente suelen ser dejadas de lado, se olvidan y no se les da importancia, pueden llegar al extremo de perturbar tanto la vida de quien las experimenta que se requiera tratamiento médico.
"En el trastorno obsesivo compulsivo, las personas experimentan obsesiones, que son pensamientos, imágenes o sensaciones similares a los de arriba, pero a diferencia de quien no tiene este trastorno, estos no se descartan, sino que se repiten una y otra vez. Al aparecer generan angustia; la persona quisiera poder quitar esto de su mente y no pensar nunca más en ello, sin embargo vuelven a aparecer una y otra vez". Así lo explicó la licenciada Amparo Belloch Fuster, de la Universidad de Valencia (España), que disertará en el Seminario Internacional de Diagnóstico y Tratamiento del Trastorno Obsesivo Compulsivo organizado por la Fundación Aiglé.
Y tras destacar que "frente a esta situación estas personas deciden realizar ciertas acciones, denominadas compulsiones para poner fin a estos pensamientos", la especialista remarcó que "cuando estas personas se ven impedidas de realizar sus compulsiones –también llamados rituales- sufren de una ansiedad que no pueden tolerar".
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— Tendencias (@InfobaeTrends) 20 de agosto de 2016
En algunos casos, la acción a realizar parece ser muy lógica, por ejemplo: frente a la duda de haber cerrado la puerta de casa, acompañada por el temor de que entre alguien a robar, regresar a chequear si quedó bien cerrada.
En otras ocasiones, la acción puede no tener relación directa con el pensamiento, siendo una imposición más bien arbitraria: "para que mi padre no tenga un accidente, debo tocar madera o una superficie gris, o pararme en el umbral de la puerta hasta que pase un minuto entero".
A veces estas compulsiones pueden ser acciones mentales, o sea que no se llevan a cabo en una acción física.
"En todo caso, cada vez que aparecen las obsesiones experimentan la necesidad de realizar estas acciones una o muchas veces llegando a interferir en su vida cotidiana -puntualizó Belloch Fuster-. En resumen, cuando un pensamiento molesto nos aparece una y otra vez en nuestra mente, cuando la persona se siente obligada a hacer ciertas acciones que interfieren con su vida para evitar las consecuencias de algo en lo que no puede dejar de pensar, cuando por síntomas como estos aparece la angustia, es hora de realizar una consulta".
¿Y si lo dejo que se cure solo?
La mala noticia es que el TOC funciona como un círculo vicioso. Y una vez activado, tiende a empeorar cada vez más y es muy difícil salir.
"Es importante tener en cuenta que el TOC es un trastorno mental que sufren en igual proporción hombres y mujeres, suele comenzar en la adolescencia aunque también se puede iniciar en la niñez o en la vida adulta", describió la especialista, quien aclaró que "tener este trastorno no es estar loco. Tener TOC no es ser peligroso. Es un trastorno mental que produce mucho sufrimiento y del cual se puede encontrar mucho alivio con un tratamiento adecuado".
De ahí que ante la sospecha de que alguien cercano o uno mismo pudiera tener TOC, es necesario realizar una consulta con un profesional especializado en el trastorno.
"Es muy importante poder contar con un diagnóstico correcto para permitir que la persona pueda obtener la ayuda apropiada, y prevenir quizás años de padecimiento", finalizó la especialista, que disertará en el seminario dirigido a profesionales de la salud mental el próximo 29 de agosto.