Bien o mal el mercado de Chicago sigue siendo nuestra referencia. Y en Estados Unidos tendremos una semana clave para el valor de los granos, al menos en el corto a mediano plazo. Hablamos de una sucesión de hechos detonantes que difícilmente resulten indiferentes para las cotizaciones de soja, maíz y trigo, con consecuencias sobre los mercados globales.
En principio, claro, los comicios orientados a elegir el nuevo presidente de este país, el próximo martes. Poco después llegarán definiciones clave por parte de la Reserva Federal, y finalmente el viernes un nuevo informe de oferta y demanda del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Demasiado para terminar la semana tal y cómo se ingresó a ella.
En la previa aparecen algunas advertencias de los especialistas. El analista Bryce Knorr ha afirmado que los mercados enfrentan una incertidumbre adicional este año respecto de aranceles, impuestos y comercio. Los impactos de las políticas que habrá de desarrollar quien gane la carrera por la Casa Blanca tardarán meses en manifestarse.
Por lo pronto, los precios de los granos tienden a mostrarse más débiles, como es habitual en la época de la cosecha, porque es cuando la oferta suele ser abundante. Knorr asegura que tanto el maíz como la soja y las acciones de Wall Street en promedio difícilmente vuelven a los máximos de septiembre en años electorales, no antes al menos de la Navidad. Las probabilidades de grandes ganancias son bastante bajas, y eso incluye el rally habitual comandado por el mismísimo Santa Claus en su día.
El maíz tiene cierto historial que lo ubica primero a la hora de recuperarse en años electorales. “Evitar grandes pérdidas también puede ser un factor relevante, porque las acciones y la soja no suelen caer suavemente. A veces, realmente se desploman”, avisa el analista. Nada está escrito en piedra, son solo percepciones de la mano de los antecedentes disponibles.
Hasta acá el maíz y la soja están mostrando las respuestas habituales en años con rendimientos normales a muy buenos. Los contratos de noviembre y diciembre alcanzaron su punto máximo en mayo último debido a la incertidumbre sobre la siembra. Desde entonces, con idas y vueltas acotadas, han ido bajando sin que surjan amenazas climáticas graves.
El punto crítico pasa por lo que pueden ofrecer Donald Trump y Kamala Harris en caso de acceder a la Casa Blanca. Y lo que pongan en práctica de un modo u otro impactará en los números de los productores agrícolas, y no solo de su país. Ambos describieron oportunamente sus políticas en la materia en respuesta a un cuestionario de la American Farm Bureau Federation.
Hay que entender que el agro estadounidense no la está pasando nada bien. Se avecina un tercer año de descenso de los ingresos agrícolas y sus exportaciones han caído ante la dura competencia de Sudamérica y el Mar Negro.
En este contexto, el expresidente Donald Trump indicó que utilizaría todas las herramientas a su disposición, incluidos los aranceles, para expandir las ventas externas del agro si es reelegido. Les recuerda asimismo a los farmers que oportunamente envió 28 mil millones de dólares en pagos de ayuda “para proteger a nuestros agricultores de los abusos chinos”, un síntoma de que no ha cambiado demasiado de opinión respecto de la guerra comercial con los asiáticos. El magnate ha propuesto aranceles de hasta el 20 por ciento sobre los productos importados y posiblemente de hasta el 60 por ciento sobre aquellos originados en China.
Precisamente asistimos a compras muy voluminosas de maíz por parte de los mexicanos y de soja a partir de los chinos. Eso está ayudando a sostener los precios de ambos granos, y se teme que una vez superados los comicios los compradores mencionados se aparten del mercado estadounidense y la depresión de demanda sea difícil de superar. Los analistas creen que México y China han anotado negocios a toda velocidad solo para cubrirse ante un posible retorno de Trump a la Casa Blanca.
A su turno, la vicepresidenta Kamala Harris dijo que impulsará reformas a la ley de inmigración que resuelvan la escasez de mano de obra agrícola y fortalezcan el seguro de cosechas. En su entorno aseguran que se ha enfrentado a las prácticas económicas injustas de China para proteger a los estadounidenses, incluidos los agricultores y ganaderos, pero no se habla de guerra de tarifas.
Algunas cuestiones suenan conocidas para nosotros. “Dado que otros temas dominan el ciclo noticioso nacional, los asuntos pendientes que afectan a los agricultores y ganaderos a menudo pasan a un segundo plano. Obtener respuestas específicas de los candidatos durante un año electoral puede resultar abrumador”, se lamenta un dirigente agrario.
En medio de este barullo, la Asociación Estadounidense de la Soja envió a ambas campañas presidenciales una lista de prioridades que quiere que se implementen. Advierte que si bien la relación entre los gobiernos de China y Estados Unidos puede ser tensa, el comercio agrícola entre ellos ha sido beneficioso a ambos lados del Pacífico. “La gente en China que depende de la soja estadounidense de calidad realmente aprecia esa relación. Queremos que esto siga así y que se entienda que el comercio libre y justo ha sido importante para los agricultores estadounidenses”. Es todo un mensaje para Trump.
A pesar de las palabras del republicano, los datos del USDA muestran que los perjuicios de la guerra comercial para los farmers estadounidenses han ido más allá de la ayuda monetaria a la que hace referencia Trump. Para el resto de los agricultores del planeta una pelea de este tipo suma bastante poco, enrarece el mercado y complica a todo el mundo.
Hay otro aspecto que divide aguas. Desde la Farm Foundation, indican que “probablemente Trump ha sido uno de los presidentes más favorables al comercio de Estados Unidos en las últimas décadas. La administración Biden-Harris tuvo cuatro años para intentar mejorar nuestra situación y no lo ha logrado”. Sin embargo, en esta entidad no ocultan su preocupación por algunas ideas del magnate. “Aproximadamente el 70% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos nacieron en el extranjero, y la mitad de ellos son indocumentados. Los republicanos prometen deportaciones masivas, a una escala sin precedentes, sin ninguna consideración por el sistema agrícola de nuestro país, los precios de los alimentos o, menos aún, el costo humano”.
No cabe duda de que las elecciones presidenciales estadounidenses del martes próximo y sus resultados dominarán la escena por un largo rato. Pero además esta semana va a depararnos otros hechos igualmente importantes. Se espera que la Reserva Federal recorte las tasas de interés nuevamente, aunque es poco probable que realice otra reducción de gran tamaño. Antes bien, la Fed volvería a recortar las tasas de interés en un nivel más habitual de 25 puntos básicos, tras la enorme reducción de medio punto del banco central en septiembre.
Para los granos es un tema clave, en tanto influye en la fortaleza relativa del dólar, por cierto desde hace un buen rato una limitante para pensar en mejores precios. Adicionalmente se aguardan decisiones de los bancos centrales en el Reino Unido y Australia, mientras que la perspectiva de un mayor estímulo fiscal en China será seguida de cerca por operadores e inversores.
Finalmente llegará el informe de oferta y demanda de noviembre elaborado por el USDA. Lo que cuenta es hasta qué punto los números del organismo coinciden con las previsiones del mercado o no. Los inversores han hablado mediante sus movimientos en un sentido y otro, devenidos de sus percepciones. Si el Departamento no piensa lo mismo cerraremos la semana con cambios en los precios.