Una apuesta a la salud del suelo: el camino hacia una agricultura sostenible

Investigadores fomentan prácticas que restauran la salud del suelo y promueven una producción responsable

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Investigadores fomentan prácticas que restauran la salud del suelo y promueven una producción responsable
Investigadores fomentan prácticas que restauran la salud del suelo y promueven una producción responsable

La calidad del suelo es fundamental para obtener cultivos saludables y rentables. En la búsqueda de una producción más sostenible y de menor impacto ambiental, el INTA San Pedro ha dedicado más de dos décadas al desarrollo de prácticas ecológicas como la biosolarización, los abonos verdes y los cultivos de cobertura, herramientas esenciales en el manejo de hortalizas y frutales en Argentina.

Solarización y biosolarización: aprovechar el poder del sol

Desde una perspectiva integral, estos métodos buscan no solo mejorar la productividad agrícola, sino también reducir la dependencia de químicos y proteger el ecosistema. La solarización, que utiliza el calor del sol para desinfectar el suelo, ha demostrado ser una técnica efectiva en diversas zonas del país.

En áreas de alta radiación solar, como el Noroeste argentino, el verano se presenta como el momento óptimo para aplicar esta técnica, ya que permite una mineralización rápida de la materia orgánica. En zonas templadas, la biosolarización, que incorpora residuos orgánicos junto al calor solar, es una herramienta crucial en la producción de tomates y pimientos, mejorando los resultados para los agricultores.

La solarización, que utiliza el calor del sol para desinfectar el suelo, ha demostrado ser una técnica efectiva en diversas zonas del país
La solarización, que utiliza el calor del sol para desinfectar el suelo, ha demostrado ser una técnica efectiva en diversas zonas del país

Abonos verdes y cultivos de cobertura: nutrir el suelo de forma natural

En áreas con limitaciones naturales, como los suelos alcalinos y salinos de La Pampa, los abonos verdes y los cultivos de cobertura se consolidan como una alternativa eficiente para nutrir el suelo. Estas técnicas, que utilizan plantas para devolver nutrientes y mejorar la estructura del terreno, ayudan a aumentar la materia orgánica y a controlar plagas de forma natural.

En fruticultura, su valor es notable, ya que permiten un manejo sostenible y equilibrado del suelo, contribuyendo tanto en la replantación de árboles como en el crecimiento de los ya establecidos.

Biofumigación: un avance biológico para el control de plagas

A nivel mundial, el uso de biofumigantes se ha vuelto una práctica habitual para el control de plagas. Este método emplea plantas mejoradas para aumentar los glucosinolatos, compuestos que defienden a los cultivos de insectos y patógenos. En Argentina, el desarrollo de la mostaza india ‘Santa Catalina UNLP’, la primera variedad local específica para biofumigación, representa un avance clave.

Esta planta ha demostrado ser efectiva para reducir hongos fitopatógenos, nematodos y algunas malezas, marcando una diferencia significativa en la agricultura nacional al reducir la dependencia de productos químicos.

Gestión de residuos: cerrar el ciclo de producción de manera sustentable

Además de estas técnicas, la gestión de residuos agrícolas se ha vuelto esencial en la reducción del impacto ambiental. Investigaciones recientes en el INTA San Pedro han demostrado que el manejo adecuado de estos residuos no solo minimiza la transmisión de patógenos, sino que también facilita el reciclaje de nutrientes. Entre las recomendaciones, se destaca la importancia de realizar compostajes controlados, alcanzando temperaturas que eliminan organismos dañinos como hongos y bacterias.

La biosolarización también se presenta como una solución eficaz, siempre y cuando los desechos se integren al suelo de inmediato y no se acumulen cerca de nuevos cultivos.

La apuesta por una agricultura sostenible, con el suelo como protagonista, no solo garantiza una producción más saludable y de menor impacto ambiental, sino que sienta las bases para una agricultura duradera, capaz de satisfacer las necesidades de hoy sin comprometer la calidad y productividad para el futuro.

Fuente: Inta

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