
¿Es posible mejorar la producción de ajo sin recurrir a insumos químicos ni prácticas que deterioren el suelo? Un equipo del IPAF NOA del INTA demostró que sí, gracias al uso del mulching orgánico, una técnica que optimiza el rendimiento del cultivo, mantiene la humedad del suelo por más tiempo y reduce la erosión.
El mulching consiste en cubrir la superficie del suelo con materiales naturales como hojas secas, paja o aserrín. Esta capa protectora no solo impide el crecimiento de malezas, sino que también conserva la humedad, regula la temperatura y aporta materia orgánica a medida que se descompone. Además, favorece la biodiversidad al crear un hábitat ideal para microorganismos beneficiosos.
Más ajo, menos esfuerzo
Facundo Moreno, uno de los investigadores del proyecto, destacó que los ensayos realizados en la Quebrada de Humahuaca confirmaron los beneficios de esta técnica. “El mulching orgánico no solo mejora el rendimiento del ajo, sino que también reduce tareas secundarias como el desmalezado y protege los recursos naturales”, señaló.

El equipo del INTA registró un aumento significativo en la producción: de 200.000 a 285.000 cabezas de ajo por hectárea. Además, los bulbos lograron un mayor diámetro y peso. La clave está en la capa protectora, que cubre tanto los surcos como los entresurcos sin impedir el crecimiento de las plantas. “El ajo atraviesa esta cubierta sin problemas, permitiendo su desarrollo normal sin afectar la emergencia”, explicó Moreno.
Menos riego, más sustentabilidad
Otro de los puntos fuertes del mulching es su capacidad para optimizar el riego. Según Julieta Quiroga Martínez, investigadora del proyecto, esta técnica permite espaciar los riegos de semanales a quincenales, manteniendo la humedad del suelo por más tiempo. “Al evitar la evaporación rápida del agua, se reduce el consumo hídrico y se protege la estructura del suelo de la erosión”, explicó.
Para generar el material de cobertura, el equipo utilizó mijo, un cultivo adaptado a la región que complementa el ciclo del ajo. Tras su corte, se realiza la siembra directa del ajo con una herramienta diseñada para facilitar el proceso, mejorando las condiciones de trabajo y optimizando el tiempo de implantación.
Un suelo más vivo
A diferencia del mulching plástico, que genera residuos, el orgánico aporta materia orgánica que enriquece el suelo y promueve la biodiversidad. “Sumado a la labranza cero, esta práctica mejora la estructura del suelo e incrementa la vida en él”, destacó Quiroga Martínez.
Los resultados obtenidos demuestran que el mulching orgánico no solo es una estrategia efectiva para aumentar la productividad del ajo, sino también una herramienta clave para la agricultura sustentable. Un método simple, natural y eficiente que podría transformar el cultivo de ajo en diversas regiones del país.
Fuente: Inta
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