En las zonas rurales de La Rioja, una innovadora práctica busca cambiar la realidad de los pequeños productores caprinos. El engorde a corral, promovido por el INTA, propone convertir cabras consideradas “de descarte” en una fuente de carne de calidad, mientras mejora los ingresos de las comunidades locales y optimiza el uso de recursos disponibles.
Esta estrategia se centra en la recuperación de animales que, por su edad o condiciones físicas, ya no son productivos en el campo. Con un manejo técnico adecuado y un sistema de alimentación balanceada, las cabras pueden alcanzar un aumento de 7 kilos de peso vivo en apenas 40 a 60 días. Este proceso no solo diversifica la producción, sino que también ofrece una nueva perspectiva económica para las familias rurales.
El proceso en detalle
El ciclo de engorde comienza con un periodo de adaptación de entre 7 y 10 días, durante el cual las cabras reciben una mezcla de fibra y alimento balanceado. Luego, la dieta se ajusta gradualmente, pasando a un 3 % del peso vivo del animal al cierre del ciclo. El alimento incluye ingredientes como maíz molido, sorgo, expeller de soja y minerales, asegurando un desarrollo saludable y eficiente.
Para implementar este sistema, es esencial contar con instalaciones adecuadas que incluyan corrales divididos, bebederos, comederos y áreas sombreadas. El peso inicial de los animales, que varía entre 31 y 44 kilos, influye en el resultado final, pero los promedios alcanzados son notables: 18,6 kilos de carne por res, con una ganancia diaria de 157 gramos.
Impacto local y acompañamiento técnico
Jorge Vera, técnico del INTA Chepes, explica que este modelo es mucho más que una técnica productiva: “Es una herramienta que potencia la economía local al diversificar la producción y abrir nuevas oportunidades comerciales. Además, facilita el desarrollo en comunidades rurales del Departamento de Rosario Vera Peñaloza”.
El INTA también ha trabajado en la capacitación de los productores para elaborar alimentos balanceados a partir de recursos locales como el algarrobo y el mistol. Aunque recolectar y almacenar estos insumos presenta desafíos, el enfoque está en adaptar las soluciones a la realidad de cada región. Además, se fomenta la organización de los productores para formar lotes que faciliten la logística y generen acuerdos comerciales sostenibles.
Un circuito comercial que beneficia a todos
La carne producida a través de este sistema encuentra su mercado en espacios como el Mercado Yelpe, donde se promueven precios justos para productos de la agricultura familiar. Enzo Ruarte, miembro del grupo juvenil Nueva Senda, comenta: “Con esta práctica hemos logrado vender las cabras con mejores ganancias y mejorar la comercialización”.
Para los consumidores, el engorde a corral ofrece una carne de sabor más suave y uniforme, una alternativa de calidad que también resulta más accesible. Este valor agregado contribuye a consolidar la confianza entre productores y compradores, fortaleciendo el circuito comercial local.
Proyección a futuro
Los primeros resultados hablan por sí mismos: un 95 % de ganancia en las primeras ventas, según los productores. Sin embargo, el reto a futuro radica en mantener el acompañamiento técnico, fortalecer la organización de los productores y garantizar una oferta constante de animales para el engorde.
Con esta práctica, el INTA demuestra que la innovación puede ser la clave para transformar las limitaciones en oportunidades. En La Rioja, el engorde a corral caprino es más que un sistema productivo: es una herramienta que impulsa el desarrollo local y asegura un futuro más sustentable para las familias rurales.
Fuente: Inta