Es casi inexplicable nuestra simpatía por la realeza, que quizás más que simpatía sea nuestro impulso voyeurista de espiar el ritual de tres asistentes vistiendo a la reina Isabel II como si un hechizo le impidiese cerrar un botón. La serie The Crown ha logrado desde 2016 mucho más que cualquier otro gesto político en una época en la que las monarquías pierden peso en todo el mundo: profundizar la conexión entre el pueblo británico y su reina. Encarnada por la genial Olivia Colman, despierta fascinación más allá del Reino Unido. Pero la cuarta temporada traerá a su mayor contrafigura, Diana Spencer: la Reina de Corazones es la única capaz de quitarle popularidad a Isabel II.
Protagonizada por un nuevo talento, Emma Corrin, la serie histórica la mostrará incluso en su casamiento con el príncipe Carlos, a 39 años de la boda que fue la más vista por televisión. Colman y Corrin no estarán solas: por un lado, las acompañará Helena Bonham-Carter, como la hermana bardera de la Corona. Y además, ¡alerta! se sumó Gillian Anderson para interpretar a la mismísima Dama de Hierro, Margaret Thatcher. ¡Maratón asegurado!
La moda políticamente incorrecta de Lady Di
Nos entusiasma darle play a la historia de Lady Diana y nos emociona ver la recreación de sus estilismos. También queremos ver cómo Diana pasó de ser una chica tímida y formal de la aristocracia inglesa a transformarse en una fabulosa mujer que se enamoró de un príncipe y se casó frente a todo el planeta tierra. La misma que se plantó frente a las cámaras y contó que ese marido soñado le había sido infiel durante todo su matrimonio, y que lo había sobrellevado mientras ocultaba su bulimia. La que se dedicó al trabajo comunitario desde un lugar nuevo para la realeza, uno menos careta. Todo eso y más, expuesta las 24 horas del día y con un protocolo muy encorsetado que cumplir. Lady Di entendió su influencia, supo hablar con los hechos y construyó una imagen icónica replicada por muchas, pero igualada por ninguna. ¿Cómo lo hizo? Estas son las cinco decisiones de estilismo que cambiaron las reglas del vestir de la Corona británica, tomá nota:
1. ¿Guantes? No, gracias
Con total naturalidad la duquesa de Cambridge Kate Middleton se pavonea con las manos al viento. También Meghan Markle lució sus manitos en total libertad. Pero cuando Lady Di tomó en los 80 la decisión de dejar de usar guantes, a la reina casi le da algo. ¡Cómo cancela nuestra regla básica de lookeo! ¡Cómo saluda a la plebe sin guantes! ¿Qué es esto? Bueno, se tuvo que acostumbrar porque los usó en contadas oportunidades y después #soltó para siempre. ¿El motivo? A Diana le parecía más cordial y cercano tocar a las personas al saludarlas. ¿La bancamos? No queda otra, por algo fue la Reina de Corazones.
2. El negro no es luto, es poder. Palabra de Diana Spencer
Muchas son las reglas de etiqueta que postula la realeza y se sabe que vestir de negro está prohibido, salvo si la royal en cuestión estuviese de luto. Bueno, Diana se declaró fan del color negro que simboliza poder, confianza y autoridad. Aunque titubeó al comienzo de su carrera como princesa, no tardó en sumarlo a sus estilismos y cuando lo hizo no hubo vuelta atrás.
3. No usarás escote ni marcarás tu cuerpo y menos usarás minifalda, jajajajaj
Básicamente ninguna pieza sexy podía estar dentro del vestidor de una princesa, la onda era casi virginal. Los primeros años vimos a una Lady Di en clásico plan mojigata, llena de volados y capas, casi oculta detrás de la ropa. Pensemos que se casó a los diecinueve, todavía jugaba a vestirse de muñeca de torta real en sus primeros años de matrimonio. Pero los 80 pedían liberación, sensualidad y rock and roll, y Diana se aferró a sus curvas y salió con su mejor amigo Elton John a patear teléfonos públicos. Bueno, tal vez no tanto, pero que la rockeó, la rockeó y eso sí lo podemos asegurar. ¡Enhorabuena querida princess!
4. Una princesa puede presumir traje y corbata #skere
Si pensamos en princesas, la estampita que matchea es la de una mujer en vestido, es así. Y claro que es así porque las reglas lo decretan. ¿Un traje compuesto por chaqueta y pantalón? Pero, si no es hombre… ¡Queda expulsado totalmente del vestidor de una royal por ser poco femenino! ¿Y quién dice qué es lo femenino y qué lo masculino? La princesa se puso firme y comenzó a usar trajes sastreros de corte masculino y fabulosos smoking en muchos de sus compromisos sociales. Dijo que lo hacía por dos cosas: le resultaban más cómodos para trabajar y a la vez estaban en tendencia. Y sí, cuando tenés razón, tenés razón querida Diana.
5. El famoso vestido de la revancha
Cuando el 29 de junio de 1994 el príncipe Carlos blanqueó en un programa de televisión su relación paralela con Camila Parker-Bowles, el cotilleo llegó hasta Marte. La tribuna mundial quería ver sangre real en la prensa amarilla. Esa misma noche, Diana tenía agendado un evento y sabía que todos los ojos iban a estar puestos en ella... ¿Qué hizo entonces? ¿La jugó de víctima? ¿De perdedora? ¿Se vistió de “la que Carlos no ama”? Pues no, mi ciela, Diana Spencer se lookeó cual loba en el tejado con un vestido firmado por la diseñadora Christina Stambolian, de corte off shoulder, en rabioso negro y con una insinuante silueta slim. Nadie pudo decir otra cosa más que “Ohhh”. Porque la moda es eso que pasa cuando querés mandar un mensaje bien claro: “Ok, Carlos, vos naciste príncipe; yo me hice icónica, besis.”
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