
Después de las sorpresas detonantes que trajo el reporte de enero, no se esperaba demasiado del informe de oferta y demanda de febrero generado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), conocido el martes último. Y el paper cumplió ampliamente con esta expectativa. Dado que no sorprendió a los operadores, la poca trascendencia de sus novedades terminó llevando hacia abajo los precios.
Entre los escasos elementos alcistas puede citarse la reducción de las estimaciones del USDA para las cosechas de maíz y soja en la Argentina. Si bien pone de manifiesto la creciente preocupación de que la sequía y el calor extremo de días recientes puedan haber dañado la producción de nuestro país, la poda efectuada por el USDA fue insuficiente para conmover a los inversores e impulsar las cotizaciones.
Además, las mejoras operadas en las ruedas previas en Chicago estuvieron precisamente motorizadas en buena medida por la situación climática en la Argentina, y la respuesta del mercado tras el informe del USDA sugiere que hasta acá el impacto de la seca ya se ha descontado mayormente.

Desbrozado grano por grano, las perspectivas del organismo para la oferta y el uso de maíz se mantuvieron estables desde enero, con existencias finales sin cambios en algo más de 39 millones de toneladas.
Como se indicó, la producción esperada para nuestro país se redujo ligeramente, de 51 millones a 50 millones de toneladas, lo cual de todos modos se ubica por encima de lo que está estimando la Bolsa de Comercio de Rosario. En cuanto a Brasil, el USDA recortó la producción esperada en 1 millón de toneladas, de 127 millones a 126 millones de toneladas. Así, la oferta sudamericana, clave en la conformación de los precios globales, no cambia demasiado en el caso del maíz respecto de lo informado en enero pasado.
En cuanto al balance global, el Departamento redujo su estimación de existencias finales de maíz 2024/25 en un 1%, a un mínimo de 10 años de 290,2 millones de toneladas, apoyado en los recortes efectuados a los números de Argentina y Brasil, especialmente.
La soja no tuvo que tolerar sobresaltos, no más de los que ya tiene en haber. El USDA no modificó su previsión de oferta y consumo, y las existencias finales para Estados Unidos se mantuvieron estables en 10.34 millones de toneladas, muy cerca del número que esperaban analistas e inversores.
En América del Sur, el USDA aplicó recortes a la producción de Argentina, unos 3 millones de toneladas menos, para arribar a una nueva estimación 49 millones de toneladas. Por su parte, mantuvo el potencial de producción de Brasil en 169 millones de toneladas, a contramano de las expectativas de un aumento de alrededor del 0,4%.

Las perspectivas del USDA para el socio mayoritario del Mercosur siguen estando por detrás de las de muchos consultores privados, algunos de los cuales han pronosticado una cosecha de hasta 174 millones de toneladas. Eso a pesar de que el organismo indicó que sus técnicos del Servicio Agrícola Exterior que viajaron a las principales áreas productivas en Brasil a fines de enero encontraron cultivos en buena forma.
Según estos relevadores, existe consenso en el sentido de que los rendimientos que se están obteniendo son positivos, sobre todo en el Centro Oeste de Brasil, que aporta aproximadamente el 44% de la cosecha de soja.
Respecto del balance mundial para la oleaginosa, el reporte incluye una menor producción, un mayor uso del grano y menores existencias finales, por debajo de lo que imaginaba el inversor. Los stocks estimados disminuyeron unos 4 millones de toneladas, a 124,3 millones, lo que aún sería un 10% más que las existencias remanentes de 2023/24 y a la vez un máximo histórico.

Finalmente, también hubo datos relativamente estables para el trigo. La última perspectiva del USDA mostró un mayor uso interno y existencias finales más bajas. Los stocks se ubicaron en 21.60 millones de toneladas para el cereal estadounidense, volumen que de todos modos sigue siendo un 14% más elevado que en el año anterior.
A nivel mundial, el USDA anticipa un crecimiento tanto de la oferta como del consumo de trigo, pero también una reducción en el comercio internacional y las existencias finales. Cabe destacar que las exportaciones globales se recortaron en 3,0 millones de toneladas, debido a una menor participación de los envíos provenientes de la Unión Europea, Rusia y Ucrania, mayormente. Además, China, que es el principal importador de trigo del mundo, tiende a los niveles más bajos en cinco años.
Como balance para nuestro país, la producción de soja recibió claramente el recorte más importante, proporcionalmente más elevado que el consignado en el caso del maíz. Está acorde a la evolución de la condición de cultivos que viene informando la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, y al castigo que recibieron los lotes tras la última ola de calor y ausencia de lluvias.
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