Con la llegada de las altas temperaturas, el cuidado del ganado durante su traslado se convierte en una prioridad clave para productores y transportistas. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) pone el foco en prevenir el estrés calórico, una situación que impacta tanto en la salud de los animales como en los resultados productivos de las cadenas pecuarias.
El estrés calórico es un conjunto de respuestas fisiológicas y conductuales que ocurren cuando los animales no logran disipar el calor corporal acumulado debido a altas temperaturas. El riesgo es mayor durante el transporte, cuando las condiciones del viaje pueden agravar este desafío térmico.
¿Cómo prevenir el estrés calórico?
Los especialistas proponen una serie de medidas prácticas para minimizar el impacto del calor:
- Planificación eficiente: reducir el tiempo de espera en corrales y tener toda la documentación lista para evitar demoras.
- Horario estratégico: realizar la carga del ganado a última hora de la tarde o temprano en la mañana, evitando las horas más calurosas.
- Acceso a agua y sombra: antes del transporte, dejar a los animales en un potrero con sombra y suficiente agua fresca.
- Condiciones del vehículo: utilizar transportes habilitados y adecuados, respetando la densidad de carga permitida. En días de calor extremo, otorgar mayor espacio.
- Evitar paradas innecesarias: si es imprescindible detenerse, buscar zonas con sombra y permanecer el menor tiempo posible.
- Ventilación y movimiento: asegurar la circulación de aire en el vehículo y usar cobertores removibles solo cuando el camión esté en movimiento.
- Descarga coordinada: planificar con el destino para que los animales no permanezcan en el camión al llegar.
Estas recomendaciones no solo reducen el estrés, sino que también mejoran el bienestar animal y protegen el rendimiento productivo. Los expertos coinciden en que cuidar al ganado es un factor económico clave: animales saludables garantizan mejor peso, calidad y eficiencia.
¿Por qué es tan importante?
Cuando el cuerpo de los animales no puede adaptarse al calor, comienzan a aparecer problemas serios: disminuye el consumo de alimento, se pierde peso y, en casos extremos, puede aumentar la tasa de mortalidad. En vacas lecheras, por ejemplo, se registra una baja significativa en la producción de leche y en su calidad nutricional.
El Senasa advierte que ciertos factores propios del animal, como la edad, el color y la cantidad de pelo, influyen en su susceptibilidad al calor. Los animales de pelaje oscuro y los que acumulan mayor grasa corporal son más propensos a sufrir estrés térmico.
De acuerdo con un informe del National Animal Disease Information Service (NADIS) del Reino Unido, el estrés calórico puede causar un aumento del 10 al 15% en las tasas de mortalidad durante el transporte si no se toman medidas preventivas.
Una responsabilidad compartida
Cumplir con las normas de bienestar animal no es solo una obligación, sino también una ventaja para todos los actores de la cadena productiva. Los transportistas y productores que adoptan estas prácticas no solo protegen a los animales, sino que también garantizan una mayor eficiencia y rentabilidad.
Ante dudas, Senasa recomienda consultar siempre con un veterinario y recordar que el bienestar animal comienza en cada decisión diaria del proceso productivo.
Fuente: Senasa