Los sistemas silvopastoriles y su potencial en el mercado de bonos de carbono

El almacenamiento de carbono en paisajes ganaderos y forestales abre nuevas oportunidades para mitigar el cambio climático y generar beneficios económicos

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El almacenamiento de carbono en paisajes ganaderos y forestales abre nuevas oportunidades para mitigar el cambio climático y generar beneficios económicos (Senasa)

En un contexto global donde la crisis climática es cada vez más urgente, las soluciones que integren la producción agrícola con la conservación ambiental se están convirtiendo en una pieza clave en la lucha contra el cambio climático. En Argentina, los sistemas silvopastoriles (SSP) están emergiendo como una de esas respuestas innovadoras, no solo por sus beneficios ecológicos, sino también por su potencial para generar ingresos a través de bonos de carbono.

El almacenamiento de carbono en los SSP

Este enfoque agroambiental combina la ganadería con la forestación, uniendo bosques nativos y pastizales en un modelo productivo que, además de ser sostenible, permite capturar grandes cantidades de carbono en el suelo y la biomasa arbórea.

Un reciente trabajo del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), con la colaboración del Dr. Pablo Peri, Coordinador del Programa Nacional Forestal, resalta cómo estos sistemas contribuyen al secuestro de carbono, un servicio ecosistémico clave en la actualidad. De acuerdo con Peri, “los SSP representan una ventaja sobre los monocultivos, permitiendo no solo mejorar la productividad sino también almacenar carbono, lo que abre la puerta a la comercialización de créditos de carbono en mercados internacionales”.

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Las soluciones que integren la producción agrícola con la conservación ambiental se están convirtiendo en una pieza clave en la lucha contra el cambio climático.

Resultados de la investigación en distintas regiones de Argentina

Los sistemas silvopastoriles de Argentina están demostrando un considerable potencial en diferentes regiones del país. Desde el Chaco Seco hasta la Patagonia Austral, los estudios han mostrado que los SSP, al integrar bosques nativos y ganado, logran almacenar más carbono que los pastizales tradicionales. En San Luis, por ejemplo, los bosques secos con manejo silvopastoril presentan una mayor productividad primaria y una mejor tolerancia a la sequía que los pastizales abiertos, lo que contribuye a un mayor almacenamiento de carbono. Por su parte, en Entre Ríos, los sistemas ganaderos con bosques nativos han demostrado almacenar hasta 65 toneladas de carbono por hectárea en el suelo, además de 20 toneladas en la biomasa arbórea, con variaciones dependiendo de la intensidad de pastoreo y el tipo de bosque.

Bonos de carbono: una nueva oportunidad económica

El concepto de bonos de carbono, que está ganando terreno en el mercado internacional, se convierte en una oportunidad para los productores que implementen estas prácticas. Los bonos de carbono son certificados que representan el derecho a emitir una tonelada de CO2, y su venta puede generar ingresos para aquellos que logren reducir sus emisiones o, en este caso, capturar carbono de manera efectiva. Estos bonos se comercializan en mercados regulados en lugares como la Unión Europea, China y Canadá, y permiten que las industrias que no cumplen con sus cuotas de emisiones compren créditos a aquellos que logran capturar más CO2 del que emiten.

En Argentina, existen diversas entidades que certifican proyectos de reducción de emisiones a través de mecanismos como el MDL (Mecanismos para un Desarrollo Limpio) y el VCS (Voluntary Carbon Standard), lo que abre la posibilidad de que los proyectos de SSP puedan acceder a estos mercados internacionales. Según Peri, “los proyectos de SSP en zonas de bosques nativos, como en el Chaco, Salta, o Misiones, tienen altas probabilidades de recibir estas certificaciones”. Esto se debe a que, además de los beneficios ambientales, estos sistemas también generan una mayor biodiversidad y productividad en las tierras, lo que los convierte en una opción muy atractiva para los productores ganaderos.

Beneficios adicionales de los sistemas silvopastoriles

El impacto de los sistemas silvopastoriles no se limita solo al secuestro de carbono. Estos sistemas ofrecen una variedad de beneficios adicionales, como la producción de madera, forrajes y alimentos, al mismo tiempo que promueven la biodiversidad y la conservación del suelo. Según los autores del estudio, los SSP permiten modular la provisión de servicios ecosistémicos a largo plazo, lo que resulta en una agricultura más resiliente y sostenible, alineada con los desafíos del cambio climático.

Además, la implementación de estos sistemas en zonas ganaderas de Argentina podría contribuir significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente metano y óxido nitroso, que son emitidos durante el proceso digestivo de los vacunos. De hecho, el modelo silvopastoril, que fomenta la regeneración natural y la diversificación del paisaje, podría desempeñar un papel crucial en la mitigación de estos gases y en la mejora de la calidad del suelo, lo que permite una producción ganadera más eficiente y menos perjudicial para el medio ambiente.

¿El futuro de la ganadería en Argentina?

Lo que antes parecía una contradicción entre productividad y conservación ahora se está demostrando como una oportunidad estratégica para el sector ganadero. Con la integración de los sistemas silvopastoriles, los productores no solo tienen la oportunidad de mejorar su rentabilidad, sino también de contribuir a la reducción del cambio climático mediante la captura de carbono y la participación en mercados internacionales de bonos de carbono.

Este modelo innovador no solo está abriendo nuevos caminos para la ganadería argentina, sino también ofreciendo una forma de reconciliar las necesidades de la producción agrícola con la urgencia de mitigar el impacto ambiental. En definitiva, los sistemas silvopastoriles no solo son una alternativa viable para el país, sino que también ofrecen una respuesta práctica y rentable a los desafíos climáticos globales.

Fuente: Senasa

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