Desafiando a las encuestas, que una vez más volvieron a fracasar en su intento de adelantar los resultados de un comicio a través de sus investigaciones, Donald Trump obtuvo un amplio triunfo y será el 47º presidente de los Estados Unidos. El magnate no es un ignoto, el mercado conoce sus apetencias en materia de comercio con el mundo, y ninguna de ellas tiene un resultado inocuo para los precios de cereales y oleaginosos.
La primera reacción de los inversores y operadores de Chicago el miércoles terminó con una suba contundente para el maíz, que acabó empujando en posiciones cercanas a una soja mucho menos bendecida que el cereal dadas las medidas que se supone tomará Trump, que de todos modos se reflejaron en la baja operada en los futuros diferidos de la oleaginosa.
La soja que pretenda ser exportada como tal tiene un problema insoluble: China es el comprador excluyente, y este es el país con el cual se supone el nuevo mandatario volverá a entablar una batalla a cara de perro. A ciencia cierta eso tiene perjuicios y beneficios concretos para la oleaginosa. En el primer caso, el posible alejamiento del gigante asiático complica a la soja estadounidense; no hay forma de reemplazar a este comprador. Trump ha sugerido aranceles elevados para los productos chinos, y eso ha despertado temores de que la guerra comercial con Beijing podría ser peor que la disputa de 2018-2019, que costó miles de millones a los productores de granos estadounidenses.
Aunque se supone que este tema debería haber avivado los temores del farmer, que ya está lidiando con una dura caída de ingresos debido a la baja de los precios de los granos, la realidad indica que la mayoría de los estados de fuerte base agroindustrial no le dieron la espalda a Trump. Probablemente se deba a que hay otro mundo que viene creciendo de manera vertiginosa y en el cual el aceite de soja tiene puestas sus mayores esperanzas: la elaboración de combustibles renovables. En este universo, la bestia negra para el derivado se vincula con las importaciones de aceite de cocina usado desde China. Todo indicaría que con Trump, las horas de este enemigo formidable están contadas, posibilidad que el aceite de soja festejó con una nueva suba.
En buen romance, no parece tan clara una severa penalización para la soja por el arribo del republicano al Salón Oval. Además, el mercado sabe que todo esto no llegaría a materializarse hasta que transcurran un par de meses y le puso moderación a la reacción. Eso hizo que la caída temprana durante el miércoles, importante por cierto, se convirtiera en una oportunidad de compra. Las primeras operaciones de este jueves parecen confirmar este escenario. Además, muchos creen que las amenazas de Trump constituyen solo una herramienta de presión en las discusiones con otros países para un objetivo clave de su nuevo mandato: acuerdos comerciales recíprocos.
Incluso la formidable suba en el valor relativo del dólar en la jornada de ayer hoy tiende a retroceder. Se sabe, un dólar extremadamente fuerte es enemigo del valor de los commodities, de ahí la baja en los precios del petróleo. Paralelamente, el yuan se debilitó al máximo en dos años y las acciones chinas cayeron ante la posibilidad de que Washington aplique aranceles de hasta el 60% a los productos de ese origen, ya que la medida podría debilitar aún más a la segunda economía del planeta y perturbar las cadenas de suministro globales.
La analista estadounidense Angie Setzer explica por qué quizás las cosas no resulten tan negativas para la soja como parece en caso de que Trump castigue exageradamente a los productos chinos. Una guerra comercial ahora probablemente se vería muy diferente de lo que parecía en 2018-2019. “Si bien es cierto que existe el riesgo de que podamos perder una parte de las compras chinas, hay varios factores en juego que probablemente limitarían la influencia que eso tendría sobre los precios una vez que se disipara cualquier tipo de shock inicial del mercado”, advierte Setzer.
