En los últimos veinte años, más de 1.200.000 metros de alambrados rurales han desaparecido de la Pampa Ondulada, un fenómeno que ha encendido las alarmas sobre las consecuencias para la biodiversidad y la salud de los agroecosistemas.
Estos cercos, que durante décadas han delimitado campos y servido como refugio para diversas especies vegetales y animales, están siendo eliminados por los productores rurales en un intento por optimizar el uso de maquinaria agrícola en lotes de mayor extensión.
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) reveló que entre 2004 y 2019 se removieron exactamente 1270 kilómetros de alambrados en esta región. Esta transformación impactó notablemente en la biodiversidad, en especial en las encrucijadas de alambrados —donde se cruzan dos o más cercos—, que muestran una mayor diversidad de especies en comparación con los tramos lineales.
Alambrados: más que una simple barrera
Lejos de ser simples delimitadores, los alambrados rurales cumplen un rol clave en la protección de la biodiversidad. Ailén Federico, investigadora del CONICET y docente en la Universidad Nacional de Hurlingham, destaca que la vegetación que crece alrededor de estos cercos ofrece servicios ecosistémicos esenciales, como favorecer la polinización y proporcionar refugio a insectos que controlan plagas, contribuyendo así a la sostenibilidad agrícola.
El avance de la tecnología agrícola, impulsado por el uso de grandes maquinarias y sistemas de riego, llevó a muchos productores a remover los alambrados para agrandar sus lotes. Aunque esta decisión optimiza la producción, también elimina los espacios donde la fauna y flora nativas prosperan, afectando la biodiversidad.
La pérdida de plantas nativas y el auge de malezas
El estudio de la FAUBA identificó una reducción del 38% en la cantidad de especies vegetales en las áreas donde los alambrados fueron removidos. Federico señala que varias especies nativas, como la verbena, la hierba mora y la campanilla roja, ya no están presentes en estos espacios. En su lugar, malezas resistentes a los herbicidas, como el yuyo colorado y el nabo, comenzaron a proliferar, lo que complica el manejo agrícola.
Este cambio no solo impacta en la diversidad vegetal, sino que también genera complicaciones adicionales para los productores, quienes ahora deben invertir más en el control de estas plantas invasoras.
Las encrucijadas de alambrados: refugios de biodiversidad
Uno de los puntos más reveladores del estudio es el papel de las encrucijadas de alambrados, zonas donde los cercos se cruzan. Estas áreas, debido a su geometría, son menos accesibles para la maquinaria agrícola, lo que las convierte en espacios menos perturbados y, por lo tanto, en refugios para la flora y fauna nativas. Federico subraya que estos cruces contienen un 21% más de especies vegetales que los tramos lineales, destacando su importancia para la dispersión de semillas y el crecimiento de vegetación espontánea.
La importancia de conservar los alambrados rurales
La investigadora enfatiza que preservar los alambrados restantes es clave para mantener la biodiversidad en los paisajes agrícolas. “Si seguimos eliminando los alambrados, no solo afectaremos la biodiversidad, sino también complicaremos la propia agricultura”, advierte Federico.
El futuro de su investigación se enfoca en un análisis más profundo sobre cómo las encrucijadas permiten la dispersión de especies y qué papel juegan en la conservación de insectos que brindan servicios ecosistémicos clave, como el control de plagas y la polinización.
Un llamado a la acción
El destino de la Pampa Ondulada está en una encrucijada. Los alambrados, muchas veces considerados simples delimitadores, son en realidad pilares de la biodiversidad y la sostenibilidad agrícola. Conservarlos no solo permitirá proteger la flora y fauna nativas, sino también asegurar que los agroecosistemas sigan siendo productivos y saludables a largo plazo.
Fuente: Fauba