No duró. La sospecha estaba y terminó convirtiéndose en realidad la semana pasada. La mejora operada en los precios de la hacienda en pie no se sostuvo, probablemente porque los factores que condicionan estos precios siguen gozando de buena salud. La seguidilla de lluvias de octubre-noviembre cedió su lugar a un clima más seco y un importante ingreso de animales en el mercado de Cañuelas la última semana. Es un viejo axioma de la economía que todo aquello que se encuentra muy ofertado sin un correlato acorde en la demanda acaba perdiendo precio.
Así, el valor real del novillo retrocede al nivel de noviembre pasado, desde luego muy lejos de los umbrales alcanzados a fines de diciembre de 2023. Obviamente una menor oferta de acá a fin de año y la llegada de las Fiestas puede levantar algo la vara, pero muchos opinan que por ahora la suerte de la ganadería seguirá siendo modesta.
Un trabajo de la Bolsa de Comercio de Rosario confirma lo que todos sabemos: la caída del consumo sigue limitando la recuperación de los precios de la carne. Los datos interanuales aún no muestran una recomposición plena de los indicadores de actividad, aunque es cierto que aparecen algunos indicios más favorables.
De todos modos la sensación de la calle es que el poder de compra de los consumidores sigue debajo de la línea de flotación. Esto se explica precisamente por los cambios que ha sufrido la distribución del gasto familiar debido a la suba de precios y tarifas de otros rubros, que compiten en cierto modo con el gasto destinado a alimentos.
En concreto, la trayectoria de ambos indicadores no hace más que confirmar la readecuación que sufrió la distribución del presupuesto de los hogares en los últimos meses, en la que el gasto en alimentos está sintiendo una de las mayores caídas. Esta última aclaración es fundamental, ya que en modo alguno puede decirse que la carne vacuna ha alcanzado valores superlativos ni mucho menos, es más, es uno de los alimentos más accesibles que pueden encontrarse en el mercado.
Cabe recordar que el ajuste del precio de la carne puede darse por dos vías, o por una mejora sustancial de la capacidad de compra del consumidor local, responsable de alrededor del 70% de la demanda total, o bien por una contracción significativa del nivel de oferta disponible. Los principales analistas no proyectan por el momento una recomposición significativa de los ingresos reales al menos hasta pasado el primer trimestre del próximo año.
Para Ignacio Iriarte tanto la mejora del consumo interno como el valor de la carne al mostrador están demostrando que tienen sus límites. El poder de compra del salario registrado pasó de 180 kg en las presidencias de Mauricio Macri y Cristina Kirchner a 133 kilos en la de Alberto Fernández, para desplomarse a 90 kilos en enero de este año. Hacia octubre este vínculo se había recuperado a unos 140 kilos, pero la sensación es que ha vuelto a retroceder; la mejora operada en el valor de la carne no encontró un movimiento similar en los salarios.
Los precios reales de la hacienda reflejan que la suba tiende a enfriarse por las limitaciones del consumo y de la exportación, que a las dificultades que genera la actual paridad cambiaria está sumando la voluntad de China de no convalidar mejores valores para sus importaciones de carne vacuna. Los otros grandes vendedores con este destino han reducido su dependencia del gigante asiático, la Argentina no.
Los valores que China paga por la carne de vaca han mejorado, pero no en la medida de lo esperado. Por otro lado, la expectativa de que Brasil se iba alinear con los USD 4 en gancho que priman en la Argentina, Uruguay y Australia se terminó desinflando, y hoy sus precios se ubican en USD 3.25-330.
Paralelamente se observa demasiada hacienda ligada a las apetencias de nuestro mercado interno y poca oferta vinculada con lo que buscan quienes exportan. Precisamente, en un informe para FIFRA, Iriarte habla de un mercado que cede, con una oferta de novillitos y vaquillonas de feedlot que supera la demanda del consumo, y una disponibilidad limitada de vacas y novillos, que encuentra a los exportadores con los valores que paga China en baja y con todos los efectos adversos acumulados del atraso cambiario.
Pare el analista hubo una recuperación en los precios de la hacienda, pero que compensa solo parcialmente el fuerte deterioro sufrido entre enero y junio pasados. Para colmo, los importadores de China -país donde colocamos el 70% de nuestros embarques- no sólo no reconocen aumentos de precios, sino que contraofertan con cotizaciones a la baja. Los precios promedio de exportación para los principales cinco destinos para la carne vacuna argentina llegaron en 2022 a USD 7500 FOB y hoy se ubican entre USD 5000 y 5500.
Algunos números referidos al ciclo ganadero en nuestro país llaman la atención. La faena en la primera mitad del año cedió significativamente, pero en los últimos meses de este 2024 se recuperó, ubicándose entre agosto y noviembre al mismo nivel que el año anterior, que fue un año de caída del stock ganadero.
Iriarte calcula que al 31 de diciembre próximo el balance indicará un mayor número de terneros y un menor número de vacas y vaquillonas, resultando un stock total muy parecido al de diciembre de 2023, que fue de 52,7 millones de cabezas. “A fines de 2024 la fase de retención del ciclo ganadero sigue sin aparecer: la participación de las hembras en la faena se ubicaría en el 48,5%, el tercer registro más alto para esta época de los últimos 25 años”.