Después de la evolución de los precios de la soja en una semana que pinta complicada en Chicago –resignó USD 8 en los primeros tres días de operaciones-, vienen a la memoria las palabras de un analista estadounidense cuando recién comenzaba el mes de noviembre: “Sin el soporte del aceite, la soja no debería mejorar sus cotizaciones”. Todo indica que tenía razón.
Hasta la baja en las últimas tres ruedas, los precios de la oleaginosa en la Ciudad de los Vientos venían remontando la cuesta, de la mano de la formidable evolución de las cotizaciones del aceite, en un rally que se sostuvo por veinte días. Al respecto, varias razones pueden esgrimirse. En principio, la decisión de gran parte del mundo desarrollado en cuanto a ir por volúmenes crecientes de combustibles de un origen distinto del fósil. En este sentido, la frutilla del postre la aportaron el diesel verde y el carburante renovable para aviación (SAF), fuentes de demanda incalculable para los aceites vegetales cualquiera sea su tipo.
Este escenario se da en el marco de una menor producción de aceite de colza en Europa y de aceite de girasol en el Mar Negro, más la firme intención de Indonesia de aumentar en el mediano plazo su mezcla obligatoria hasta un 40% de biodiesel de palma en el gasoil. Estas y otras razones llevaron al aceite de soja a recuperar posiciones de manera notable en Chicago, a pesar de que está lejos de enfrentar una crisis de oferta.
Los precios del derivado habían caído a un mínimo de cuatro años a mediados de agosto, después de que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) pronosticara una producción y un rendimiento de soja récord para la cosecha 2024/25, bien por encima de lo que esperaba el mercado. Pero las cotizaciones no se mantuvieron allí por mucho tiempo y hasta la semana pasada habían acumulado una suba del 25%.
En los últimos quince días las ventas de aceite de soja norteamericano fueron significativas; los compromisos resultaron más de 8 veces superiores a los del año anterior. Desde una corredora india, el país que lidera la importación de aceites vegetales a nivel mundial, explican que la fuerte demanda de aceite de soja para la fabricación de biocombustibles en los mercados brasileños, y también los menores inventarios de este aceite mes a mes en el mercado estadounidense, han agregado más apoyo a los precios.
Pero el gran factor detrás de este viento de cola proviene del repunte que había experimentado en los últimos dos meses el precio del aceite de palma, para alcanzar un máximo de dos años. Este aumento persistente del valor del aceite vegetal más consumido en el mundo, proporcionó un precio mínimo sustancial para otros aceites comestibles, incluido el de soja. El aceite de palma suele ser el más barato del mercado mundial, pero en tiempos recientes llegó a superar el valor del aceite de soja, una prima que debería persistir en el corto plazo.
¿Qué le sucede a la palma? Indonesia y Malasia generan el 85% del volumen mundial disponible. La producción viene acumulando dificultades, adjudicadas una sequía prolongada debido a haber soportado la presencia de El Niño, junto con el envejecimiento de las plantaciones, una mala crianza relacionada con un intento de reducir costos, y una menor reserva de mano de obra, que nunca se recuperó por completo de la pandemia de Covid. Como resultado, los precios del aceite de palma empezaron a levantar vuelo.
Para agregar más leña al fuego el gobierno indonesio propuso aumentar del 35% al 40% en 2025 la mezcla obligatoria de biodiésel a base de aceite de palma, lo cual ejercerá más presión sobre una oferta que no es la ideal. Este país apunta asimismo a elevar el mandato de biodiésel al 50% para 2028.
El cambio a B40 resultaría en una reducción de las exportaciones de aceite de palma de 2 millones de toneladas al año, y pasar a B50 causaría una merma de 6 millones de toneladas, suponiendo que la producción de palma se mantenga igual. Eso haría que los precios mundiales del aceite vegetal subieran exageradamente, causando dificultades para los consumidores. Como los vasos comunicantes funcionan siempre, esta bonanza debería trasladarse al resto de los aceites vegetales, salvo una sobreproducción de ellos.
En medio de este futuro venturoso aparece una vez más la Unión Europea, que para 2030 prohibirá lo que califica como “biocombustibles insostenibles”, entre los que se encuentra el derivado de la palma. Indonesia y Malasia llevaron el tema a la Organización Mundial del Comercio, ya que lo consideran un acto de discriminación que favorece al aceite de colza producido en Europa.
