
No se trata de un capítulo del Superagente 86, la genial creación de Mel Brooks, ni es una remake de una de las tantas películas de espionaje que se filmaron durante la llamada Guerra Fría. Esta contienda es comercial, al menos por ahora. Y en ese contexto dos ciudadanos chinos, entre ellos un académico de la Universidad de Michigan, fueron arrestados por la presunta intención de introducir en Estados Unidos un patógeno conocido por ser perjudicial para los cultivos de maíz, trigo, arroz y cebada. El incidente se agravó debido a la filiación política de los detenidos.
La referencia es a Fusarium graminearum, calificado por la literatura científica como “posible arma del agroterrorismo”, temperamento que fue adoptado por la Justicia estadounidense para condenar el hecho, según indica DTN. Se sabe que este hongo es responsable de miles de millones de dólares en pérdidas económicas a nivel mundial cada año. Sus toxinas causan vómitos, daño hepático y defectos reproductivos en humanos y ganado.
Es el agente causal de la fusariosis de la espiga, una enfermedad importante que afecta a los cultivos de trigo y cebada. Asimismo sus micotoxinas tienen impacto en maíz, y cuenta con una amplia gama de hospedadores que le sirven para perpetuarse. Afecta principalmente a las gramíneas pero también puede colonizar residuos de cosecha, lo que contribuye a su persistencia en entornos agrícolas.

Como en las mejores épocas de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Yunqing Jian, de 33 años, y Zunyong Liu, de 34, ciudadanos de la República Popular China, fueron acusados de conspiración, contrabando de mercancías a Estados Unidos, declaraciones falsas y fraude de visas, según una denuncia presentada ante el Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el este de Michigan. Un solo cargo de contrabando conlleva hasta 20 años de prisión.
La denuncia presentada ante un tribunal federal no indica específicamente que la pareja tuviera planes de propagar el patógeno en establecimientos agrícolas estadounidenses, pero los dispositivos electrónicos que le encontraron a Jian contienen información que describe su afiliación y “lealtad al Partido Comunista Chino”. Se alega además que el novio de Jian, Liu, trabaja en una universidad china donde investiga el mismo patógeno y que primero mintió, pero luego admitió haber introducido Fusarium graminearum de contrabando en Estados Unidos a través del Aeropuerto de Detroit, para poder investigarlo en el laboratorio de la Universidad de Michigan, según dijo.
Menos contemplativo, el fiscal federal Jerome Gorgon Jr. advirtió que el hongo en el que supuestamente trabaja la pareja representa una amenaza para la agricultura estadounidense y una enorme preocupación para la seguridad nacional. “Estos dos extranjeros han sido acusados de contrabandear un patógeno descripto como un ‘arma potencial de agroterrorismo’ al corazón de Estados Unidos, donde aparentemente pretendían utilizar un laboratorio de la Universidad de Michigan para impulsar su plan”.

Desde la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza del país de las barras y las estrellas la acusación es similar, fundada en “el intento de introducir clandestinamente materiales biológicos potencialmente dañinos en Estados Unidos”. Liu entró a este país y supuestamente declaró no tener materiales de trabajo, pero tras una revisión secundaria de su equipaje, las autoridades encontraron pañuelos que ocultaban una nota en chino y cuatro bolsas de plástico transparente con pequeños grumos de material vegetal rojizo en su interior. Les dijo a las autoridades que desconocía cómo habían llegado a su mochila, pero tras un interrogatorio más profundo, admitió que ocultó intencionalmente las muestras porque sabía que existían restricciones a la importación de esos materiales“,
El incidente colabora para generar aún más ruido en las relaciones entre Estados Unidos y China, justo en el momento en que Donald Trump y Xi Jimping se habían comunicado telefónicamente y se preparaban para encarar las negociaciones que se están llevando a cabo en Londres esta semana. Poco tiempo atrás habían acordado una tregua de 90 días para discutir en paz los detalles que los distancian, pero a poco de comenzar, el debate terminó estancándose, y ambos mandatarios tratan ahora de reflotar las negociaciones.
Todo indica que la nueva guerra tarifaria desatada por el republicano, previsible por cierto, encontró a los asiáticos mucho mejor preparados que en 2018, y que no será tarea sencilla alcanzar un acuerdo duradero. Mientras tanto, las dos potencias se recelan y desconfían de cada movimiento.
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