Incluso a los mejores analistas les cuesta desbrozar este presente del trigo a nivel mundial. Los líderes del mercado han tenido inconvenientes climáticos que erosionaron la cosecha, en tanto la relación stocks/consumo esperada en manos de los principales exportadores es la más estrecha en muchos años. Sin embargo, los precios que se pagan por el cereal resultan apretados para muchos productores en el planeta. Al agroempresario argentino le cabe esta realidad, pero además hay algún problema con nosotros que hace que cotizaciones cercanas a los USD 200 sean totalmente insuficientes para pedirle alguna renta al cultivo.
Se sabe que desde hace más de una década el negocio del trigo está limitado en gran medida por los acontecimientos que envuelven a la región del Mar Negro. Con el 23% del share, Rusia es el primer exportador mundial, caracterizado por precios más que modestos –aunque ayudados por un rublo depreciado-, que la han llevado a dominar dos zonas codiciadas a nivel global en materia de exportaciones: el norte de África y el Medio Oriente.
Lo notable es que tanto a Rusia como a Ucrania no les sobra nada esta campaña. El clima se llevó más de 10 millones de toneladas de trigo en territorio del país agresor, granos que ya no llegarán al mercado. Por su parte, el país invadido piensa en limitar sus exportaciones. Los precios que esta región ofrece al mundo han crecido, pero no han explotado ni mucho menos.
Rusia ha tomado medidas para limitar la salida de su trigo. El gobierno de Vladimir Putín “sugirió” a los exportadores que no vulneraran los USD 250 en los negocios externos con el cereal, pero por estos días a duras penas se exigen USD 230-235 en las operaciones con el exterior. Mientras tanto, el Ministerio de Agricultura de Rusia ha establecido nuevos aranceles a las exportaciones de trigo, una herramienta que siempre va en contra de las posibilidades de vender fronteras afuera.
La paradoja es que hasta acá tanto Rusia como Ucrania están exportando agresivamente; la guerra conlleva la necesidad de hacerse rápidamente de dinero. En los primeros tres meses de la temporada de trigo, Rusia envió un récord de 15 millones de toneladas a sus clientes. Este ritmo insostenible puede limitar la disponibilidad de futuras exportaciones. “Está claro que los traders rusos continúan trabajando para dominar el comercio y liquidar los inventarios existentes”, indican desde la consultora AgResource.
Por su parte, la Unión de Exportadores de Rusia pidió oportunamente que se cuotifiquen los envíos al exterior, porque estos han sido excesivos en el comienzo de la temporada, y la cosecha será menor. En buen romance, se espera que a partir del primer semestre de 2025 la disponibilidad de trigo ruso para exportación sea mucho más acotada. En alguna medida puede implicar un camino despejado para los envíos desde el hemisferio sur. De hecho los embarques de noviembre han sido sensiblemente menores que los de octubre para el trigo ruso.
La consultora SovEcon redujo su pronóstico de exportación de trigo ruso para todo el ciclo a 45.5 millones de toneladas; es la perspectiva más baja en la materia desde el año comercial 2021/22, pero sigue siendo un volumen importante (quizás esta sea la razón que lleva a convivir con precios modestos). Hasta el pasado 1º de octubre las existencias de trigo en este país habían caído un 14% respecto del mismo período del año pasado, como resultado de la menor producción junto con un ritmo exportador récord. Esta consultora especializada en el Mar Negro indicó que cree que el mercado puede estar sobreestimando las perspectivas para las exportaciones rusas esta temporada. Otra posible explicación para la escasa reacción en los precios internacionales.
Francia es el otro gran animador del mercado global. El Ministerio de Agricultura de este país redujo aún más sus estimaciones para las cosechas de trigo blando del país, después de que las fuertes lluvias frenaran los esfuerzos de siembra y obstaculizaran el desarrollo del cultivo. Así, la producción estimada de trigo blando para 2024 se ubica en 25,43 millones de toneladas, casi un 28% por debajo del nivel del año pasado y el volumen más pequeño desde 1986.