A principios de este año, la OMC indicó que la forma en que la UE evaluaba la sostenibilidad del aceite de palma era defectuosa e injusta. Como fuere, si enfrenta barreras comerciales, Indonesia adelantaría el pasaje a B50 y utilizaría un mayor volumen de palma a nivel nacional para producir combustible. De esta manera, evitaría una acumulación de existencias no utilizadas para mantener los precios estables.
Por lo pronto, el cambio planeado a B40 reduciría la cantidad de aceite de palma en los mercados mundiales, y el vacío parcial tendría que ser llenado por algún otro aceite vegetal.
Tampoco está claro cómo afectará al mercado las tarifas impuestas por la India para la importación de aceites vegetales, pero la patria de Ghandi está acelerando compras y marcando un récord de negocios con los aceites de palma y girasol. Es que además los aumentos del arancel de exportación del aceite de palma en bruto de Malasia y de Indonesia pautados para este mes obligaron a apurar las compras.
Los analistas que conocen este negocio aseguran que la demanda de aceite de palma crudo crecerá entre un 3% y un 5% anual, pero el volumen de producción no estaría en condiciones de copiar esta evolución. “No vamos a ver una mayor producción de aceite de palma. Malasia solo puede generar unos 20 millones de toneladas al año, mientras que Indonesia no superará los 50 millones de toneladas en medio de sus rendimientos estancados”, aseguran.
Destacan asimismo que por cada aumento del 10% en el mandato de biocombustibles de Indonesia, se elevará el uso de aceite de palma en 3 a 4 millones de toneladas. Esto contribuiría aún más a la escasez de este derivado crudo.
Mientras tanto, las exportaciones de aceite de girasol de la región del Mar Negro disminuirán un 18% esta temporada. Hay mermas importantes en Bulgaria y Rumania, en tanto en Ucrania, el líder, se obtendrían unos 3 millones de toneladas de girasol menos respecto del año pasado, y es probable que el balance final sea incluso más complicado. Los precios del girasol y el aceite de girasol ucranianos ya han aumentado como mínimo un 24% y un 11%, respectivamente. Por su parte, el retroceso en Rusia bordearía 1 millón de toneladas para este grano, con muchas dudas sobre la calidad. Como reflejo de este panorama estrecho, después de 17 meses Rusia vuelve a aplicarle retenciones al aceite de girasol y eleva los DEX para la harina.
Queda claro que las preocupaciones por la menor oferta de semillas oleaginosas con alto contenido de aceite, como la colza y el girasol, así como la escasez de suministro de aceite de palma han contribuido al aumento de los precios en buena parte del mes en curso.
¿Qué pasó entonces durante los últimos días con la soja? A decir de un conocido analista, los árboles crecen, pero nunca llegan al cielo. En principio surgió la corrección inevitable para el aceite de palma, que perdió 7% en dos días. Así como había llevado bien arriba al aceite de soja y al mismísimo poroto, su caída arrastró a ambos. Los primeros datos de las consultoras asiáticas este jueves hablan de un aceite de palma aún débil. “Había subido demasiado y los elaboradores de biocombustibles en el mundo desarrollado pusieron un límite, sobre todo cuando paralelamente el petróleo se sigue cayendo”, afirma un trader. Es una posibilidad, sin dudas.
La escena poco favorable a la soja fue condimentada por el inminente desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca. El republicano es la sombra negra de esta oleaginosa y sus derivados, porque se teme una guerra comercial con China, porque su triunfo está llevando el dólar a niveles de fortaleza que agreden a los commodities, y porque se menciona a Lee Zeldon como el indicado para manejar la Agencia de Protección Ambiental (EPA). No es precisamente un amigo de los biocombustibles, y esta dependencia es clave para la suerte de estos carburantes.
Como fuere, la cotización del poroto en el corto plazo parece seguir ligada a la mayor o menor bonanza que envuelva al aceite. De la harina de soja no se puede esperar demasiado. Es el pariente pobre de la industria del biocombustible y viene en caída libre en Chicago.