Los desafíos del clima en la campaña agrícola: adaptarse o fracasar

La falta de lluvias invernales pone en riesgo las siembras tempranas de la campaña 2024/25. INTA propone ajustes para optimizar el rendimiento

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La falta de lluvias invernales pone en riesgo las siembras tempranas de la campaña 2024/25. INTA propone ajustes para optimizar el rendimiento  REUTERS/Joshua Lott
La falta de lluvias invernales pone en riesgo las siembras tempranas de la campaña 2024/25. INTA propone ajustes para optimizar el rendimiento REUTERS/Joshua Lott

La campaña agrícola 2024/2025 trae consigo un escenario complejo para los productores de la región pampeana, marcado por una inestabilidad climática que exige decisiones inteligentes y flexibles. Si bien el otoño ofreció una recarga aceptable en los perfiles de humedad del suelo, el déficit de lluvias durante el invierno y el inicio de la primavera pone en jaque la planificación de las siembras y el rendimiento esperado de los cultivos.

Este panorama no es nuevo. En las últimas cinco campañas, los inviernos han sido particularmente secos, con una disminución del 40 % en el promedio de precipitaciones. En algunos años, las lluvias llegaron a estar por debajo del 80 % de lo esperado. Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, advierte que el patrón de escasez hídrica no solo afecta la producción de los cultivos de invierno, sino que también retrasa la siembra temprana de los cultivos de verano, lo que genera un impacto en todo el ciclo productivo.

El principal desafío de esta campaña radica en que los pronósticos a corto plazo siguen mostrando una tendencia hacia la sequía. La falta de lluvias significativas en el último trimestre del año aumenta el riesgo para los productores que deben tomar decisiones críticas. Según Mercuri, “la incertidumbre sobre el clima es un factor clave a la hora de planificar”. Para mitigar este riesgo, es fundamental que los agricultores se mantengan actualizados con información climática en tiempo real, lo que les permitirá ajustar sus estrategias de manejo.

La falta de precipitaciones está afectando las chances de la producción agrícola en esta parte del planeta ( Revista Chacra)
La falta de precipitaciones está afectando las chances de la producción agrícola en esta parte del planeta ( Revista Chacra)

Pronósticos poco alentadores

Los especialistas del Instituto de Clima y Agua del INTA, como Natalia Gattinoni, coinciden en que las proyecciones para el trimestre septiembre-noviembre no son alentadoras. Las probabilidades de que se desarrollen lluvias deficitarias en provincias clave como Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires rondan el 45-50 %. A esto se suma la probabilidad de que las temperaturas promedio sean más cálidas de lo normal, lo que podría agravar la situación hídrica debido a una mayor demanda de evapotranspiración por parte de los cultivos.

A pesar de este sombrío panorama, Gattinoni destaca que aún existen posibilidades de lluvias normales o incluso superiores en algunas zonas, aunque con menor probabilidad. En definitiva, los productores se enfrentan a un escenario incierto en el que la toma de decisiones dependerá de un monitoreo constante y de la flexibilidad para adaptarse a condiciones cambiantes.

Estrategias para enfrentar la sequía

La adaptabilidad ha sido, sin duda, una de las principales fortalezas del agro argentino. Los agricultores han aprendido a ajustar sus prácticas de manejo ante la variabilidad climática, y este año no será la excepción. Jorge Mercau, investigador del INTA San Luis, resalta que la estrategia más eficaz en estos casos es ajustar las fechas de siembra y optar por secuencias de cultivos que se adapten mejor a la oferta hídrica disponible.

En la región pampeana, la siembra de cultivos de invierno como el trigo y la cebada se llevó a cabo basándose en la recarga de agua del otoño. Sin embargo, las expectativas se han visto comprometidas por la sequía en etapas críticas de los cultivos. Para los cultivos de verano, como el maíz y la soja, la situación es aún más delicada, ya que muchos lotes carecen de la humedad suficiente para iniciar la siembra.

En este contexto, Mercau sugiere una “ola de siembra suavizada”, comenzando lentamente en octubre en los lotes con mejores condiciones y finalizando en noviembre en los lotes menos favorables. Esta estrategia permite reducir el riesgo de que la falta de agua afecte gravemente los rendimientos. Además, en cultivos como el maíz, se recomienda retrasar la siembra para aprovechar mejor las lluvias tardías, una práctica conocida como “maíz tardío”. Este enfoque ha ganado popularidad entre los productores, ya que permite disminuir el riesgo de sequía al desplazar el ciclo del cultivo a una época en la que la demanda hídrica es menor.

El riesgo del achaparramiento y otras complicaciones

Otro factor que añade complejidad a la campaña es el riesgo de achaparramiento, la tristemente popular enfermedad transmitida por la chicharrita que afecta principalmente a los cultivos de maíz. En zonas como el norte de la región pampeana y el litoral, este riesgo obliga a reconsiderar la siembra temprana, incluso en aquellos lotes con buena recarga de agua. En cambio, en el sur de la región, donde la presencia del vector es mucho menor, el achaparramiento no representa una amenaza tan significativa.

Mercau explica que en áreas donde el riesgo de achaparramiento es bajo, como en el sur de la provincia de Buenos Aires, se puede optar por una siembra temprana sin mayores preocupaciones. No obstante, en zonas más al norte, la recomendación es diversificar las siembras y utilizar híbridos resistentes, junto con una fertilización adecuada, para minimizar el impacto de la enfermedad.

Aprender a convivir con la incertidumbre

A medida que los productores se preparan para enfrentar una campaña más, el desafío de adaptarse a un clima cada vez más errático se vuelve más urgente. Las estrategias de manejo adaptativo, que han sido desarrolladas a lo largo de los años, permiten a los agricultores ajustar sus prácticas de cultivo y tomar decisiones más acertadas en función de las condiciones climáticas.

El aprendizaje continuo y la capacidad de innovar son clave para el éxito en un entorno tan cambiante. Las técnicas como el retraso de las siembras, el monitoreo constante del clima y la diversificación de cultivos son herramientas que permiten al agro argentino seguir siendo competitivo, incluso en un contexto de incertidumbre climática.

Así, mientras la campaña 2024/2025 avanza, queda claro que la flexibilidad y la capacidad de adaptación serán los pilares fundamentales para superar los desafíos que plantea el clima. Con el apoyo de instituciones como el INTA, los productores argentinos demuestran una vez más su resiliencia y determinación frente a las adversidades.

Fuente: Inta

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