La producción agrícola argentina se posiciona como un eje fundamental en el mercado internacional, gracias al esfuerzo constante por garantizar la sanidad de sus productos y mantener el compromiso con los estándares fitosanitarios globales.
En este contexto, el grano de maíz, la harina de soja y el trigo encabezan la lista de los productos de origen vegetal más exportados por Argentina, con destinos principales como Vietnam, China y Brasil. Sin embargo, estos logros no serían posibles sin un sistema de vigilancia fitosanitaria que asegure que la producción se mantenga libre de plagas y enfermedades.
El desafío de proteger los cultivos frente a amenazas fitosanitarias adquiere relevancia en el ámbito global. Según la FAO, cerca del 40% de la producción agrícola mundial se pierde a causa de plagas. Frente a esta alarmante cifra, la vigilancia fitosanitaria emerge como una herramienta crucial para anticipar riesgos y proteger tanto los cultivos como los ambientes naturales. En Argentina, el Sistema Nacional de Vigilancia Fitosanitaria (Sinavimo), gestionado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), se encarga de consolidar información sobre la presencia de plagas y brindar respuestas rápidas ante cualquier amenaza detectada.
Las plagas en la campaña 2023/2024: un desafío adicional
La reciente campaña agrícola 2023/2024 enfrentó un situación crítica de plagas que afectaron seriamente cultivos clave como la soja y el maíz. Entre las más destacadas se encuentra la oruga medidora, que generó grandes complicaciones en las plantaciones de soja. Este insecto, conocido por su capacidad destructiva, actúa de manera voraz en los primeros estadios del cultivo, debilitando las plantas y reduciendo el rendimiento potencial del grano.
Por su parte, en el maíz, la situación también fue crítica. La chicharrita, una plaga capaz de transmitir enfermedades virales, se presentó en altas poblaciones, afectando gravemente los cultivos. A esta problemática se sumó la cogollera, otra plaga significativa en el maíz, que este año se mostró en grandes cantidades, afectando las hojas y el crecimiento de las plantas. Esta combinación de plagas ha requerido un esfuerzo redoblado en términos de monitoreo y control por parte de los productores y los organismos fitosanitarios.
Garantizar la sanidad: un imperativo para el comercio internacional
Los mercados internacionales exigen certificaciones fitosanitarias que garanticen que los productos agrícolas están libres de plagas y enfermedades. Esta certificación no solo asegura la calidad del producto, sino que también protege el patrimonio productivo de los países importadores, evitando la introducción o dispersión de organismos dañinos. Pero las amenazas no solo se limitan al comercio formal. La introducción de productos vegetales sin autorización, la movilidad de buques y maquinarias, e incluso la cercanía a países con focos de plagas, representan riesgos latentes que deben ser abordados para resguardar el estatus fitosanitario del país.
Para Argentina, contar con un sistema sólido de vigilancia fitosanitaria no es solo una medida preventiva, sino una base que sostiene el flujo de exportaciones y permite el acceso a nuevos mercados. Esta labor se realiza con la colaboración de una red de expertos del sector público y privado, quienes analizan y caracterizan posibles amenazas. Gracias a la cooperación entre estos especialistas y la implementación de normativas como la Resolución Senasa 778/2004, el país mantiene un monitoreo constante sobre plagas de reciente aparición, tanto cuarentenarias como no cuarentenarias.
El rol de Sinavimo en la protección y expansión del comercio agrícola
La detección temprana de plagas y la notificación a Sinavimo, ya sea por parte de productores, viveristas o el público en general, permiten implementar medidas preventivas y mantener la sanidad de los cultivos en todo el territorio nacional. La intervención rápida no solo asegura la estabilidad de la producción local, sino que también cumple con los compromisos internacionales que regulan el comercio de productos agrícolas, permitiendo que Argentina continúe expandiendo sus destinos de exportación.
La reciente situación con la oruga medidora, la chicharrita y la cogollera en la campaña 2023/2024 pone de relieve la importancia de los sistemas de vigilancia fitosanitaria. El trabajo de monitoreo y respuesta ante las plagas es el respaldo silencioso pero fundamental que sostiene el crecimiento de las exportaciones agrícolas argentinas y asegura el cumplimiento de los altos estándares de sanidad exigidos en el mercado global.
Fuente: Senasa