Al mirar en retrospectiva la cronología de la guerra comercial y su impacto en el comercio, muchos olvidan la existencia en China de un brote incontrolado de peste porcina africana en 2018. Por eso en 2019 cuando este proceso se superó, las compras de soja estadounidense recuperaron 13.6 millones de toneladas de los 21 millones de toneladas que se habían perdido el año anterior, ayudadas en parte por una cosecha sudamericana más pequeña. Y luego llegó el acuerdo Fase 1 con Beijing, y las compras de granos del gigante hacia el país de las barras y las estrellas se dispararon durante el otoño siguiente y finalmente establecieron récords.
Es probable que ahora resurjan viejas disputas comerciales, pero la candidata Harris también apoyaba la continuación de la presión económica sobre China. Hay que decir además que la administración Biden no ha derogado los aranceles de Trump, sino que ha agregado sus propios aranceles y restricciones comerciales. Es cierto además que bajo cualquiera de las dos administraciones, China buscará profundizar los lazos comerciales con otros socios.
Parece entonces que no hay que apurarse a anotar a la soja en el bando perdedor por la presencia de Trump en la Casa Blanca. Es que por otro lado ha cambiado mucho el panorama de consumo de la oleaginosa, que a nivel global ha crecido más de 20 millones de toneladas desde 2018, al tiempo que todas las semillas capaces de producir aceites vegetales siguen una tendencia al alza en la demanda para alimentos y combustibles. Solo en Estados Unidos la requisitoria interna ha crecido en 10 millones de toneladas desde aquel año de la guerra comercial, con un protagonismo creciente de la producción de combustibles. Los notables cambios en los mandatos de mezcla que provienen de los tradicionalmente grandes exportadores/importadores de aceite vegetal o semillas oleaginosas, como Indonesia, India y Brasil, jugarán un rol clave en lo que viene.
La victoria de Trump parece afectar menos al maíz que a la soja, ya que el negocio exportador del cereal no se ve tan concentrado en materia de compradores como el de la oleaginosa. Está teniendo una aceptable temporada exportadora a pesar del desinterés chino en el maíz estadounidense. Y la producción de etanol creció por sexta semana consecutiva.
Al menos hasta el día de ayer, sobresalía la presencia de compradores extranjeros en busca de ofertas para aprovechar estos precios, especialmente los mexicanos. Sin embargo algunos argumentan que los compromisos recientes se deben a los temores respecto de las posibles tarifas de Trump, y que una vez pasadas las elecciones la demanda se resentirá. Es lo que saldrá a la luz ahora. No todos están de acuerdo con un escenario negativo. “Es probable que veamos una continuación de las fuertes compras después de las elecciones porque necesitan el grano, y Estados Unidos es el único proveedor importante hasta que los suministros de nuevas cosechas salgan de Sudamérica”, arriesga un habitué de Chicago.
En cuanto a la política climática global, algunos analistas creen que el regreso de Trump a la Casa Blanca probablemente resultaría en que Estados Unidos incumpla sus promesas vinculadas con el cambio climático “por un amplio margen”, aunque ciertas estructuras de la administración Biden, como un gigantesco programa de gasto en tecnología limpia, pueden “resultar difíciles de deshacer”.
Fuera del mercado granario, Wall Street recibió la llegada de Trump a la Casa Blanca con subas significativas, ya que se esperan mejores oportunidades fiscales y de inversión que si Harris hubiera ganado. También fue una noticia alcista para el Bitcoin, ya que Trump y Musk son partidarios de esta moneda, que subió a un máximo histórico por encima de los 75.000 dólares. Por su parte, los bancos entienden que el final del gobierno demócrata debería significar más ganancias y menos regulaciones.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro se han estado disparando ante la idea de que la agenda de Trump (más gasto, impuestos bajos, aranceles, inmigración restringida) impulsará los precios de la economía. Precisamente, los responsables de la Reserva Federal estarán atentos para ver si las políticas de Trump son inflacionarias. Las disputas entre Jerome Powell, titular de la Fed, y el nuevo presidente estadounidense han escrito páginas de antología en el pasado, y prometen nuevos capítulos.