Hay que decir además que el país galo también viene complicado con la siembra de la nueva campaña. La razón es la misma que hundió la temporada anterior: lluvias excesivas. En el balance, dos grandes regiones proveedoras de trigo para todo el planeta tendrán menos cereal para volcar al mercado internacional respecto de lo imaginado originalmente.
En cuanto a Estados Unidos, el trigo viene condicionado por un dólar implacable que reduce su competitividad en la arena global. Además, está lloviendo bien en la zona de cultivo del duro de invierno, lo que debería mejorar las chances de la nueva campaña que se está terminando de sembrar, que hasta acá reviste la segunda condición de cultivo más pobre de toda la serie registrada.
Para colmo, el último informe del USDA no aportó elementos como para impulsar una suba en los precios del cereal. El organismo informó un pequeño aumento en las existencias finales de Estados Unidos y confirmó una marcada abundancia en los stocks mundiales. Veinte años atrás Estados Unidos tenía el 29% del mercado global del trigo; hoy solo el 9%. El Mar Negro lo sacó de la cancha.
Los precios del trigo en China llegaron a caer al menor valor en tres años, producto de una gran cosecha, y sus importaciones se redujeron drásticamente -en septiembre se ubicaron 61% abajo año contra año y con una merma del 5% para los primeros nueve meses de 2024-. La consultora LSEG calcula algo más de 141 millones de toneladas este año para el gigante asiático. Es una producción notable.
Por último, Australia va por una buena cosecha, aunque no tan abultada como se imaginaba inicialmente. La oficina del USDA en Canberra plantea una producción de 28.5 millones de toneladas, que en el fondo se ubica 1.9 millones de toneladas por debajo del promedio 10 años.
Entre nosotros, el empalme con la nueva campaña va mostrando valores cada vez más deprimidos. La pizarra de trigo ronda los $ 190.000-195.000/t; en pesos ajustados por inflación corre 40% por detrás respecto de la cotización mismo mes del año pasado. El disponible se ubica apenas 4% por encima de los valores de comienzos de año, en medio de una suba generalizada de precios que acumula un 107% hasta el pasado mes de noviembre.
La Bolsa de Comercio de Rosario indica que el precio al cual se negocia el trigo argentino, en pesos actualizado por la inflación, es el más bajo en siete años para comienzos de noviembre. Sin embargo, aunque resulte paradójico y fruto de las incontables distorsiones monetarias de los últimos tiempos, si se pondera la pizarra de trigo al tipo de cambio financiero CCL, se estaría negociando en 165 USD/t. A modo de comparación, en marzo de 2022, pleno estallido de la guerra en el Mar Negro, el precio de la pizarra Rosario al tipo de cambio contado con liquidación promediaba 175 USD/t, solo 10 USD/t por encima de la valuación actual.
Hoy por hoy, Rusia y Argentina son los orígenes más competitivos (sin tener en cuentas las implicancias de las diferencias logísticas). Es un mérito dudoso, significa haber caída en el rango de los menores precios del planeta. Algo está mal con el contexto argentino, más allá de los derechos de exportación. Evidencia gráfica de ello es el caso de Australia, donde los precios FOB no han cedido demasiado a pesar de que la cosecha mantiene buen ritmo y se esperan 28 millones de toneladas de trigo en esta campaña.
La BCR destaca que por lo pronto, esta mayor competitividad del trigo argentino, no se ha materializado significativamente en negocios, si bien aparecen algunas oportunidades en el frente externo. Mientras tanto, los futuros Diciembre y Enero muestran valores que se ubican al menos USD 25 por debajo de lo que se requiere para cerrar las cuentas en el sudeste bonaerense, por tomar un ejemplo. Y es poco probable que la soja de segunda logre rescatar al binomio y evitar un año complicado para los números.